Color del cristal
Tengo un problema filos¨®fico acuciante: no creo en la existencia de la verdad, pero veo continuamente la de la mentira. La mentira ser¨ªa la prueba en negativo de la existencia de la verdad. Me pasaba con la existencia de Dios: por mi fe, he tenido a veces sospechas de que exist¨ªa el Diablo. Los cient¨ªficos me ayudaron cuando suscitaron la cuesti¨®n de entrop¨ªa, como opuesta a la vida. Parte de mi problema viene de los primitivos que inventaron, quiz¨¢ en Atapuerca, el pensamiento en pares de opuestos. Los lenguajes del s¨ª y el no, o del masculino y el femenino. Mentira y verdad, que siguen siendo el eje de la mayor parte de los juegos de televisi¨®n. Y de los ni?os de verdad, los de pocos a?os, amaestrados ya en la lengua del s¨ª y el no. Voy llegando a conclusiones que ya apuntaron lejanos maestros, que no fueron mucho m¨¢s lejos por el calor de las hogueras pr¨®ximas: puede haber Mal sin que ello muestre que existe el Bien, puede haber Mentiras sin existir Verdades. En estado puro. Puede haber dos mentiras contrapuestas sin una verdad que desmentir: se dice que el uranio empobrecido no causa enfermedades y se dice que el uranio empobrecido causa leucemia: pueden ser dos mentiras simult¨¢neas, desde el momento en que no sabemos la verdad. Es seguro que la maltratada ministra de Sanidad tenga raz¨®n al decir que si no se toma vaca no hay riesgo, sin necesidad de que sea cierto: es veros¨ªmil.
Juan Cruz escribe un libro Contra la sinceridad: ya es un avance. Sin que la sinceridad sea la verdad, o lo contrario de la mentira. Estoy seguro de que Miguel Servet era sincero al no creer en la Sant¨ªsima Trinidad, pero pod¨ªa haber cambiado de sinceridad cuando ol¨ªa el carb¨®n de la hoguera de Calvino. Creer o no en la Sant¨ªsima Trinidad puede ser un entretenimiento, pero nunca un asunto de vida o muerte. Tremendas trivialidades se alzan ante nosotros como si tuvieran alg¨²n inter¨¦s real.
Como todo problema filos¨®fico, el m¨ªo surge de lo insustancial. Y de lo actual. Es frecuente que las grandes jerarqu¨ªas de este mundo tengan que mentir: pero que se enreden en la mentira diciendo algo y su contrario, que un gobierno aparezca empe?ado en que un juez prevaricador vuelva a ser juez, que una ma?ana se diga hueso de ca?a y a la noche columna vertebral, que peri¨®dicos de tirada nacional se mezclen con las peores cala?as, s¨®lo demuestra la no existencia de la verdad ni de la mentira. Pero eso ya lo dijo Campoamor: el color con que se mira.
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