Vuelven las roscas desde el pico del ¨¢rea
El Murcia ficha al futbolista que el Madrid despreci¨® pese a sus goles de hace un a?o
Rolando Z¨¢rate Riga (Buenos Aires, 1978) pas¨® por el Real Madrid dejando una marca fugaz y una inc¨®gnita. Lleg¨® con el t¨ªtulo del campeonato argentino bajo el brazo. Marc¨® dos goles en la Copa y uno en la Liga. Los tres decisivos. Fue tres veces titular en el primer equipo y durante alg¨²n tiempo ostent¨® la condici¨®n de m¨¢ximo goleador de la Segunda Divisi¨®n B. Sin embargo, el Real Madrid no hizo efectivo el derecho de compra al V¨¦lez Sarsfield argentino. No pag¨® los cerca de 400 millones de pesetas que val¨ªa su pase. Y en verano, este Z¨¢rate, apodado El Chino -y hermano del Rat¨®n, jugador del M¨¢laga- desapareci¨® sin dejar rastro. Hasta que hace unos d¨ªas se supo que hab¨ªa fichado por el Murcia. Habr¨ªa debutado ayer, contra el Elche, de no ser porque se retras¨® su llegada a la nueva ciudad.
?Por qu¨¦ al Madrid no le interes¨® su adquisici¨®n? Seg¨²n versiones del club, resulta que entre Z¨¢rate y un destino blanco se interpuso el olfato pericial de Jos¨¦ Mart¨ªnez, Pirri, hasta hace poco el secretario t¨¦cnico del club. Dice el prontuario que en medio del fragor del ¨¦xito, cuando marcaba goles en el filial y en el primer equipo con una facilidad pasmosa, a Rolando le dio por entregarse al recreo. Alguna vez, alg¨²n esp¨ªa madridista le sorprendi¨® con una copa en la mano, en actitud distendida y con m¨²sica de fondo. Este hecho fue juzgado con severidad implacable por el cuerpo t¨¦cnico, que interpret¨® en ¨¦l una evidencia lapidaria: el delantero no hab¨ªa sabido asimilar el triunfo y marchaba hacia su perdici¨®n profesional.
Desconcertado, al principio Z¨¢rate no supo por qu¨¦ se cay¨® de todas las convocatorias de Vicente del Bosque. Luego, tampoco acert¨® a adivinar por qu¨¦ el Real Madrid no lo quiso ni para aprovecharse de su cotizaci¨®n en alza, y venderlo. S¨®lo cuando ya era demasiado tarde, un d¨ªa de julio, sospech¨® incr¨¦dulo que hab¨ªa sido sentenciado por aquello que consider¨® la nimiedad de una noche de primavera. Ahora regresa a Espa?a a concluir el truncado desaf¨ªo del f¨²tbol europeo.
Su leyenda particular asegura que su madre contempl¨® la final del Mundial de 1978 -ganada por Argentina a Holanda- cuando ¨¦l se revolv¨ªa en el ¨²tero. De esa experiencia prenatal, de su padre y sus hermanos, le viene esa soltura para jugar. Su tiro preferido, como demostr¨® en sus tres o cuatro ratos de gloria en el Bernab¨¦u, consist¨ªa en perfilarse en el pico izquierdo del ¨¢rea grande y rematar con el interior del pie derecho al segundo palo: el bal¨®n describ¨ªa una curva insalvable para el portero y se clavaba junto al poste. Al recuerdo de ese tiro envenenado se agarra ahora el Murcia.
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