El anticristo
Puede ser que Nostradamus no acertara al pie de la letra con sus predicciones de fin del mundo, pero un aire espectral y un estilo muy anticristo traspasa ahora la naturaleza de nuestros m¨¢s grandes sucesos. Nadie, por ejemplo, duda de que la dolencia de las vacas locas es mucho m¨¢s que una enfermedad cualquiera y que el pri¨®n constituye una concentrada mol¨¦cula del Mal. Ni la misma Cruz Roja, que trata directamente con toda la Humanidad, desea ya transfusiones de sangre de los europeos, demasiado pr¨®ximos a esa patolog¨ªa contra natura nacida de la codicia de los hombres y la inicua nutrici¨®n de los animales.
Los seres humanos han hendido sus manos en los nidos secretos de la vida, all¨ª donde s¨®lo acced¨ªa la divinidad. Han abierto los pliegues del genoma humano y han expuesto ante los ojos las simientes precisas del car¨¢cter, de la felicidad o del dolor. La ingenier¨ªa gen¨¦tica ha juntado, adem¨¢s, el cuerpo de un rat¨®n al de un insecto, ha fabricado un mecano entre el perfil de una medusa y una mona. Las visiones del apocalipsis se han expresado no en la tenebrosidad de las criptas sagradas, sino entre la luminiscencia de los laboratorios, en desaf¨ªo a la claridad de la Creaci¨®n. En California, la regi¨®n m¨¢s avanzada del mundo, sufre entretanto los embates de la oscuridad y todos piensan all¨ª que el Juicio Final se celebrar¨¢ enseguida.
La misma luz de la Creaci¨®n, instrumento clave del poder celestial, acaba de ser controlada por la experimentaci¨®n cient¨ªfica. El rayo de luz que traspasa el universo desde un conf¨ªn a otro y a una velocidad igual a la existencia de Dios ha sido frenado, desde hace unos d¨ªas, por f¨ªsicos de la Universidad de Harvard, que ahora pueden tratar un pulso de luz como a un peque?o animal dom¨¦stico. Como a un cobaya que cabe en un espacio estanco y duerme o vuelve a agitarse seg¨²n la voluntad de su propietario. El mundo se reproduce a s¨ª mismo en clonaciones asexuadas que denotan la mano rebelde del nuevo saber humano mientras esa mano, en otras ¨¢reas, aniquila, mediante el terrorismo, ¨¦tnico o religioso, con la ferocidad de Yav¨¦. Lo eterno y el a?o uno, lo divino y lo poshumano: el juego entero del fin del mundo a ras de la actualidad.
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