Peluqueras por la integraci¨®n
Diez mujeres inmigrantes realizan un curso de peluquer¨ªa en Almer¨ªa para facilitar su inserci¨®n sociolaboral
Maghnia El Goual no sabe c¨®mo se dice secador en espa?ol. Ni rulos ni pinzas ni tinte. No sabe explicar con el lenguaje del pa¨ªs en el que vive actualmente qu¨¦ tipo de corte le queda mejor a seg¨²n qu¨¦ persona. Pero, sin embargo, s¨ª sabe c¨®mo dejar satisfecho a un cliente que conf¨ªe el futuro de su cabellera en sus manos.
Maghnia tiene 20 a?os, un precario conocimiento del idioma espa?ol y un diploma que acredita su condici¨®n de auxiliar de peluquer¨ªa. Es el mismo diploma que han conseguido otras nueve compa?eras que, como ella, han tenido la oportunidad de participar en un curso formativo organizado por Almer¨ªa Acoge.
El curso, enmarcado dentro del proyecto europeo Inplica para la inserci¨®n y promoci¨®n laboral de los inmigrantes, se ha podido realizar en Almer¨ªa gracias a la colaboraci¨®n de la academia C&C Llongueras.
Isabel Mar¨ªa Dionis y Gaspar Pardo, ambos miembros de la academia donde se ha impartido el curso, se mostraban al finalizar la experiencia casi tan contentos como las propias protagonistas. 'Se les ha ense?ado desde a lavar una cabeza hasta a realizar un corte de pelo, algo que se aprende normalmente en segundo de peluquer¨ªa. Despu¨¦s del curso todas pueden trabajar como auxiliares en cualquier establecimiento', asegura Gaspar Pardo.
Si las posibilidades de encontrar un nuevo horizonte laboral son proporcionales a la ilusi¨®n que estas mujeres han depositado en el curso, la integraci¨®n a trav¨¦s del trabajo est¨¢ garantizada. De hecho, muchas esperan abandonar los invernaderos y cambiar la recogida de tomates por el manejo del peine.
'A m¨ª me gusta mucho la peluquer¨ªa y ahora tengo esperanzas de poder encontrar un trabajo en esto', explica Liliana Valencia Arenas, una colombiana de 31 a?os que tuvo que compaginar su asistencia a las clases con el cuidado de sus dos hijos.
Para Liliana, que tan s¨®lo ha conocido el trabajo en el campo desde que hace tres a?os lleg¨® a Almer¨ªa, el curso no s¨®lo le ha reportado la posibilidad de una formaci¨®n laboral. Tambi¨¦n le ha posibilitado conocer a otras personas y relacionarse m¨¢s f¨¢cilmente con la gente del pa¨ªs en el que reside.
Sus compa?eras comparten la misma sensaci¨®n. El curso ha sido, para todas, una esperanza de mejorar su futuro en tierra ajena.
Algunas, como Maghnia El Goual, deber¨¢n ahora complementar el esfuerzo que les ha supuesto aprender en pocas horas las normas b¨¢sicas de la peluquer¨ªa con un mejor dominio del idioma.
Otras conf¨ªan en que un trabajo como peluquera les permita acceder al mercado de trabajo y, con el tiempo, encontrar un hueco en lo que realmente les gusta. ?se es el caso de Massia, una marroqu¨ª que confiesa que su verdadera vocaci¨®n profesional est¨¢ entre los fogones. 'Me gusta la peluquer¨ªa. Pero, sobre todo, lo que m¨¢s me gusta es la cocina. Tengo incluso una diplomatura', asegura.
En un contexto migratorio marcado por la mayoritaria llegada de varones que arriban solos en busca de una esperanza, cursos de este tipo pretenden rescatar y apoyar la aportaci¨®n de todas esas mujeres que tambi¨¦n afrontaron el reto del desarraigo impuesto. Mujeres que siguen aqu¨ª, igual que en sus pa¨ªses, luchando por una oportunidad que les permita ayudar a sus familias, desde la dignidad y la integraci¨®n social.
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