La furia de Pandiani
El Deportivo tumba al Valencia en un partido bronco con dos goles en los minutos finales
Lo que no hab¨ªa logrado el f¨²tbol lo consigui¨® la fe. El Deportivo se desesperaba ante la impenetrabilidad de un Valencia que, seis a?os despu¨¦s, parec¨ªa dispuesto a mojar de nuevo en Riazor. Ni siquiera la expulsi¨®n de Ilie, casi al inicio de la segunda parte, hab¨ªa socavado la robustez del Valencia, que resist¨ªa imp¨¢vido y se permit¨ªa amenazar con insidiosos contragolpes. Pero, cuando los locales parec¨ªa abandonar toda esperanza, surgi¨® la figura de Pandiani, un hombre destinado a jugar poco y decidir mucho. A dos minutos del final, meti¨® su cabeza a un centro de Valer¨®n con toda la furia del mundo y la resistencia visitante se quebr¨® al fin.
El choque se atuvo a las previsiones y confirm¨® la fisonom¨ªa de los dos equipos, que no destacan por la vistosidad de su f¨²tbol, pero a los que nadie podr¨¢ negar que son dos de los m¨¢s reconocibles y solventes. Hubo m¨¢s disputa que f¨²tbol y el inter¨¦s estuvo m¨¢s en la energ¨ªa f¨ªsica y t¨¢ctica desplegada por los contendientes que en el poco juego. Desde el inicio, el duelo se coci¨® entre las bambalinas del mediocampo, donde la intensidad de la pugna atrapaba a los actores y les imped¨ªa asomarse al borde del escenario. No result¨® sorprendente que, trat¨¢ndose de dos equipos tan densos t¨¢cticamente, la cuerda s¨®lo se rompiera ocasionalmente por alg¨²n error y no por la inventiva de los futbolistas. En una de esas ocasiones, al principio, el Valencia pudo cambiar el signo del partido, pero el delicado toque de Carew ante Molina se fue rozando la base del poste.
Las obligaciones que impone jugar en casa forzaron al Deportivo a llevar la iniciativa, aunque esa circunstancia no le procurase mayor provecho en el momento de abordar el ¨¢rea rival. El grupo de Irureta jug¨® con la paciencia habitual y no olvid¨® tocar todas las cuerdas, incluidas las de los costados, especialmente el izquierdo, donde Fran surti¨® de toda clase de balones a un Romero tan tenaz como poco afortunado en los centros. Buenos prop¨®sitos en el Deportivo si no fuese porque su rival se mostr¨® tan imperturbable como un monje tibetano.
La segunda parte arranc¨® con un vertiginoso intercambio de contragolpes que no supieron culminar ni Vicente, ni Carew ni Makaay. El partido parec¨ªa abierto para cualquiera hasta que a Ilie se le fue la olla y le meti¨® la mano a un bal¨®n cuando ya ten¨ªa una tarjeta amarilla. La reacci¨®n del Deportivo a la s¨²bita inferioridad del Valencia fue contundente: Djalminha no esper¨® ni un minuto para rematar al poste. Poco despu¨¦s volvi¨® a encontrar la madera en un c¨®rner que lanz¨® con uno de esos toques impregnados de veneno que los brujos de Brasil ense?an a sus ni?os.
Hasta el final, el Deportivo intent¨® agobiar al Valencia, lo que consigui¨® en algunas ocasiones gracias a la maestr¨ªa de Fran. El rival, sin embargo, se resisti¨® a doblar la rodilla y hasta se permiti¨® asustar con alg¨²n contragolpe, como aqu¨¦l que estrope¨® Carew en el disparo final frente a Molina. La solvencia del equipo de C¨²per parec¨ªa insalvable, pero se le agot¨® a falta de dos minutos gracias a la fe de Pandiani -a gritos desde la banda, C¨²per culp¨® del gol a Mendieta, que tard¨® en regresar a marcar a Valer¨®n, autor de la asistencia-. Luego, para aumentar la sensaci¨®n de irrealidad, Makaay se sum¨® a la fiesta y redonde¨® un marcador que nadie pod¨ªa esperar hasta segundos antes.
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