Jeane Moreau
La m¨ªtica int¨¦rprete de 'Jules et Jim' es la primera francesa que entra como miembro de pleno derecho en la Academia de Bellas Artes de Francia
Jeanne Moreau entr¨® el pasado mi¨¦rcoles en la Academia de Bellas Artes de Francia como miembro de pleno derecho. Es la primera mujer que entra en la historia de esta instituci¨®n. Y lo hizo como lo que siempre ha querido ser: una mujer libre. Libre por sus decisiones -'no pienso llevar la espada de acad¨¦mico. Prefiero un broche de Van Cleef'-, libre por su manera de abordar su carrera -'no he venido aqu¨ª a hablar de cine sino a rendir homenaje a quienes alimentaron mi vocaci¨®n de actriz'- y libre a la hora de aceptar su imagen y su pasado -'no me arrepiento de nada. La idea de que la vida sea como una monta?a que se sube hasta los 40 a?os para luego empezar el descenso, se me antoja una estupidez. La vida es la escalera de los ¨¢ngeles, la del sue?o de Jacob. ?Hay que subir, subir, subir siempre!'-.
Fue Pierre Cardin quien la present¨® a sus nuevos colegas acad¨¦micos. Lo hizo de una manera que s¨®lo ella, Jeanne Moreau, pod¨ªa aceptar y asumir. Cardin, que adapt¨® especialmente para la actriz el traje verde bordado tradicional de los acad¨¦micos, la record¨® 'en Venecia, en el hotel Danieli, en esa gran habitaci¨®n en la que vivieron George Sand y Musset y en la que nosotros hac¨ªamos el amor, entrelazados nuestros cuerpos. No creo que haya raz¨®n m¨¢s hermosa para explicarse la vida', concluy¨® el modisto.
Durante su intervenci¨®n en la Academia ella prefiri¨® recordar los alejandrinos de la Ifigenia de Jean Racine y los recit¨®. 'Gracias a esa escena fui admitida en el Conservatorio, en 1947, y gracias a ella hoy estoy aqu¨ª'. La actriz hizo un elogio de su madre inglesa y de su padre arruinado, de su abuelo navegante y de su abuela amiga, y se remiti¨® a esos otros desconocidos que le permitieron ser ella. 'Mi profesor de dicci¨®n, monsieur Laurencin, y mi profesor de interpretaci¨®n, monsieur Denis d'In¨¨s, decano de la Com¨¦die Fran?aise'.
Quiso hablar tambi¨¦n Moreau de los actores de los que aprendi¨® y admiraba -Jean Levret, Jean Meyer, Robert Hirsch y 'tantos otros'- pero, sobre todo, confes¨® que qued¨® deslumbrada, en 1944, cuando asisti¨®, a escondidas, a un ensayo de la Ant¨ªgona de Anouilh. 'Ese d¨ªa supe que quer¨ªa estar ah¨ª, bajo los proyectores, ser la intransigente, la rebelde que se enfrenta a los dioses, que habla por aquellos que no se atreven, que no pueden hacerlo. Esa iba a ser yo'.
La pol¨ªtica, en el sentido estricto, nunca la ha interesado, declara. 'Cuando oigo hablar de pol¨ªtica me atonto, tengo la sensaci¨®n de entumecerme'.
En 1944, en el momento de la Liberaci¨®n de Francia, 'viv¨ª una alegr¨ªa loca' pero 'no comparable con la emoci¨®n que sent¨ª al ver a Marie Bell interpretando Fedra en la Com¨¦die Fran?aise'. Eso no la impidi¨® tener actitudes c¨ªvicas comprometidas, como firmar la carta confesando que hab¨ªa abortado, delito que pod¨ªa llevarla a la c¨¢rcel. 'Soy una no militante militante'.
Jeanne Moreau es la Eva de Losey o la protagonista de Los amantes, una mujer cuyo entusi¨¢stico orgasmo escandaliz¨® a los espectadores del festival de Venecia. No le import¨®. 'Yo entonces estaba muy enamorada de Louis Malle y ¨¦l un poco menos de m¨ª. Me escrib¨ªa con Ingmar Bergman, que me parec¨ªa que era el ¨²nico hombre que pod¨ªa comprenderme, y ¨¦l me respond¨ªa largas cartas en sueco'. Tard¨® en encontrar un traductor al que ella aceptara confiar su intimidad.
Nadie se ha paseado por las calles de noche como ella en Ascensor para el caldalso o en La noche y ninguna mujer ha sido m¨¢s libre que ella en Jules et Jim, cuando no quiere elegir entre sus dos amantes porque los dos le parecen estupendos. Orson Welles descubri¨® su voz ronca, que Jeanne sab¨ªa beber y fumar como un hombre sin dejar de ser mujer. En El proceso, Una historia inmortal y Falstaff supo convertirse en personaje wellesiano aportando un toque refinamiento al exceso.
Ophuls, Godard, Friedkin, Richardson, Losey, Malle, Truffaut, Asquith, Duras, Frankenheimer, Demy, Wenders, Varda, Deville, Angelopoulos, Renoir, Welles, Antonioni, Brook figuran entre los hombres que tuvieron la fortuna de conocerla, de tenerla en sus pel¨ªculas. Hoy sigue en activo, sigue fumando a pesar del c¨¢ncer que estuvo a punto de costarle la vida, y sigue neg¨¢ndose a que la llamen madame Moreau: '?Acaso estoy casada con mi padre?'.
Jeanne alterna el cine comercial con las obras de vanguardia y el teatro; los nombres consagrados con el de los debutantes. Tiene la edad que aparenta y eso la ayuda a que a¨²n la queramos m¨¢s. Pero sabe ser joven y por eso puede presidir la fundaci¨®n Equinoxe, que ayuda a buscar nuevos talentos en el mundo del gui¨®n.
El mi¨¦rcoles, bajo la c¨²pula de la Academia en la que entr¨® con los honores de los tambores de la Guardia Republicana, record¨® tambi¨¦n a otro de sus creadores, el dramaturgo Turgueniev, que ella interpretara en la Com¨¦die: 'Se siembra durante a?os... a?os que se van como inviernos. Llegas a creer que no existe la primavera... y de pronto, de golpe, ?ah¨ª est¨¢ el sol!'.
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