Llueve sobre Saramago
El Nobel portugu¨¦s promociona en Sevilla su nueva novela, 'La caverna', una recreaci¨®n del mito plat¨®nico
'?Qu¨¦ desconsideraci¨®n, viene uno de fuera y le reciben con un diluvio!', bromeaba ayer Jos¨¦ Saramago, con aspecto cansado, ante el hotel Col¨®n de Sevilla mientras intentaba conseguir un taxi para acudir a un c¨¦ntrico y conocido restaurante. El escritor portugu¨¦s tuvo una apretada agenda de entrevistas y presentaciones en la capital andaluza, adonde lleg¨® para promocionar la primera novela que publica tras recibir el Premio Nobel de Literatura en 1998: La caverna (Alfaguara), que retoma el mito de la caverna de Plat¨®n como una met¨¢fora de lo que considera que son las cavernas de hoy: los centros comerciales, donde las personas creen que ven y viven en el mundo real cuando s¨®lo perciben su apariencia.
El patio de Radio Sevilla se convirti¨® a mediod¨ªa en el escenario de una conferencia de prensa que comenz¨® con el anuncio de que no hablar¨ªa mucho sobre su novela, aunque s¨ª lo hizo, y por largo tiempo, de otras cosas. El autor de Memorial del convento confes¨® que cada d¨ªa le interesa menos hablar de literatura.
La bestia
Sus palabras derivaron, fundamentalmente, a lo que le preocupa: la globalizaci¨®n, que considera una nueva forma de totalitarismo -'Puede llegarse a una situaci¨®n totalitaria sin que lo parezca', indic¨®-; el mercado, los derechos humanos, el poder, el pensamiento cr¨ªtico, y el ser humano, sobre el que tiene una teor¨ªa bastante sombr¨ªa: 'Todos, sin excepci¨®n, llevamos dentro una bestia. Los mejores hacen lo que pueden para mantenerla atada; otros, a la m¨ªnima provocaci¨®n, la liberan'. Abundando en esta idea, el Nobel portugu¨¦s cree que no hay una educaci¨®n para la paz, sino para la guerra, incluso en las relaciones humanas. 'Al otro hay que mirarlo como a un enemigo. Somos animales gregarios que tenemos que vivir juntos, pero no hemos aprendido a hacerlo'. En ese marco situ¨® el rechazo a los inmigrantes, la xenofobia, el racismo y el maltrato a las mujeres, violencia ¨¦sta ¨²ltima para la que no ha podido encontrar una explicaci¨®n. 'No tengo explicaci¨®n para tantos asesinatos, pero la protecci¨®n de las mujeres es insuficiente. No funciona'.
En pol¨ªtica, Saramago cree que 'si el socialismo se pervirti¨®, el capitalismo es obviamente, y en todo, perverso'. 'Aunque en la pr¨¢ctica da lo mismo', declar¨®, 'un sistema de por s¨ª perverso y otro que se pervierte, porque las consencuencias son igualmente negativas, no creo que ambos sean lo mismo'.
Socialismo catal¨¦ptico
Adem¨¢s, puesto que el 'socialismo se acab¨®, est¨¢ dormido o catal¨¦ptico', prefiere hablar de lo que hay, 'un capitalismo autoritario' en el que, apunt¨®, los derechos humanos son 'papel mojado' y no se cumplen, y el ser humano es 'lo m¨¢s descartable del mundo, ya que si no sirves, fuera'. En opini¨®n del escritor, el poder real no se corresponde en las democracias con el poder pol¨ªtico, que es el que eligen los ciudadanos.
'El poder real pertenece a las multinacionales, que no se presentan a las elecciones. Da igual que los gobiernos sean conservadores, liberales o socialdem¨®cratas. Todos tienen que hacer la misma pol¨ªtica. El resto es decorado, y esto es una verdad que est¨¢ en la calle', asever¨® el autor de El Evangelio seg¨²n Jesucristo, que considera que el tiempo de las revoluciones ya pas¨® y ya no es posible hacerlas. 'La ¨²nica revoluci¨®n efectiva ser¨ªa la que desplazara al poder desde donde est¨¢. Se puede hacer contra un Gobierno, pero no contra una multinacional. ?se es el problema'.
Frente a lo que ve como una renuncia progresiva del hombre actual a pensar, Saramago invit¨® a mantener una conciencia cr¨ªtica que lleve a cuestionar el poder haci¨¦ndose cada d¨ªa tres preguntas: 'Por qu¨¦, para qu¨¦ y para qui¨¦n'. No ahorr¨® cr¨ªticas para los medios de comunicaci¨®n, que 'administran la bazofia cotidiana', en lugar de ir al fondo de los problemas.
Sobre las disputas entre escritores a cuenta de los premios literarios, las calific¨® de infantiles. 'Es una p¨¦rdida de tiempo esa discusi¨®n de qui¨¦n es m¨¢s y qui¨¦n menos', opin¨®. Y asegur¨® que jam¨¢s ha entrado en una pol¨¦mica de descalificaciones e insultos y nunca lo har¨¢, porque no contesta a las cr¨ªticas, sean cuales sean: 'Todo el mundo tiene derecho a decir lo que quiera sobre m¨ª. No contestar¨¦, ni aunque digan que soy un ladr¨®n o que mat¨¦ a mi abuelita'. Luego, comenz¨® el diluvio.
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