Crisis para una estrategia
Al anunciar el nombramiento de Artur Mas como conseller en cap, Pujol ha desencadenado una crisis de efectos imprevisibles. Es probable que la situaci¨®n se le haya ido algo de las manos al publicar EL PA?S la noticia antes de lo que preve¨ªa el presidente de la Generalitat. Es posible tambi¨¦n que, por el contrario, el hecho de conocerse con antelaci¨®n -con Duran Lleida en M¨¦xico, Joan Rigol en California y Maragall en Chile- fuera algo perfectamente planificado. Pujol es un viejo zorro de la pol¨ªtica, con probada capacidad estrat¨¦gica y cualquiera de estos supuestos -u otros imaginables- puede ser el real.
Sin embargo, si bien el origen de la crisis se ignora, los motivos parecen ser m¨¢s claros: favorecer la candidatura de Mas como su sucesor natural, rectificar la pol¨ªtica convergente de los ¨²ltimos a?os y poner entre la espada y la pared a Uni¨® Democr¨¤tica.
Lo primero es necesario, sobre todo si dentro de unos meses Pujol opta por disolver el Parlament tras el posible desacuerdo con el PP por el nuevo sistema de financiaci¨®n auton¨®mica. Ello suceder¨ªa, m¨¢s o menos, dentro de un a?o, tiempo necesario para que Artur Mas -hombre con mucha m¨¢s capacidad pol¨ªtica de la que le otorga, en estos momentos, la oposici¨®n socialista- se diera a conocer entre los ciudadanos. Pero tambi¨¦n es conveniente que sea as¨ª en el caso de que, como es probable, Pujol logre agotar la legislatura y las elecciones se celebren a finales del 2003. Con este tiempo por delante, Mas estar¨ªa ya consolidado. En definitiva, no es una f¨®rmula sucesoria muy distinta de la que utiliz¨® Maragall para dar a conocer a Clos.
En segundo lugar, hay s¨ªntomas de que Pujol, finalmente, quiere rectificar la pol¨ªtica convergente, que tuvo su apoteosis en la nueva Ley de Pol¨ªtica Ling¨¹¨ªstica y la Declaraci¨®n de Barcelona, con Arzalluz saliendo en la foto. Esta pol¨ªtica le distanci¨® de sectores empresariales y profesionales tradicionalmente convergentes que, primero, tuvieron un transgresor acercamiento a Maragall antes de las auton¨®micas y luego, tras la victoria de Aznar en las generales, se inclinaron ya directamente por el PP. Es sabido que una de las funciones de Converg¨¨ncia en los ¨²ltimos 20 a?os ha sido hacer de grupo de presi¨®n en Madrid en representaci¨®n de los intereses empresariales m¨¢s diversos (e incluso de empresarios de m¨¢s all¨¢ de Catalu?a). Este papel se hab¨ªa desdibujado mucho en los ¨²ltimos tiempos: si se pod¨ªa ir directamente al PP, es decir a la Administraci¨®n del Estado, se ahorraba uno pasar por la ventanilla de Converg¨¨ncia. La capacidad de influencia de Pujol en este mundo hab¨ªa disminuido mucho en los ¨²ltimos meses, y ello se not¨® en los votos convergentes.
Pues bien, Francesc Homs como consejero de Econom¨ªa es el hombre m¨¢s indicado para restablecer estos contactos. ?l ha sido, bajo la experta batuta de Miquel Roca, el mayor lobbysta de Converg¨¨ncia en Madrid y se conoce al dedillo los entresijos del oficio. Todo ello, junto a una vuelta a un nacionalismo templado, que ya se ha hecho visible en la actitud de Pujol ante la crisis vasca, devolver¨ªa al presidente de la Generalitat al centro del campo pol¨ªtico catal¨¢n, all¨ª donde obtiene m¨¢s votos y que, en la pasada tanda de elecciones, le hab¨ªa fallado.
El tercer objetivo parece ser someter o marginar a Uni¨® Democr¨¤tica. El partido de Duran Lleida est¨¢, sin duda, pasando por su peor momento. Es dudosa su identidad porque el referente democristiano ya no es lo que era; tras su ¨²ltimo congreso mantiene una ideolog¨ªa nacionalista tan radical como Converg¨¨ncia a pesar de los esfuerzos de Duran por distanciarse de la misma y, sobre todo, el aroma de corrupci¨®n es cada vez m¨¢s fuerte y visible. Tras las evidencias que ha puesto de relieve el caso Pallerols -en el que han tenido una contribuci¨®n determinante el modesto Diari de Girona, El Peri¨®dico de Catalunya y este mismo diario-, ahora se est¨¢n investigando las presuntas irregularidades de Joan Cogul, militante de Uni¨®, en el Departamento de Comercio y Turismo cuando lo dirig¨ªa Llu¨ªs Alegre, miembro tambi¨¦n del mismo partido.
La credibilidad de Uni¨® est¨¢, por tanto, bajo m¨ªnimos. Pero su situaci¨®n podr¨ªa empeorar todav¨ªa m¨¢s si el partido insiste en plantear sus quejas ante Pujol no en el terreno de los principios, de las ideas y de las pol¨ªticas que realizar, sino, como parece, en el terreno de aumentar cuotas de poder dentro de la coalici¨®n. Un partido debe tener un proyecto de pa¨ªs y de gobierno: negociar en materias de este g¨¦nero cuando se forma parte de una coalici¨®n es leg¨ªtimo. No lo es, en cambio, negociar s¨®lo el porcentaje de cargos que se quiere ocupar: un partido no es, en ning¨²n caso, una fuente de puestos de trabajo m¨¢s o menos bien remunerados.
La percepci¨®n ciudadana respecto de Uni¨® Democr¨¤tica se acerca cada vez m¨¢s a esta visi¨®n mercantilizada y desideologizada de la actividad pol¨ªtica, y un partido as¨ª no va a ninguna parte; tiene, eso s¨ª, la fuerza que le da ser clave para obtener la mayor¨ªa absoluta en el Parlament. Pero cualquier intento de transfuguismo ser¨ªa suicida para un partido que nunca se ha presentado a unas elecciones en solitario y, por tanto, la palanca de poder que le podr¨ªan dar esos votos parlamentarios no es imaginable que pueda ser utilizada.
La estrategia de Pujol al desencadenar la crisis no est¨¢ clara. Con ello, volvemos al principio del art¨ªculo. Pero alguna estrategia debe de haber, ya que el presidente de la Generalitat no es hombre que d¨¦ pasos en falso, maniobras poco meditadas. Los pr¨®ximos d¨ªas, o semanas, o meses, quiz¨¢ nos permitir¨¢n llegar a algunas conclusiones m¨¢s definitivas y concretas. De momento, apuntemos s¨®lo una hip¨®tesis: esta crisis se provoca dentro de una determinada estrategia.
Francesc de Carreras es catedr¨¢tico de Derecho Constitucional en la UAB.
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