El derecho de retorno seg¨²n Israel
La idea del 'derecho de retorno' planea sobre Oriente Medio desde hace ya cincuenta y dos a?os y en ella subyace la reclamaci¨®n principal de los palestinos y de los ¨¢rabes hacia Israel. Sin embargo, creo que es algo de lo que Israel s¨®lo ha tomado conciencia en las ¨²ltimas semanas.
Muchos israel¨ªes sienten en su interior un conflicto ¨¦tico entre el deseo l¨®gico de querer acabar con una injusticia que viene de a?os y el terrible temor que les inspira la cuesti¨®n del 'derecho de retorno'. Adem¨¢s, este tema obliga a cada jud¨ªo israel¨ª a enfrentarse a sus ra¨ªces m¨¢s problem¨¢ticas dado que el Estado de Israel se define como un Estado jud¨ªo. Ese deseo generalizado que sienten los jud¨ªos israel¨ªes por mantener su superioridad demogr¨¢fica late, en realidad, en cualquier pueblo. Todo pueblo, aunque no sea nacionalista ni racista, desea conservar y transmitir a las generaciones venideras sus valores y su herencia. Y cuando se trata del pueblo jud¨ªo, dada su tr¨¢gica historia, se entiende a¨²n m¨¢s esa aspiraci¨®n que, no obstante, entra en contradiccci¨®n con su deseo de ser un Estado democr¨¢tico.
Pienso que si Israel aceptase la reclamaci¨®n de los palestinos pondr¨ªa en peligro su definici¨®n como Estado jud¨ªo y como Estado en general. Tambi¨¦n creo que Israel debe admitir su parte de responsabilidad en este problema, sin olvidarnos, por supuesto, de los pa¨ªses ¨¢rabes que lo originaron en 1948. Y que, adem¨¢s, debe colaborar para resolver el problema y permitir el regreso de refugiados, cuando se deba a razones humanitarias. Asimismo, Israel tiene que admitir los v¨ªnculos de los palestinos con los lugares de los que se fueron. Pero entre derecho y v¨ªnculos hay una gran distancia -exactamente como un futuro acuerdo puede diferenciar entre el derecho de los jud¨ªos sobre el Monte del Templo y sus v¨ªnculos con ese lugar-.
Los palestinos tratan de apaciguar los temores de los israel¨ªes y explican que, incluso si un futuro plan incluyese el derecho de retorno, ser¨ªa un derecho meramente formal y que, en la pr¨¢ctica, 's¨®lo' algunos cientos de miles de refugiados volver¨ªan al territorio de lo que ahora es Israel -donde viven cinco millones de jud¨ªos y un mill¨®n de palestinos-. No comprendo esta flexibilidad: un derecho es un derecho, y si se otorga es con todas sus consecuencias. Todos los que quieran ser responsabilizarse ante las pr¨®ximas generaciones deben ahora pensar en c¨®mo explicar¨¢n a los hijos y nietos de los refugiados dentro de otros cincuenta a?os que aquel derecho que les concedi¨® Israel era s¨®lo en teor¨ªa.
Durante d¨¦cadas, el sector pacifista de Israel, junto con los pacifistas palestinos, ha trabajado por propagar la idea de 'dos Estados para dos pueblos': un Estado nacional palestino que viviera en paz al lado de Israel, del Estado nacional jud¨ªo. Pero el acuciante deseo de aplicar el derecho de retorno llevar¨ªa a que los palestinos tuvieran un Estado nacional,Palestina, mientras que Israel dejar¨ªa de serlo para convertirse en un Estado judeo-palestino en el que el jud¨ªo israel¨ª ir¨ªa perdiendo paulatinamente su identidad.
Con el paso de los a?os, sobre las ruinas de las aldeas donde antes viv¨ªan los palestinos se han construido ciudades donde ahora viven jud¨ªos. Esto supone para los palestinos un hecho desalentador, pero han de comprender que para cambiarlo habr¨ªa que echar de sus casas a cientos y cientos de miles de jud¨ªos; ?y ad¨®nde ir¨ªan? ?Acaso se puede acabar con una injusticia provocando otra similar? ?Ayudar¨ªa ello a estabilizar la zona y a reducir la enemistad entre ambos pueblos? '?Pero, de qu¨¦ hablas?', me dicen mis amigos palestinos cuando discutimos, una y otra vez, sobre esta cuesti¨®n: 'Si Israel acepta el derecho de retorno, los palestinos volver¨¢n y empezar¨¢ una etapa totalmente diferente; se crear¨¢ una realidad donde habr¨¢ reconciliaci¨®n y perd¨®n rec¨ªproco; una realidad de aut¨¦ntica paz'.
?Ojal¨¢! Quisiera tanto creer en esa posibilidad y poder so?ar con una realidad as¨ª, a pesar de la violencia que hay dentro y en nuestro entorno. So?ar con un mundo donde se borren el odio del pasado, las ofensas, los miedos. Sin embargo, como vivo aqu¨ª, en esta zona tan resquebrajada y fundamentalista, s¨¦ que una buena soluci¨®n ser¨ªa aquella que, por lo menos en las primeras fases, intentara evitar, en la medida de lo posible, el encuentro de poblaciones enemigas; en definitiva, una soluci¨®n que no pusiera demasiado a prueba la bondad del hombre -jud¨ªo o musulm¨¢n- y su capacidad para vencer sus miedos y sus malos instintos.
Durante el siglo XX, en muchos conflictos se consigui¨® un acuerdo definitivo de paz sin necesidad de un retorno en masa de refugiados, de uno u otro bando. Eso fue lo que pas¨®, por ejemplo, en el conflicto entre Alemania y Polonia por el derecho de retorno de los refugiados de las regiones alemanas que se anexionaron a Polonia en 1945. Los antiguos enemigos se dieron cuenta de que precisamente el regreso de millones de refugiados pod¨ªa poner en peligro el nuevo acuerdo de paz y, pensando en el futuro, prefirieron aplacar los dolores del pasado.
Me imagino que, si Israel aceptara el derecho de retorno, llegar¨ªamos a una situaci¨®n por la cual cientos de miles -o tal vez millones- de palestinos se ir¨ªan a vivir a un Estado al que durante a?os han jurado exterminar. En poco tiempo -hablando en t¨¦rminos pol¨ªticos-, estos palestinos se convertir¨ªan en el mayor grupo de poblaci¨®n del Estado contra cuyos s¨ªmbolos han estado siempre luchando. Esa lucha ha sido la herencia m¨¢s importante que han transmitido a sus hijos. ?Alg¨²n Estado del mundo aceptar¨ªa voluntariamente la entrada de una poblaci¨®n as¨ª? ?Es que Israel, tan d¨¦bil desde el punto de vista demogr¨¢fico, puede soportar una situaci¨®n como ¨¦sa sin correr el peligro de desaparecer?
Adem¨¢s, temo que, tras diez o veinte a?os, cuando los jud¨ªos fueran una minor¨ªa, se ver¨ªan tentados -como cualquier pueblo que ve amenazada su presencia en su propio pa¨ªs- a establecer, por la fuerza militar o a trav¨¦s de una legislaci¨®n dura y discriminatoria, un r¨¦gimen de apartheid, que acabar¨ªa con el desmonoramiento del actual sistema estatal. Por otra parte, si los ¨¢rabes se convirtiesen en la poblaci¨®n mayoritaria en Israel, podr¨ªan por medios democr¨¢ticos acabar anulando la identidad jud¨ªa -de forma que el Estado de Israel ya no ser¨ªa un lugar de refugio para los jud¨ªos del mundo- y convertir a Israel en el Estado hermano del Estado palestino. Y lo m¨¢s importante: ?puede uno olvidarse de las continuas amenazas que transmite la propaganda ¨¢rabe -fuera de Israel-, de que en ese caso todos los jud¨ªos que no hubiesen nacido en Israel o no fueran hijos de nacidos all¨ª tendr¨ªan que regresar a sus pa¨ªses de origen?
Y eso, no, gracias. No quiero
David Grossman es escritor israel¨ª.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.