El 70 por ciento
'Mire', me dijo el responsable del pozo, 'mire la cartilla del banco; tenemos ahorrados mil c¨®rdobas'. Me lo dec¨ªa el coordinador de uno de los treinta pozos que Acci¨®n Contra el Hambre ha ayudado a construir en Somoto, una remota regi¨®n de Nicaragua, en la frontera con Honduras. Tras mostrarme el extracto de la cuenta que ten¨ªan en un banco local, me explic¨® que esos mil c¨®rdobas, equivalentes a 12.000 pesetas, les aseguraban la autosuficiencia, ya que, gracias a ellos, podr¨ªan comprar los repuestos de la bomba manual que extra¨ªa el agua del pozo dos veces al d¨ªa; les hab¨ªa costado un a?o reunirlos a base de cotizaciones de cincuenta pesetas por mes y por familia.
En Somoto viven unas decenas de miles de campesinos, damnificados por el hurac¨¢n Mitch, en el puro l¨ªmite de la subsistencia. En la misma zona de los pozos se encuentra una escuela-comedor infantil para unos cien ni?os, algunos de los cuales padecen desnutrici¨®n. Gracias a la construcci¨®n de un gallinero comunal es posible, por el momento, asegurar que coman un huevo cada uno dos veces por semana, lo cual permite, por lo menos, evitar que los efectos de la desnutrici¨®n progresen. El gallinero ha alcanzado ya el equilibrio entre las gallinas ponedoras, los huevos y los polluelos, asegurando as¨ª, a bajo coste, la transformaci¨®n del mijo en prote¨ªnas animales.
Si cito estos dos ejemplos es porque permiten comentar uno de los problemas que tiene planteados la cooperaci¨®n con los pa¨ªses en dificultades. En ambos casos, una intensa labor de explicaci¨®n y capacitaci¨®n permite esos peque?os logros, que pueden infundir una cierta esperanza de supervivencia en condiciones, por lo menos, de mantenimiento de un m¨ªnimo vital mientras llegan a esas poblaciones los frutos del progreso.
El equipo de Acci¨®n Contra el Hambre en la zona, un espa?ol, un italiano y una francesa, ayudados por una veintena de gentes del lugar, ha conseguido organizar a unos cuantos cientos de familias, y lo l¨®gico ser¨ªa hacer lo mismo unos cuantos kil¨®metros m¨¢s all¨¢, pero ello choca inmediatamente con la falta de financiaci¨®n y los problemas burocr¨¢ticos.
La ayuda a Nicaragua se moviliz¨® espectacularmente tras el hurac¨¢n Mitch; las im¨¢genes de la televisi¨®n, la radio y las noticias de los peri¨®dicos movilizaron la solidaridad de cientos de miles de personas y permitieron, en una ayuda de primera urgencia, limitar los efectos de la cat¨¢strofe. En una intervenci¨®n de este tipo, lo principal es asegurar la distribuci¨®n de alimentos y garantizar la calidad del agua. M¨¢s tarde, superada la tensi¨®n de esa primera fase, el problema estriba en restablecer la seguridad alimentaria en la zona afectada, a menudo en el l¨ªmite de la subsistencia. Y para esto es mucho m¨¢s dif¨ªcil movilizar las ayudas.
En algunas organizaciones internacionales, la doctrina actual consiste en otorgar la prioridad a las ayudas que permitan la comercializaci¨®n de la producci¨®n agr¨ªcola en las zonas poco desarrolladas para que, poco a poco, la integraci¨®n en el comercio mundial de la parte m¨¢s activa de la poblaci¨®n impulse la difusi¨®n de las mejoras al resto de la econom¨ªa. En el caso de Nicaragua, y seg¨²n los c¨¢lculos de algunos funcionarios internacionales, un 30% de la poblaci¨®n podr¨ªa integrarse con relativa rapidez en el comercio mundial, aprovechando as¨ª las ventajas de la globalizaci¨®n; la cuesti¨®n que se plantea entonces es la de qu¨¦ sucede con el 70% restante.
Ese 70% de la poblaci¨®n es el que vive al borde de la subsistencia, y el hecho de que no haya ONG en el mundo capaz de enfrentarse con el problema no debe inducirnos a abandonar la esperanza de ayudar, de aliviar el sufrimiento de esas poblaciones. Para ello es preciso definir mejor las modalidades de intervenci¨®n, hacerlas m¨¢s flexibles, hacer menos n¨ªtida la frontera entre la intervenci¨®n de urgencia, la seguridad alimentaria y la ayuda al desarrollo. Es razonable intentar trasladar la eficiencia del sector privado a la acci¨®n humanitaria, como lo es tratar de adaptar mejor las ayudas p¨²blicas y privadas a las necesidades reales. Como dec¨ªa Jos¨¦ Bidegain, el anterior presidente de ACH, muerto tr¨¢gicamente hace a?o y medio, 'no podemos decir que no sab¨ªamos', ni podemos decir tampoco que no podemos hacer nada, abrumados por la magnitud del problema.
A nosotros nos interesa ese 70 por ciento de la poblaci¨®n, aunque no podamos ayudarles a todos. Nos importa hacerles m¨¢s soportable la espera hasta que les lleguen los beneficios del progreso de ese otro 30 por ciento de la poblaci¨®n m¨¢s pr¨®spero y m¨¢s integrado en el comercio mundial. A nosotros, organizaciones emanadas de la sociedad, modestas en nuestras pretensiones, pero eficaces en nuestro funcionamiento, nos importa compartir algo de lo mucho que tenemos, sin excluir a nadie y con la ayuda de todos.
Jos¨¦ Luis Leal es vicepresidente de Acci¨®n Contra el Hambre.
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