De encefalopat¨ªas e incompetencias
Si, como sentencia el refr¨¢n ingl¨¦s, cuanto m¨¢s alto sube la mona, m¨¢s y mejor se le ven las posaderas, es indudable que los espa?oles llevamos ya alg¨²n tiempo contemplando, entre at¨®nitos y estupefactos, el trasero pol¨ªtico de la ministra de Sanidad, la inefable Celia Villalobos, cuyo nombramiento no acredita precisamente la sind¨¦resis de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar. Y no tanto por sus dislates ¨®seo-culinarios, que tambi¨¦n, sino sobre todo por su incre¨ªble habilidad para complicar una situaci¨®n de por s¨ª ya harto compleja al haber metido de lleno al gobierno central en una enfangada charca cuyos l¨ªmites competenciales residen fundamentalmente en las comunidades aut¨®nomas, por lo que sin su incontinencia verbal y su abismal ignorancia, am¨¦n de su peculiar idiosincrasia retrechera y chulapona, pod¨ªa perfectamente haber cumplido de forma discreta su papel de alta coordinaci¨®n y de provisi¨®n de los necesarios medios materiales, eludiendo por lo menos el v¨®rtice del hurac¨¢n que la arrastra entre las merecidas cr¨ªticas y las cuchufletas no menos pertinentes.
Para este gobierno tan demosc¨®pico y auscultivo ¨¦l, que no s¨®lo se mueve a golpe de sondeo sino que ha hecho de la ignorancia de la realidad y de su sustituci¨®n por la percepci¨®n que de la misma puede tener la ciudadan¨ªa todo un arte, ha debido ser un gran golpe encajar la opini¨®n p¨²blica sobre este asunto de las llamadas 'vacas locas'. En la encuesta electr¨®nica realizada por este diario entre sus lectores los resultados de casi tres mil respuestas no pueden ser m¨¢s demoledores: un 48% se?ala como culpable de la situaci¨®n al Gobierno frente a un sorprendentemente bajo 18 % que apunta hacia los ganaderos, algunos -o muchos- de los cuales son los directos responsables de haber alterado la cadena tr¨®fica transformando inocuos rumiantes en carn¨ªvoros potencialmente pat¨®genos. Parece que nos encontramos ante una variante m¨¢s del piove, porco governo, aunque es dudoso que sin el efecto 'caldo', sin la dial¨¦ctica Ca?ete-Villalobos y, sobre todo, sin los burdos manejos informativos gubernamentales la percepci¨®n fuese la misma. Un abrumador 92% indica, por otra parte, que se considera poco informado al respecto. En t¨¦rminos de la teor¨ªa de la elecci¨®n p¨²blica se considera que el votante incurre en 'ignorancia racional' cuando el coste de adquirir la informaci¨®n necesaria es superior a los beneficios que se supone pueden derivarse de la misma. No deber¨ªa ser ¨¦ste el caso cuando nos jugamos tanto en el envite, aunque lo cierto es que las informaciones disponibles no predisponen al sosiego.
Los datos indican que en Espa?a se producen anualmente 70.000 toneladas entre vacas muertas en las explotaciones y las partes del vacuno consideradas como materiales espec¨ªficos de riego. Para incinerar adecuadamente estos residuos s¨®lo existen en Espa?a cinco plantas, una en Galicia, otras dos en Castilla-Le¨®n y Catalu?a y las dos restantes en la Comunidad Valenciana, lo que obliga por fuerza a un voluminoso transporte, que puede comportar riesgos a?adidos. Pero resulta adem¨¢s que en este pa¨ªs, donde seg¨²n las fuentes gubernamentales nunca se iban a producir casos como en los pa¨ªses vecinos porque aqu¨ª no se suministraba harinas c¨¢rnicas a los animales, se obtienen al a?o 420.000 toneladas de harinas animales, procedentes de otros residuos vacunos, porcinos, ovinos y aves. Cantidad que va a ser incinerada en cementeras, previo pago de 12 pesetas por kilo tratado, y cuyas cenizas se incorporaran al producto final, al cemento. Surge la primera duda m¨¢s que razonable: si hasta ahora no hab¨ªa coste de eliminaci¨®n de estos residuos, reciclados en harinas, es l¨®gico interrogarse acerca de qu¨¦ va a pasar en el futuro ahora que ¨¦stas est¨¢n prohibidas y quien va a acabar pagando este nuevo coste, si es que se mantiene el sistema actual -y yo no veo otra posibilidad fuera de los enterramientos clandestinos- de seguir utilizando las 50 plantas transformadoras de despojos que existen, para luego quemar en las cementeras las harinas resultantes que hasta ahora se vend¨ªan como piensos ?Puede incorporarse este sobrecoste al precio de un producto cuya demanda ha ca¨ªdo en picado sin presionarla a¨²n m¨¢s a la baja? ?Vamos por contra todos -incluidos los vegetarianos- a asumir permanentemente, v¨ªa presupuestos, esta especie de gravamen pecuario?.
Al margen de su peligrosidad resulta indiscutible que el auge de la ganader¨ªa intensiva ha estado ligado al aporte prote¨ªnico que supon¨ªan las harinas c¨¢rnicas ?C¨®mo va a suplirse su carencia? ?Resulta viable la estabulaci¨®n sin ellas, teniendo en cuenta no s¨®lo sus baratas prote¨ªnas, sustitutas de la car¨ªsima soja, sino que al parecer aceleraban notablemente el desarrollo de las reses, acortando su ciclo de crianza?
En cuanto al imprescindible control, que nuestra consejera de Agricultura Ram¨®n Llin s¨®lo nos garantiza, faltar¨ªa m¨¢s, para las carnes valencianas ?Es cierto que los tests pri¨®nicos disponibles, tanto el suizo Prionics como el franco-estadounidense Biorard, pueden dar falsos negativos puesto que s¨®lo detectan al agente pat¨®geno cuando se encuentra alojado en el sistema nervioso central? ?Va seguirse permitiendo que mediante una simple declaraci¨®n del ganadero el alb¨¦itar de turno firme el certificado correspondiente, cuando la enfermedad, fuera de casos extremos con s¨ªntomas visualizables, no puede detectarse m¨¢s que mediante an¨¢lisis post mortem? Y, hablando de an¨¢lisis, el Laboratorio Nacional de Referencia sobre Encefalopat¨ªas, sito en Zaragoza, ?tiene capacidad suficiente para la demanda de toda Espa?a? ?Es cierto asimismo que hace ya a?os que se han descrito casos de encefalopat¨ªa espongiforme en los corderos aunque no parecen ser vectores de transmisi¨®n al hombre?
?stas y muchas otras preguntas exigen respuestas claras y precisas y es una responsabilidad ineludible del Gobierno practicar una pol¨ªtica informativa con total transparencia y sin otros intereses ni l¨ªmites que la salud p¨²blica y la tranquilidad ciudadana. Del Gobierno depende fijar los l¨ªmites entre la alerta y el miedo o, a estas alturas ya, entre ¨¦ste y el p¨¢nico generalizado. Claro que mientras tenga entre sus filas a la Villalobos este Gobierno goza de poco margen de maniobra al respecto.
Segundo Bru es catedr¨¢tico de Econom¨ªa Pol¨ªtica y senador socialista por Valencia.
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