Murmullos
Si fuera americano hubiera votado a Gore, pues Estados Unidos necesita como el agua una pol¨ªtica social m¨¢s justa. Pero no lo soy, as¨ª que lo que m¨¢s me afecta de las elecciones a la Casa Blanca es la pol¨ªtica exterior que haga el nuevo presidente. A este respecto, no me asusta que los jueces hayan decidido que gan¨® Bush. ?Por qu¨¦? Porque sigo creyendo que la prioridad m¨¢xima que gu¨ªa a cualquier presidente de Estados Unidos es la que se refiere al inter¨¦s de su Estado y no al de sus aliados o del resto del mundo. La presidencia de Clinton no fue una excepci¨®n a esa regla, aunque su encanto personal, su habilidad pol¨ªtica y la ayuda de Tony Blair, le permiti¨® dar en Europa otra impresi¨®n. Una presidencia de Gore hubiera seguido la pauta de Clinton con menos habilidad y sin encanto. Se puede especular si la presidencia de Bush ser¨¢ m¨¢s tejana que washingtoniana, pero no hay duda de que ser¨¢ una presidencia m¨¢s americana que cualquier otra cosa. Esta claridad de partida me parece una buena cosa para los no americanos, y en particular para los europeos.
En Europa hay, sin embargo, un cierto ambiente de preocupaci¨®n con la Administraci¨®n de Bush. Preocupaci¨®n no proclamada, por supuesto, simplemente musitada. Se susurran temores de que Bush resulte un presidente muy unilateralista. Se recuerda que la doctrina de Colin Powell es limitar las intervenciones militares s¨®lo a los casos en que est¨¦n comprometidos intereses vitales americanos. Se murmura sobre la inclinaci¨®n de Condolezza Rice a retirar las tropas americanas de los Balcanes. Que el nuevo secretario de Defensa, Rumsfeld, sea un campe¨®n del proyecto de defensa nacional con misiles (NMD) a?ade inquietudes a todo lo anterior. ?Qu¨¦ va a hacer China?, se preguntan algunos estrategas europeos, sin decir ni mu sobre qu¨¦ debe hacer Europa. Se especula sobre el efecto que puede tener la conexi¨®n petrolera sobre el conflicto palestino-israel¨ª, tambi¨¦n sin decir nada sobre qu¨¦ debe hacer la Uni¨®n Europea si la mediaci¨®n de Clinton falla.
La lista de murmullos europeos, que es m¨¢s larga, est¨¢ llena de contradicciones. Lo ¨²nico que le da coherencia es la pretensi¨®n de que Estados Unidos haga una pol¨ªtica exterior con la que la Uni¨®n Europea se sienta c¨®moda. No va a ser as¨ª. Y que semejante obviedad se discuta es un signo de los tiempos. Pero de los tiempos pasados. M¨¢s exactamente de los a?os noventa, durante los cuales Estados Unidos predic¨® que la situaci¨®n internacional no era un juego de suma cero, sino que ofrec¨ªa la posibilidad de que todos mejoran al mismo tiempo. Cierto, era posible; aunque s¨®lo posible, pero no fue eso lo que ocurri¨®. La pol¨ªtica internacional de la d¨¦cada de los noventa result¨® ser un juego con pocos ganadores y muchos perdedores. ?Qu¨¦ ocasi¨®n perdida para quienes dec¨ªan conocer y practicar pol¨ªticas que iban a hacer ganar a todos! No es nada probable que los muchos perdedores de la pasada d¨¦cada concedan a los pocos que resultaron ganadores un nuevo cr¨¦dito para seguir aplicando las mismas pol¨ªticas.
El signo de los tiempos por venir es otro. Como en los noventa se dijo que todos pod¨ªan ganar y no fue as¨ª, en la nueva d¨¦cada lo probable es que crezcan los movimientos dirigidos a corregir los desequilibrios con que termin¨® la d¨¦cada anterior. Y el mayor de esos desequilibrios es la superioridad de Estados Unidos sobre el resto de pa¨ªses. As¨ª pues, m¨¢s que una corriente de seguidismo respecto a Estados Unidos, lo que vamos a ver en los pr¨®ximos a?os son diversos movimientos dirigidos a condicionar el comportamiento de Estados Unidos. Clinton predic¨® con amplio coro europeo aquello de 'acercaros a m¨ª'. Pero la Administraci¨®n de Bush es consciente de que ya ha empezado a ocurrir lo contrario. Y la UE se siente compuesta y sin novio. De ah¨ª los murmullos.
?Qu¨¦ va a pasar entonces? Hay un riesgo de unilateralismo americano, responden los que murmuran. Es tiempo de que la Uni¨®n Europea espabile, pienso yo. Cada vez que lo digo en voz alta tengo que hacer frente a una andanada de preguntas dif¨ªciles. ?Quieres que se vayan los americanos de los Balcanes y empiece otra guerra? Ante tal ob¨²s, s¨®lo me atrevo a responder: hay que contar con que alg¨²n d¨ªa se ir¨¢n y no van a esperar a que los tres tipos de bosnios se den abrazos. En cuanto a una nueva guerra, ya la han empezado al norte de Kosovo los mismos que empezaron la anterior, el ELK. Si los americanos se quedan para pararles los pies, ser¨¦ el primero en agradec¨¦rselo; pero si se quedan para no hacer nada, m¨¢s vale ir pensando en lo que haremos los europeos. Cuando me enfadan suelo pasar al ataque y les digo: en la guerra de Kosovo los pol¨ªticos europeos descubrieron con estupor que los americanos hac¨ªan cosas muy graves sin consultarles (y no me refiero s¨®lo al uso de proyectiles de uranio), y los generales americanos se indignaron porque los pol¨ªticos europeos se inmiscu¨ªan en la aplicaci¨®n de sus planes. ?No es por eso por lo que estamos organizando unas fuerzas europeas de intervenci¨®n r¨¢pida? Este tema suele alargarse, as¨ª que lo dejo.
Tambi¨¦n me suelen preguntar si creo que se puede estabilizar la situaci¨®n de Rusia sin contar con los americanos. Les digo que, efectivamente, el futuro de la seguridad en Europa depende de la estabilidad y orientaci¨®n de Rusia, pero a?ado que al frente de Rusia ya no hay un Yeltsin hipotecado a los americanos. Que Rusia est¨¢ escarmentada de un experimento occidentalizante mal concebido y peor aplicado, que le ha reportado miseria y humillaci¨®n. Que si queremos un futuro constructivo con Rusia, m¨¢s nos vale seguir el camino de los alemanes, que est¨¢n negociando su participaci¨®n en las grandes empresas rusas de gas. As¨ª ayudaremos a Putin a quitarse de encima a los oligarcas, a construir un capitalismo que no ser¨¢ modelo americano, pero s¨ª ruso, y estar¨¢ interesado en mantener buenas relaciones con la UE, y los europeos podremos cerrar centrales nucleares y reducir al tiempo nuestra dependencia del petr¨®leo de Oriente Pr¨®ximo.
Cuanto m¨¢s les contesto, m¨¢s se molestan. Van y me dicen: ?qu¨¦ va a pasar con nuestro comercio con Asia si por razones militares Bush adopta una actitud dura hacia China? Les respondo que, en caso de que los deseos de primac¨ªa militar en Asia de la Administraci¨®n de Bush y los intereses comerciales de Estados Unidos en China entren en conflicto, creo que la Administraci¨®n de Bush conseguir¨¢ que Kissinger acomode el problema. Por mi parte, les pregunto si creen que un aumento del peso de China en Asia, lo que llevar¨ªa asociado una disminuci¨®n de la influencia americana en la zona, ser¨ªa bueno o malo para la Uni¨®n Europea. A esto suele seguir un silencio. Y la conversaci¨®n se prolonga. ?Qu¨¦ pasa con el MND? Explico que, adem¨¢s de ser tecnol¨®gicamente dudoso, es operativamente est¨²pido porque no hay misil con m¨¢s capacidad de penetraci¨®n que un terrorista suicida dispuesto a colocar un explosivo nuclear en Manhatan, algo que ning¨²n sistema de MND puede interceptar. Y a?ado que, pese a todo, la idea cuenta con un gran apoyo popular en Estados Unidos, as¨ª que la si UE no quiere decir am¨¦n, tendr¨¢ que hacer valer el rechazo popular que un MND puede suscitar a este lado del Atl¨¢ntico.
Al final alguien siempe dice: ?y qu¨¦ pasa con las intervenciones humanitarias? Entonces me enfado y contesto: lo que pasa es que si alguien no convence a las empresas farmac¨¦uticas de que ofrezcan a ?frica medicinas antisida a bajo precio, morir¨¢n 35 millones de personas. ?Seis holocaustos! Y esta vez lo sabemos. As¨ª que m¨¢s le vale a Europa espabilar. Eso es lo que pasa.
Carlos Alonso Zald¨ªvar es diplom¨¢tico.
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