Veteranos del Golfo enfermos advierten de que la historia se repite en los Balcanes
Los veteranos creen que los s¨ªntomas de los soldados europeos enfermos son muy similares a los suyos y a los de muchos veteranos del Golfo. Ninguno de ellos se?ala ¨²nicamente al uranio empobrecido como origen de sus males y reconocen que ¨¦stos pueden deberse a muchos factores -el propio uranio, las vacunas, el humo de los pozos petrol¨ªferos u otros agentes qu¨ªmicos-, pero subrayan que all¨ª donde se ha utilizado esa munici¨®n se han multiplicado los casos de c¨¢ncer.
'Espero que los soldados espa?oles no mueran tan r¨¢pido como lo han hecho los estadounidenses y que nuestra experiencia sirva para frenar tantas muertes', afirm¨® Picou en una conferencia de prensa. 'El Gobierno espa?ol le est¨¢ diciendo a los soldados lo mismo que el de EE UU nos dijo a nosotros hace diez a?os. Las autoridades espa?olas deben reconocer, al menos, la posibilidad de que exista una causa com¨²n en las enfermedades de los soldados'.
A principios de 1991, en plena ofensiva terrestre de los aliados, la enfermera estadounidense condujo un cami¨®n a trav¨¦s de las l¨ªneas iraqu¨ªes para instalar un hospital de campa?a y prestar los primeros auxilios a los soldados heridos en el frente de guerra. De los 150 integrantes de su unidad, 40 enfermaron r¨¢pidamente y 10 de ellos han muerto. EE UU envi¨® unos 700.000 soldados al conflicto con Irak y aproximadamente uno de cada siete ha sufrido alguna complicaci¨®n derivada del llamado s¨ªndrome del Golfo.
Cad¨¢veres en la carretera
Picou explic¨® que durante su estancia en el frente vio tanques, autobuses y coches con cad¨¢veres calcinados en la llamada autopista de la muerte. 'No hab¨ªa visto nada igual en mis 12 a?os como militar. Esos cad¨¢veres quemados me dijeron que hab¨ªa algo extra?o en la forma en que se destruyeron aquellos veh¨ªculos. Picou se?al¨® que, adem¨¢s de estar expuesta al uranio empobrecido, tom¨® varias vacunas para prevenir la guerra qu¨ªmica con que Sadam Husein amenaz¨® a los aliados y que tambi¨¦n respir¨® el aire contaminado con el humo de los pozos petrol¨ªferos quemados por los iraqu¨ªes.
'Nadie nos inform¨® del peligro que supon¨ªa el uranio empobrecido', declar¨® Picou, cuyo estado de salud comenz¨® a deteriorarse nada m¨¢s regresar a Estados Unidos. Ahora sufre da?os cerebrales y dolores musculares, se le ha extirpado la tiroides y es incapaz de controlar su vejiga, por lo que debe utilizar pa?ales permanentemente. Picou no recibe ayuda m¨¦dica alguna del Pent¨¢gono, que le dio la baja en 1995, porque ¨¦ste considera que sus dolencias no tienen su origen en una acci¨®n de combate.
El brit¨¢nico Ray Bristow s¨®lo estuvo dos meses en Arabia Saud¨ª, entre enero y marzo de 1991, pero el nivel de uranio en su organismo es cien veces superior al de una persona sana. Bristow calcula que en el Reino Unido, que envi¨® unos 50.000 soldados a la guerra del Golfo, hay aproximadamente 8.000 veteranos enfermos. 'Es dif¨ªcil saber cu¨¢ntos han muerto, pero la cifra sobrepasa los 500', dijo.
Bristow, que viaj¨® a Madrid junto a su compa?era invitado por la Campa?a por el Levantamiento de las Sanciones a Irak, afirm¨® que su deseo es 'acabar con el mito creado por los ministerios de Defensa' de que el uranio empobrecido es un material seguro. 'Hay una pauta clara entre los veteranos brit¨¢nicos, con niveles de toxicidad muy altos'. A su juicio, es necesario presionar para que los gobiernos investiguen las causas. 'La fibra moral de la sociedad espa?ola ser¨¢ juzgada en funci¨®n de su capacidad para exigir a su Gobierno y a sus Fuerzas Armadas que retiren a todas sus tropas de las zonas donde se ha detectado uranio', dijo Bristow, que padece da?os cerebrales, dolores en las articulaciones, fatiga cr¨®nica y claustrofobia, entre otras dolencias, que le obligan a desplazarse en una silla de ruedas. Como la estadounidense, tampoco recibe ayuda m¨¦dica oficial. En su opini¨®n, los gobiernos est¨¢n afrontando el s¨ªndrome de los Balcanes con una ceguera voluntaria. 'Es lo mismo que hizo el almirante Nelson antes de un combate naval en Dinamarca; se puso el catalejo en su ojo ciego y dijo: 'No veo ning¨²n barco'.
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