La metamorfosis de Ovidi
Homenaje a Ovidi Montllor en la nueva sala del Institut del Teatre que lleva su nombre. Una sala fr¨ªa pero que empez¨® a calentarse con sus canciones
Llov¨ªa a c¨¢ntaros en la noche del pasado lunes en Barcelona, y en el patio del nov¨ªsimo Institut del Teatre hab¨ªa un palmo de agua. Llov¨ªa como llovi¨® una tarde de hace cinco a?os, el d¨ªa en que muri¨® Ovidi Montllor, un se?or que fumaba mucho, le¨ªa poes¨ªa y no siempre dec¨ªa las cosas que uno espera que diga alguien que sube a cantar a un escenario. Quiz¨¢ por eso muri¨®. El pasado lunes, en cambio, Ovidi era un nombre inmenso a la puerta de una sala nuevecita y una enorme fotograf¨ªa en blanco y negro en lo alto, precisamente, de un escenario. Y era, sobre todo, un h¨¢lito que daba vida a un edificio todav¨ªa demasiado flamante, demasiado fr¨ªo y demasiado mojado.
Nos hab¨ªamos reunido all¨ª para rendir el homenaje que, por lo visto, la ciudad deb¨ªa desde entonces a uno de sus hijos adoptivos mejor adoptados. A juzgar por el pago, trat¨¢base de deuda considerable: una de las dos salas de teatro de que dispone el nuevo Institut y, pr¨®ximamente, los jardines que colindar¨¢n con el Mercat de les Flors. Y, de propina, los elogios superlativos de las dos m¨¢ximas autoridades de la casa: los del alcalde Joan Clos, que le llam¨® 'maestro de solidaridad y de compromiso con la cultura', y los de Manuel Royes, presidente de la Diputaci¨®n de Barcelona (anfitri¨®n, pues, de la velada), que le tach¨® de 'conciencia cr¨ªtica que necesitan todos aquellos que mandan'. La otra m¨¢xima autoridad presente en la sala, el alcalde de Alcoi, Miguel Peralta, no dijo ni p¨ªo. Quiz¨¢ por ser del Partido Popular, o quiz¨¢ porque solamente lleva dos meses en el cargo.
Quienes s¨ª dijeron p¨ªo, y muchas cosas m¨¢s, fueron los otros dos paisanos del artista que tomaron la palabra, una especie de frente de resistencia alcoyano con m¨¢s energ¨ªa que todo el p¨²blico junto. La escritora Isabel-Clara Sim¨® le puso de 'luchador' y 'patriota' para arriba, y revent¨® el aplaud¨ªmetro, lo cual lleva a pensar que entre la concurrencia deb¨ªa de haber bastantes paisanos m¨¢s. Por su parte, el productor discogr¨¢fico Francesc Bod¨ª, un se?or con traje verde y m¨¢s moral que el equipo de su pueblo, present¨® la cuota de nostalgia tangible, eso que Montserrat Roig defini¨® en su d¨ªa como 'la memoria an¨®nima que se esconde en las letras de Ovidi Montllor': la integral de la producci¨®n l¨ªrica ovidiana. O sea, toda su obra como cantante. Ni m¨¢s ni menos que 150 canciones, repartidas en 13 ced¨¦s, de los cuales dos in¨¦ditos (uno de ellos es el m¨ªtico concierto en el Teatre Lliure sobre poemas de Josep Maria de Sagarra, autor preferido de Ovidi junto con Vicent Andr¨¦s Estell¨¦s, cuando su voz ya acusaba los estragos de la enfermedad). Tan loable como ruinoso negocio lo ser¨¢ menos gracias al apoyo econ¨®mico de dos de las citadas autoridades (a saber, Clos y Peralta), pero no as¨ª al de Eduardo Zaplana (es decir, la Generalitat valenciana), de quien el entusiasta productor prefiri¨® ahorrarse la cantada negativa. Eso s¨ª, gracias a esta integral, que el amable se?or Bod¨ª vende al realmente m¨®dico precio de 15.000 cucas, Ovidi ser¨¢ reconocido alg¨²n d¨ªa, seg¨²n Sim¨®, como 'una de las mejores voces europeas de los ¨²ltimos tiempos'.
Y para rematar la faena, o sea el pago de la deuda, nada mejor que revivir el esp¨ªritu art¨ªstico del autor de La fera ferotge. Ya que la faceta de actor es dif¨ªcilmente reproducible sin recurrir a material grabado, fueron las cuerdas de la guitarra de Toti Soler (compa?ero de fatigas durante 25 a?os) y las vocales de Esther Formosa las que dieron vida a grandes hits ovidianos, entre los cuales la archifamosa canci¨®n Homenatge a Teresa, que consigui¨® poner m¨¢s de una piel de gallina, y un par de piezas napolitanas (un g¨¦nero que apreciaba mucho) extraordinariamente interpretadas por Formosa. Gracias a ambos, la reluciente Sala Ovidi Montllor empez¨® a ser un poco menos fr¨ªa.
De todo lo antedicho se desprende, pues, que en estos cinco a?os a Ovidi le ha pasado una cosa que no le ocurre a todo el mundo: ha perdido el apellido. Lo cual no es poco, en este nuestro pa¨ªs (ni en los dem¨¢s, todo sea dicho). Repasen ustedes mismos su propia lista de ilustres nombres propios. ?A que les salen pocos? (Raimon no vale: ya ven¨ªa as¨ª de f¨¢brica). Aunque justo es reconocer, eso s¨ª, que llamarse Ovidi no es lo mismo, sin salir de su gremio, que llamarse Llu¨ªs, Joan Manel, Quico, Jaume o incluso Pau. O que Oriol, nombre que contrapuso al suyo en aquel poema que empieza: 'Visc sol, / i dormo amb un llen?ol, / i foto sempre cara / com si an¨¦s de dol', aunque se guardara muy mucho, por si acaso, de a?adir el apellido.
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