La locura de las 'vacas locas'
Desde mucho antes de Napole¨®n, los ovejeros ingleses estaban habituados a presenciar la escena siguiente: una de sus reses perd¨ªa coordinaci¨®n y empezaba a arrancarse la lana frot¨¢ndose contra los postes. De esta costumbre, denominada en ingl¨¦s scrape-off, le vino el nombre a la afecci¨®n misteriosa: scrapie. Se sacrificaba al animal enfermo y se daban de comer los despojos al servicio, al que, muy en la l¨ªnea del Antiguo R¨¦gimen, se supon¨ªa demasiado tosco para sufrir por la ingesti¨®n de carne infectada. Avancemos ahora dos siglos. En los a?os veinte se describi¨® una enfermedad humana (de Creutzfeldt-Jakob o CJD) que ofrec¨ªa analog¨ªas intrigantes con el scrapie. En un 85% resultaba ser de origen desconocido, en un 5% infecciosa, y en un porcentaje incierto (10-15%) pod¨ªa vincularse a predisposiciones hereditarias. En los 70, Stanley Pruisiner, galardonado en el 97 con el Nobel de Medicina, indentific¨® la prote¨ªna causante de la enfermedad. Se trataba del ahora c¨¦lebre pri¨®n. El pri¨®n es una variante espacial de otra prote¨ªna, presente en los cerebros de cualquier persona, as¨ª sana como enferma. La prote¨ªna alterada altera a la normal, y provoca una reacci¨®n en cadena que al cabo produce la enfermedad. Las prote¨ªnas normales exhiben una tendencia, estad¨ªsticamente muy baja, a alterarse. El desastre ocurre cuando se rebasa un umbral cr¨ªtico y comienza la reacci¨®n en cadena. De ah¨ª que exista la variante espor¨¢dica o de origen desconocido. Pintan mal los naipes, la estad¨ªstica se vuelve contra el individuo normal, y en un a?o m¨¢s o menos nos vamos al otro mundo.
En 1985, en el Reino Unido, se describe la EEB o Enfermedad Espongiforme Bovina, la cual guarda un aire de familia con el scrapie. Tres a?os m¨¢s tarde, se vincula la EEB a la ingesti¨®n de piensos animales con extractos de carne y huesos de ovejas infectadas. Incalificablemente, las autoridades brit¨¢nicas proh¨ªben el uso de los piensos en su suelo, pero no su exportaci¨®n. El resultado, es que el mal de las vacas locas se ha extendido por toda Europa, Espa?a inclu¨ªda. No quiero vanagloriarme de lo que no es m¨ªo, y les prevengo que estas noticias proceden de un art¨ªculo, a¨²n sin publicar, de Miguel ?ngel Toro, un competent¨ªsimo investigador del Centro Nacional de Investigaci¨®n Agraria. Y ahora, vayamos a la pol¨ªtica.
El caso ha cogido a contrapelo a los pol¨ªticos, los cuales, presionados por los medios, se han dedicado, por lo com¨²n, a decir tonter¨ªas. El r¨¦cord se lo lleva Celia Villalobos, la cual, sin asesores, con poca cabeza, y lengua incontenible, ha contribuido a sembrar el desconcierto. No ha ocurrido lo mismo con el ministro de Agricultura, mucho m¨¢s articulado y prudente. Resumiendo la situaci¨®n al m¨¢ximo, cabr¨ªa decir que el caos informativo y la filosof¨ªa seudoecologista est¨¢n induciendo una sobrerreacci¨®n irracional. Es una simpleza afirmar que las vacas han enfermado porque Dios las cre¨® para comer hierba y ahora est¨¢n comiendo carne. Lo que ocurre, es que esa carne est¨¢ infectada. Es una bobada sostener que el progreso est¨¢ volviendo todo patas arriba: hubo muchos m¨¢s afectados en la Inglaterra anta?ona. S¨®lo que no se diagnosticaban, que es otro asunto. Concluiremos por comer menos carne de vaca, o mucho m¨¢s cara, sin necesidad alguna. Aqu¨ª y en todas partes, donde tambi¨¦n se cuecen habas.
En lo que hace a los males espec¨ªficamente nacionales, he logrado espigar, preguntando por aqu¨ª y por all¨¢, dos hechos importantes, calamidad gallega aparte. El primero es de ¨ªndole cient¨ªfica. Nos hemos comprometido a que no pase a la cadena alimenticia, sin test previo, ninguna res mayor de 30 meses. Pues bien, estos test no son t¨¦cnicamente sencillos. Saldremos del apuro, aunque no sin lamentar nuestro relativo atraso tecnol¨®gico. Sirva ello de recordatorio a los pol¨ªticos expeditivos que miden la inversi¨®n en ciencia por el rasero de su rentabilidad inmediata.
El segundo problema es administrativo. Me aseguran que la coordinaci¨®n entre autonom¨ªas, y el tr¨¢fico de informaci¨®n, est¨¢ siendo muy dif¨ªcil, y bastante disfuncional. Deber¨ªan aprovecharse estas experiencias ingratas para mejorar seriamente la intendencia. Pero estas tareas son duras, sordas, y a largo plazo, y no impresionan. Impresiona m¨¢s la l¨ªrica catastrofista. Dicho sea con todo respeto a la l¨ªrica.
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