Especialista en perder oportunidades
La sra. alcaldesa ha tenido a bien despedir el milenio dando a conocer, por fin, el Plan de Usos del Balc¨®n al Mar, aprobado en la comisi¨®n de Urbanismo del 28 de diciembre, conocido tambi¨¦n como d¨ªa de los inocentes. Cuatro a?os, te¨®ricos, de ejecuci¨®n y unos 22.000 millones de inversi¨®n, palmo arriba, palmo abajo. O.K. No quisiera ser descort¨¦s con el esfuerzo realizado por la sra. alcaldesa y su equipo de Gobierno y es por ello que me dispongo, tres horas antes de concluir el milenio, a poner en su conocimiento mi m¨¢s civilizada discrepancia con algunos extremos del proyecto, si a su versi¨®n period¨ªstica del 29 de diciembre nos referimos. Mayormente, como suele decirse en diversos lugares de la geograf¨ªa espa?ola, porque no quisiera que en el futuro se me echara en cara que, puesto que el que calla, otorga, he colaborado en la p¨¦rdida de una de las ¨²ltimas oportunidades que tiene mi ciudad para poner en pr¨¢ctica un urbanismo de calidad y al servicio de los intereses generales.
Porque, respetables opiniones aparte, hay un cierto consenso entre el personal que me merece el mayor respeto profesional en torno a la p¨¦rdida dolorosa de la oportunidad de oro que brindaban tanto los espacios del Este (a derecha e izquierda del complejo calatraviano) como la salida a Ademuz (con su flamante Palacio de Congresos de Norman Foster). En ambos casos el urbanismo practicado es netamente especulativo, arquitect¨®nicamente deficiente, urban¨ªsticamente anodino y est¨¦ticamente deplorable.
Le llega ahora el turno al Balc¨®n al Mar (en castellano, como mandan los c¨¢nones) y, a bote pronto, se me ocurrren dos objeciones en las que, al parecer, no ha ca¨ªdo la oposici¨®n. Oposici¨®n que, por lo que puede deducirse de la informaci¨®n suministrada, ha dicho un s¨ª con la boca peque?a y con reparos, anunciando ad futurem una alternativa y reclamando la paternidad del proyecto d¨¦bilmente pensado en tiempos de Ricard P¨¦rez Casado y recogido en el Libro La Valencia de los 90 que, cosas de la vida, tuve el honor de dirigir y del que se hace, en general, caso omiso a pesar de contener el famoso modelo de ciudad que se viene ejecutando la ¨²ltima d¨¦cada de forma muy diferente, por cierto, a como la pensamos en su d¨ªa alcalde, equipo de Gobierno y gabinete de alcald¨ªa. No me preocupan empero paternidades ni medallas y s¨ª la elevada probabilidad de que se vuelvan a repetir errores temporalmente pr¨®ximos.
Dec¨ªa antes de este inciso sobre la correcta dataci¨®n de las ideas que ten¨ªa un par de objeciones que hacer al proyecto. La primera referente al ¨¢mbito de actuaci¨®n y la segunda referente al proyecto expuesto. Vayamos por partes. Me parece de bastante sentido com¨²n que, si todav¨ªa est¨¢ por definir (?o ya se ha vendido la piel del oso?) qu¨¦ destino y forma se le da al ¨²ltimo tramo del Jard¨ªn del Turia (otro PAI como el de la Avda. de Francia, no, por favor) y si, adem¨¢s, el Plan Especial del Paseo Mar¨ªtimo est¨¢, como mucho, a medio ejecutar, ser¨ªa a todas luces razonable que se pensara el conjunto del ¨¢rea se?alada que, parad¨®jicamente, adopta la forma de un yugo (afortunadamente sin flechas). El ¨²ltimo tramo del Jard¨ªn, colindante con dos ¨¢reas problem¨¢ticas como Natzaret y el Camino Hondo del Grao deber¨ªa ser objeto de un dise?o arquitect¨®nico racional (yo apostar¨ªa incluso por el racionalismo) que sirviera como ¨¢rea de nueva centralidad capaz de revitalizar el deprimido entorno. Del Balc¨®n al Mar, strictu senso, hablar¨¦ a continuaci¨®n y, por lo que se refiere al Plan Especial del Paseo Mar¨ªtimo, quedan muchos m¨¢s problemas por resolver que los resueltos por la demolici¨®n / rehabitaci¨®n / reconstrucci¨®n de las viviendas de enfrente del Paseo Neptuno o el bocado que el proyecto del Balc¨®n al Mar le ha dado al solar trasero a las mencionadas viviendas para ubicar un pabell¨®n ol¨ªmpico. Entre Dr. Lluch y el Paseo Mar¨ªtimo y entre Cavite y el Mar hay mucha tela que cortar y mucha imaginaci¨®n a desplegar.
Por tanto, por una vez y aunque no sirva de precedente, ?podr¨ªamos sustituir el vuelo gallin¨¢ceo por la previsi¨®n global del ¨²ltimo espacio (el antepen¨²ltimo si se abordara el problema de Quatre Carreres i el agujero Mislata-Valencia-Benim¨¤met-Paterna)? Estoy convencido que el an¨¢lisis conjunto de los tres espacios mencionados aportar¨ªa bastante luz sobre las l¨ªneas de actuaci¨®n m¨¢s oportunas. Llegamos, por fin, al Balc¨®n al Mar, motivo de la segunda objeci¨®n anunciada. Y es que, visto el plano de usos, lo que se preve es mucho panem et circenses y, por el contrario, ni se plantea la oportunidad de aprovechar la coyuntura para ubicar actividades que refuerzen la capitalidad y el tan necesario liderazgo de la ciudad. Abundan las ¨¢reas comerciales y recreativas, los aparcamientos subterrr¨¢neos (que generar¨¢n una mayor afluencia de transporte privado), los usos deportivos (el citado pabell¨®n ol¨ªmpico, una variada gama de piscinas y pistas de hielo), una zona de espect¨¢culos y, de forma residual, un museo mar¨ªtimo.
Hace aproximadamente un a?o tuve la oportunidad de pensar con unos amigos (que, adem¨¢s, son buenos profesionales de la historia, la producci¨®n cultural y la arquitectura) este mismo espacio. Y nos sali¨® algo muy diferente a la propuesta aprobada y, sinceramente, creo que bastante mejor. Mirando al mar, en el ¨¢rea derecha propon¨ªamos un rascacielos (s¨ª, un rascacielos) que permit¨ªa prolongar la calle de J. J. D¨®mine hasta el viejo cauce y que ten¨ªa vistas tanto al Jard¨ªn del Turia como a la d¨¢rsena. Los tinglados se dedicaban al ocio al igual que el espacio delimitado por la d¨¢rsena y el nuevo puente. Pero la zona izquierda (el edificio de Aduanas, los docks etc.) se dedicaban a un uso cultural muy espec¨ªfico: la explicaci¨®n del Mare Nostrum y de los espacios ba?ados por ¨¦l, una especie de exposici¨®n permanente donde el visitante pudiera comprender fen¨®menos medioambientales, culturales, econ¨®micos y demogr¨¢ficos que afectan a este espacio. Al mismo tiempo, se propugnaba la ubicaci¨®n de un instituto de investigaci¨®n que alimentara esta labor de difusi¨®n cultural. Con ello se pretend¨ªa volver a reivindicar la capitalidad de la ciudad de Valencia en el espacio mediterr¨¢neo, idea fuerza del per¨ªodo 1980-1987 del que tan s¨®lo queda la languideciente Mostra del Cinema. Y la sra. alcaldesa, a quien tanto le gusta recordar nuestro Siglo de Oro, no deber¨ªa, a priori, hacerle ascos a esta posibilidad. Se lo pongo f¨¢cil: hacemos dos maquetas con los dos proyectos, las exponemos en La Lonja- Patrimonio de la Humanidad y que el personal decida. ?Vale?
Josep Sorribes es profesor de Econom¨ªa Regional y Urbana de la Universidad de Valencia.
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