Lagun
Lagun es un s¨ªmbolo de lo que ha pasado en Euskadi y por eso su nombre ya es mucho m¨¢s que el nombre de una librer¨ªa acosada bajo las dos dictaduras, la fascista de Franco y la fascista de ETA. Lagun es una met¨¢fora de la resistencia. La persecuci¨®n que antes y ahora ha sufrido este local hiere mucho m¨¢s all¨¢ de lo que se puede soportar porque va a lo m¨¢s hondo de la libertad, que es lo que est¨¢ en los libros. El ¨²ltimo embate fascista contra la librer¨ªa tuvo como v¨ªctima a Jos¨¦ Ram¨®n Recalde, ex consejero de Educaci¨®n del Gobierno vasco, propietario, con su esposa, Teresa Castells, de ese local barojiano que los donostiarras ten¨ªan en la plaza de la Constituci¨®n. Ten¨ªan. Tras el atentado, que estuvo a un palmo de causarle la muerte a Recalde, el matrimonio clausur¨® la librer¨ªa. Numerosos escritores y editores est¨¢n tratando de resucitar Lagun y han abierto una suscripci¨®n de acciones de cuyo resultado puede depender que esta met¨¢fora llena de libros florezca de nuevo en la capital guipuzcoana.
Los terroristas no se conformaron, en los ¨²ltimos tiempos, con el acoso permanente, semanal, inclemente, soez, contra los muros, los cristales y las existencias de Lagun, sino que fueron poco a poco minando la moral de sus propietarios, intimidando a sus clientes, se?alando, como se?alaban los nazis, la estela por la que se podr¨ªa producir la muerte civil -la muerte violenta es tambi¨¦n la muerte civil- de ese local sin fronteras que es una librer¨ªa. Y despu¨¦s de matar la moral, de limitar con metralla insuficiente los cimientos de aquel centro de encuentro, fueron al coraz¨®n del alma que lo manten¨ªa. Por fortuna, Recalde no muri¨®, Teresa Castells y ¨¦l tuvieron la entereza de responder con calma al ataque brutal que sufri¨® el consejero vasco y ahora ¨¦ste ha vuelto a tomar la palabra en Valencia, donde el matrimonio recibi¨® el Premio Manuel Broseta por su trabajo a favor de la tolerancia.
El discurso de Recalde fue ejemplar y emocionante; sin que en su tono se advirtiera el fantasma del rencor, pidi¨® Recalde un espacio de convivencia y se ofreci¨® ¨¦l mismo como ejemplo de que es posible el lugar de ese di¨¢logo. 'Convivir con el otro, en un mismo espacio, exige comprenderle y respetarle'. Y dijo tambi¨¦n Recalde que ese ejercicio de convivencia 'exige tambi¨¦n la actitud humilde que consiste en pensar que nuestra verdad es s¨®lo una parte de la verdad'.
Digamos que parece mentira que esas palabras, que parecen sacadas de un catecismo civil de obligado cumplimiento, resultan hoy en Euskadi una dolorosa, lejana, inalcanzable utop¨ªa. Los terroristas han conseguido un prop¨®sito perverso, el de crear un bad¨¦n infranqueable entre los que piensan de un modo y de otro, entre los que manejan una idea u otra en contra de la intimidaci¨®n y de la muerte. La apelaci¨®n de Recalde, cuyas palabras tienen una resonancia dram¨¢tica, porque las dice alguien que prob¨® con su propio cuerpo la metralla del odio, es hoy en d¨ªa un instrumento necesario pero ut¨®pico, porque las mismas palabras -contra la violencia, contra la muerte- que se dicen en Euskadi no hallan la confluencia que deben tener, se dicen en un sitio y no hallan eco en el otro lugar, y as¨ª sucesivamente.
Lagun es un s¨ªmbolo, como es ahora en s¨ª mismo una met¨¢fora el propio Recalde; ¨¦l tiene la autoridad moral de sus m¨²ltiples procedencias: procede del antifranquismo, de la izquierda, de la cultura y, adem¨¢s, procede de la grave experiencia de haber estado a punto de ser el pasado de una ilusi¨®n acosada, la ilusi¨®n de la libertad en Euskadi. Lo que ¨¦l reclama, un espacio de convivencia, no es una apelaci¨®n in¨¦dita en este pa¨ªs, pero se est¨¢ diciendo desde dos calles distintas que no confluyen, y a lo mejor ya es hora de que alguien, una voz, una conciencia moral, regrese de una de esas dos calles y las junte de una vez. A lo mejor un d¨ªa esas dos calles confluyen en la nueva libre, abierta, generosa estanter¨ªa de la librer¨ªa Lagun.
Ahora la llave de esa librer¨ªa simb¨®lica est¨¢ en muchas manos.
Babelia
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