Hijos de la sociedad
Me refiero a esos menores con edades comprendidas entre los 14 y 16 a?os que, adem¨¢s de ser hijos de sus padres, por sus especiales circunstancias de vida, tambi¨¦n son hijos de nuestra sociedad, en el sentido de que ¨¦sta debe responsabilizarse de ellos.
Como abogado defensor de menores, he podido constatar que, en un Estado social y democr¨¢tico de Derecho como el nuestro, ni las leyes de educaci¨®n, ni las de bienestar social tutelan a los menores conflictivos entre 14 y 16 a?os. Durante esta edad, los menores tienen el deber (y tambi¨¦n el derecho) de asistir a la escuela, pero de hecho no lo hacen sino que se convierten en 'carne de prisi¨®n'.
Las circunstancias de vida de esos menores casi siempre son las mismas: viven en chabolas o en pisos sin agua corriente ni luz, en familias numerosas totalmente desestructuradas, con ausencia del padre o de la madre, con hermanos mayores delincuentes habituales, familias marcadas por el paro y por la droga. Estos menores, que se cr¨ªan en la calle, pr¨¢cticamente solos, ni siquiera tienen opci¨®n al fracaso escolar porque no asisten a la escuela. Privados de todo tipo de educaci¨®n, se enfrentan a una sociedad que no les ofrece nada. El resultado es la situaci¨®n de grave riesgo en que se encuentra ese menor, abocado a la c¨¢rcel, en muchos casos sin posibilidad de reinserci¨®n.
Como creo que la sociedad tambi¨¦n es responsable, por eso me dirijo a ella, para llamar la atenci¨®n sobre esos hijos suyos, 'nuestros', que, desde que nacen, carecen de lo m¨ªnimo para satisfacer sus necesidades b¨¢sicas, y entre ellas, especialmente, la educaci¨®n.
Pienso que el conjunto de la sociedad, toda la comunidad, debe tomar conciencia de que esos 'menores conflictivos' son tambi¨¦n hijos suyos. S¨®lo desde la movilizaci¨®n social se lograr¨¢ que nuestros representantes pol¨ªticos adopten, con con car¨¢cter prioritario, las medidas necesarias que permitan realizar un seguimiento constante del menor y una intervenci¨®n educativa directa en cada uno de ellos, a fin de integrarles en actividades no s¨®lo formativas, sino tambi¨¦n l¨²dicas, de ocio y tiempo libre.
La sociedad debe ofrecerse, sin reservas, a solucionar este grave problema y a exigir a los legisladores y a los pol¨ªticos que, de inmediato, busquen la forma de garantizar el derecho a la educaci¨®n de esos menores, comprometi¨¦ndose a proporcionar los medios econ¨®micos necesarios para que esos adolescentes, esos hijos suyos, reciban la educaci¨®n que necesitan, para ser orgullo, y no v¨ªctimas, de nuestra comunidad.
Rafael Venegas Caruana es presidente de la Asociaci¨®n Valenciana para la Defensa del Menor
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