Francia: 163 vacas enfermas el a?o pasado y un plan de 40.000 pruebas semanales
La mayor parte de lo que ocurre en Espa?a con la crisis de las vacas locas se ha vivido ya en Francia. Desde la psicosis nacional y la ca¨ªda en el consumo de carne, hasta las protestas de ganaderos y matarifes desesperados por la evaporaci¨®n de sus negocios. Pero hay una diferencia apreciable: la respuesta de las autoridades. El Gobierno franc¨¦s cogi¨® el toro por los cuernos, tom¨® decisiones dr¨¢sticas y el primer ministro dio personalmente la cara, acuciado por la opini¨®n p¨²blica y aguijoneado por el propio presidente de la Rep¨²blica. Muchas de las medidas han podido ser precipitadas, pero, de momento, el ambiente de crisis se ha calmado.
Francia lleva descubiertos 248 casos de vacas locas desde 1991. El ritmo, muy lento en los primeros a?os, se aceler¨® en 1999 con el hallazgo de 30 reses enfermas, y se dispar¨® con las 162 descubiertas el a?o pasado. La acumulaci¨®n de casos atiz¨® la preocupaci¨®n popular, pero los especialistas creen que la clave para contener la enfermedad no son las medidas m¨¢s recientes, sino la prohibici¨®n, en 1996, de que los despojos de bovinos considerados como potencialmente infecciosos pasaran a la cadena alimentaria.
Esto es lo que fren¨® una verdadera epidemia. As¨ª lo piensa Martin Hirsch, director de la Agencia Francesa de Seguridad Alimentaria, quien espera ver confirmada la eficacia de esa medida a lo largo de este a?o. 'Habida cuenta de la duraci¨®n media de incubaci¨®n de la enfermedad, que es de cinco a?os, este a?o veremos si las medidas de 1996 se traducen en una inflexi¨®n sensible en el n¨²mero de casos', explica. Tambi¨¦n ser¨¢ un a?o clave 'para observar si las se?ales de alerta sobre la evoluci¨®n epidemiol¨®gica de la variante humana (enfermedad de Creutzfelt Jacob) se confirman en el Reino Unido'.
Por eso las autoridades francesas, y sobre todo su ministro de Agricultura, Jean Glavany, ironizaba sobre el 'aqu¨ª no pasa nada' que las autoridades espa?olas y alemanas mantuvieron a marchamartillo casi hasta el final de 2000. 'El que no busca, no encuentra', comentaba un colaborador del ministro, enfrentado a la gesti¨®n de una crisis interna de seguridad alimentaria que adquiri¨® tintes espectaculares el pasado oto?o.
Hasta entonces, el Gobierno hab¨ªa conducido un programa de pruebas reforzado, que inclu¨ªa el sacrificio del reba?o completo en el que hubiera aparecido una vaca enferma (?m¨¢s de 10.000 animales abatidos por esta causa en 2000!); y condicionaba la adopci¨®n de nuevas medidas a un dictamen cient¨ªfico pedido a la Agencia Francesa de Seguridad Alimentaria. Pero el p¨¢nico de la poblaci¨®n hizo que el Gobierno prescindiera de cient¨ªficos y de plazos. El primer ministro, Lionel Jospin, reuni¨® un comit¨¦ de crisis y anunci¨® una cascada de decretos y ¨®rdenes, cuya ejecuci¨®n se ha hecho con toda la eficacia que cabe esperar de la maquinaria administrativa francesa.
A todo ello se suma la prueba sistem¨¢tica de la encefalopat¨ªa espongiforme bovina (EEB) a la totalidad de las reses de m¨¢s de 30 meses sacrificadas para el consumo en Francia, iniciada desde el 1 de enero. En las dos primeras semanas del a?o se ha informado de la realizaci¨®n de 43.367 pruebas de este tipo, sin que ninguna de ellas haya dado positivo. Es el programa masivo m¨¢s importante de la Uni¨®n Europea, iniciado unilateralmente por el Gobierno franc¨¦s seis meses antes de lo previsto por Bruselas. El programa consiste en incrementar el ritmo hasta las 40.000 pruebas semanales. Lo cual exige un cuantioso esfuerzo econ¨®mico: 500 francos (12.500 pesetas) por cada bovino sometido a la prueba, y un montaje operativo complejo: hay que esperar el resultado del test sobre cada res abatida antes de comercializarla.
En este contexto se ha producido el anuncio de que el coste de las pruebas no ser¨¢ soportado por los ganaderos, sino principalmente por los consumidores, a raz¨®n de un franco (25 pesetas) por kilo de carne. Medida que, al margen de las protestas de las asociaciones de consumidores, tiende a dar al consumidor la seguridad psicol¨®gica de que una carne sometida a la prueba es m¨¢s segura... y 'un poquito m¨¢s cara', en expresi¨®n del ministro Glavany.
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