Estado de Bienpasar
El autor sostiene que en el Estado de Bienpasar los menos pudientes pierden en sanidad, cultura y educaci¨®n
Es necesario tomar conciencia de lo arriesgado que puede convertirse para los intereses econ¨®micos valencianos el triunfalismo que indefectiblemente caracteriza a numerosos pol¨ªticos, quienes se obsesionan por proyectar cualesquiera resultados econ¨®micos de la Comunidad Valenciana como un ¨¦xito, que siempre resulta comparativamente superior al de otras autonom¨ªas. As¨ª, y desde ya hace algunos a?os, sistem¨¢ticamente se difunden crecientes cotas de progreso en el PIB, el empleo o en la marcha de cualquier actividad productiva, con tintes de autocomplacencia desmesurados. A esa filosof¨ªa subyace el infausto calificativo de 'Levante feliz', que ha tenido continuidad posterior y que se encuentra detr¨¢s de la postergaci¨®n de la Comunidad Valenciana, durante d¨¦cadas, de inversiones que se han dirigido, a la postre, a regiones menos pretenciosas o arrogantes en sus interpretaciones de la realidad.
En esa din¨¢mica se inscriben las cifras sobre el desempleo, que llegan a instrumentalizarse hasta tal punto que parecer¨ªa que no existe ya paro y que los valencianos tienen a su antojo el puesto de trabajo que quieran elegir. Tambi¨¦n se magnifica el crecimiento econ¨®mico, el cual se sit¨²a, si se atiende a las declaraciones oficiales, a la vanguardia de Espa?a, olvid¨¢ndose de los d¨¦ficits que se arrastran y de la distancia que a¨²n nos separa de las regiones m¨¢s pr¨®speras. Parad¨®jicamente la Comunidad Valenciana con un crecimiento, al parecer, envidiado por cuantos nos rodean, contin¨²a precisando ser considerada Objetivo 1 de la Uni¨®n Europea, con la finalidad de mantener la pol¨ªtica de captaci¨®n de fondos comunitarios que propicien su asimilaci¨®n a los niveles de las regiones m¨¢s potentes de su entorno.
Bajo ese clima se contemplan, con indisimulada perplejidad, los discursos pre?ados de soberbia, donde desde la m¨¢s despiadada ignorancia o desde el puro cinismo, aderezado con demagogia paternalista, se pretende trasladar un mensaje: los logros de nuestra Comunidad son fruto exclusivo de la pol¨ªtica desplegada que, adem¨¢s, es la mejor de las posibles. ?Y los sacrificios del ciudadano de a pie d¨®nde se inscriben? Todo ello acompa?ado por los c¨®mplices c¨¢nticos de sirenas de una bien dotada coral de empresarios afines y sobre todo interesados, de tendencia que cabe calificar antischumpeteriana, cuyos conceptos de la innovaci¨®n y el riesgo en los negocios son simplemente cavernarios.
Pues bien, a pesar de las campa?as publicitarias, el ¨¦xito econ¨®mico de la Comunidad Valenciana, como el de Espa?a, tiene ahora relativamente poco que ver, a Dios gracias, con las iniciativas pol¨ªticas ind¨ªgenas, toda vez que somos cada d¨ªa menos due?os de la particular trayectoria econ¨®mica actual. Tan s¨®lo echando un vistazo a las circunstancias que condicionan la era de la globalizaci¨®n que estamos atravesando, ser¨¢ suficiente para dejar de alardear de lo que no obedece si no a la inercia de los mercados y a la ineluctable evoluci¨®n c¨ªclica de la econom¨ªa. M¨¢xime cuando, como muy bien ha explicado el profesor J. L. Sampedro, Espa?a no puede permitirse protagonismos en la mayor parte de los cometidos econ¨®micos, dado que la trayectoria de su econom¨ªa es altamente dependiente y el margen de maniobra que le resta a un gobierno es, en consecuencia, m¨¢s bien escaso. Esa dependencia tiene tres vertientes fundamentales: petrol¨ªfera, tecnol¨®gica y pol¨ªtica. Las tres dependencias justifican los niveles f¨²tiles alcanzados en numerosos frentes y los atrasos en parcelas varias, a pesar de la enfermiza petulancia pol¨ªtica por magnificar cualesquiera resultados obtenidos, lo que viene refrendado por las declaraciones hiperb¨®licas en torno a un mundo imaginario, en el que la vida para el conjunto de la sociedad es en general la que gozan en primera persona los mentores del r¨¦gimen gobernante. En suma, prevaricaci¨®n en los mensajes y en los contenidos.
Y mientras esto acontece en el maravilloso parque feliz en el que supuestamente se ha transformado la Comunidad Valenciana, ha llegado el nuevo milenio con imaginadas tasas de crecimiento que deben allanar la plena integraci¨®n econ¨®mica de esta autonom¨ªa. Entre tanto, ?hacia d¨®nde va nuestro Estado de Bienestar?
La sanidad p¨²blica se debate ante su propia subsistencia, dado que la universalizaci¨®n de la sanidad cada d¨ªa parece alejarse m¨¢s de lo que durante unos a?os constituy¨® un objetivo alcanzable. Son muchas las ¨¢reas en las que incomprensiblemente la sanidad p¨²blica no llega a¨²n, por lo que se erigen en fuente de negocio y consecuentemente de resistencia. Empero la generalizaci¨®n de las prestaciones fundamentales debe ser irrenunciable y en ese espacio es en el que se intuye el peligro de una cierta regresi¨®n. Salvo que se instaure la posibilidad de la que informaba EL PA?S los pasados d¨ªas 25 y 26 de noviembre, a trav¨¦s de una noticia-denuncia no desmentida, por la que los pacientes podr¨ªan ir con un m¨¦dico particular a los hospitales p¨²blicos, y ¨¦ste los atender¨¢ all¨ª con todos los medios a disposici¨®n de la sanidad p¨²blica. Esto s¨ª constituir¨ªa toda una novedad.
En cuanto a la ense?anza p¨²blica, otro pilar del Estado de Bienestar, ya que s¨®lo a trav¨¦s tambi¨¦n de una aut¨¦ntica universalizaci¨®n de la cultura es alcanzable una sociedad con igualdad de oportunidades, o al menos con capacidad de discernir ante los acontecimientos. Nadie niega el derecho a la ense?anza privada, pero no al precio actual cuando estamos comprobando el grado de deterioro en las instalaciones de numerosos centros p¨²blicos, la escasez de medios o la inducida falta de motivaci¨®n de docentes ante una pol¨ªtica de ense?anza p¨²blica claramente obtusa. Tal estado de la ense?anza p¨²blica en todos los niveles y a la que todos sin exclusi¨®n tenemos derecho, desencadena una preocupante situaci¨®n que afecta a la mayor parte de la generaci¨®n futura, ya que se establece una brecha social entre la educaci¨®n privada y los medios puestos a disposici¨®n de ¨¦sta y la p¨²blica con los suyos cada d¨ªa m¨¢s recortados. Esto constituye una de las injusticias m¨¢s agobiantes que est¨¢ viviendo nuestra sociedad en este fin de milenio, aunque hechos de tal calibre m¨¢s bien nos retrotraigan, en el mejor de los casos, a principios del siglo que acaba de concluir.
Se vislumbra, en consecuencia, una relativa condena del Estado de Bienestar, debiendo diferenciarse entre lo que se dice y lo que efectivamente se vive, pues no puede ocultarse la generalizada anestesia social que se detecta, la cual incentiva lo que podr¨ªa denominarse por contraposici¨®n Estado de Bienpasar. En este Estado una parte considerable de la ciudadan¨ªa -entre la que se cuentan tambi¨¦n algunos destacados miembros- silencia su opini¨®n, dado que no resulta conveniente discrepar, por lo que se muestra aparentemente indiferente, cuando no ajena, a las problem¨¢ticas de nuestro tiempo y sencillamente espera a que 'escampe'. Todo ello acompasado de los subproductos de entretenimiento m¨¢s absurdos, que reducen al m¨¢ximo la visi¨®n reivindicativa de anta?o y sesgan la capacidad de entender lo que sucede, favoreciendo as¨ª el grado de manipulaci¨®n al que se ve sometido, muy a su pesar, cualquier ciudadano. Se enmarca tal actitud en la vor¨¢gine de enajenaci¨®n en la que se ha convertido el fen¨®meno audiovisual, donde lo importante es el receptor, pero para ver ?qu¨¦? y o¨ªr ?qu¨¦?.
En plena era de la globalizaci¨®n, internacionalizaci¨®n y tecnificaci¨®n, la respuesta gubernamental coherente con el Estado de Bienpasar es el ocio y la distracci¨®n, y una total amnesia ante cualquier traspi¨¦, que en el peor de los caso es debido a la herencia del pasado. Esto concuerda con la lectura que se practica de la liberalizaci¨®n de los mercados, la cual se 'vende' como ventajas para una sociedad que aspire a un moderno Estado de Bienestar. Pero dicha sociedad no acaba de descubrir d¨®nde radican esas virtudes, porque ?es m¨¢s barato hoy el tel¨¦fono?, ?cu¨¢ntas ofertas se encuentran en el liberalizado precio de los productos petrol¨ªferos?, y as¨ª tantos ejemplos como se quiera traer a colaci¨®n. Al final, la liberalizaci¨®n se est¨¢ entendiendo como una herramienta que se impone desde 'arriba' para someter a los de 'abajo', en tanto que los de 'abajo' lo que necesitan es libertad para liberarse de los de 'arriba'. Pura utop¨ªa, pero necesaria para sobrevivir, y ello s¨®lo es factible a trav¨¦s de la cultura, sustento de la utop¨ªa.
En suma, en el horizonte valenciano se encuentra todo un popurr¨ª de dislates financiados con dinero p¨²blico, a disposici¨®n de quienes controlan los medios y de consecuencias imprevisibles para una sociedad cada vez m¨¢s distanciada de los valores ¨¦ticos que, al mismo tiempo, est¨¢ desperdiciando muchos de los logros del Estado de Bienestar que se desvanece de forma inquietante. Mas es de especial preocupaci¨®n el ¨¢mbito educativo y el sanitario, pese a que las fuentes oficiales traten de sobornar la realidad y de secuestrar, cuando no de insultar el sentido com¨²n, dulcificando lo que acontece y reforzando de esa manera los par¨¢metros del naciente Estado de Bienpasar, que da curso a un proceso natural de atenci¨®n selectivo en todos los ¨®rdenes, que soslayara a los menos pudientes, quienes continuar¨¢n siendo los claros perdedores sanitaria, educativa y culturalmente hablando. La respuesta: rebeld¨ªa con competencia que dir¨ªa Myrdal.
Vicente M. Monfort es profesor asociado en la Universidad Jaume I de Castell¨®n. vmonfort@emp.uji.es
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.