Presidente Bush
George W. Bush se present¨® ayer en su toma de posesi¨®n como un presidente integrador. Pero el segundo hijo de un presidente que llega a la Casa Blanca es tambi¨¦n el primero que en 112 a?os no gana en votos populares y llega tras la pol¨¦mica sobre la falta de recuentos de votos en Florida que determin¨® la suerte del Colegio Electoral. Necesitar¨¢ algo m¨¢s que los cuatro lemas -'civilidad, valent¨ªa, compasi¨®n y temperamento'- en los que se envolvi¨® en su discurso para convencer a los americanos. Cada nuevo presidente que entra en la Casa Blanca suele generar una nueva ilusi¨®n. George Walker Bush no la ha despertado, pese a un discurso inaugural mucho m¨¢s program¨¢tico que el de sus predecesores.
Bush se tendr¨¢ que labrar una legitimidad. Pero tiene en sus manos un inmenso poder. Es tambi¨¦n la primera vez, desde 1955, que los republicanos controlan al tiempo la Casa Blanca, la C¨¢mara de Representantes y, aunque sea por el voto de calidad del vicepresidente Dick Cheney, el Senado. Las protestas paralelas han vuelto a aparecer en la toma de posesi¨®n presidencial de Bush, como sucedi¨® en la ya lejana de Nixon en 1973, en plena guerra de Vietnam. Al menos pueden servir para calmar los ¨¢nimos de los dem¨®cratas que Clinton haya conseguido salir de la Casa Blanca cerrando el caso Lewinsky mediante un pacto con el fiscal especial Ray para acabar el asunto a cambio de admitir que minti¨® bajo juramento sobre sus relaciones con la becaria, una multa de 25.000 d¨®lares y la suspensi¨®n temporal de su licencia de abogado en su Estado natal de Arkansas. Clinton consigue poner fin a la pesadilla que le ha perseguido durante estos a?os sin pasar por la humillaci¨®n de un perd¨®n por parte de su sucesor y tras haber firmado, como ¨²ltimo acto, la clemencia de un centenar de personas; entre ellas, un antiguo colaborador implicado en el caso Whitewater.
Con vistas al futuro, el mensaje de unidad pol¨ªtica, social y racial del nuevo presidente debe traducirse en medidas concretas. De momento, ha confirmado todo un programa: mejorar las escuelas, reformar la sanidad p¨²blica, reducir impuestos, luchar contra la pobreza, integrar a los inmigrantes y aumentar el gasto militar 'para construir unas defensas a prueba de todo reto', lo que incluye el pol¨¦mico escudo antimisiles. As¨ª expuestas, las grandes diferencias no son tanto de pol¨ªtica cuanto de talante y de personalidad, un factor crucial en las pasadas elecciones.
Y la personalidad va a contar. Bush ha nombrado un Gabinete claramente escorado a la derecha -especialmente con la designaci¨®n del ultraconservador John Ashcroft como fiscal general-, pero con pesos pesados y experimentados en su seno. Esto puede ser positivo, pero Bush tendr¨¢ que demostrar su capacidad para dirigir el Ejecutivo no como un consejo de administraci¨®n, sino como un l¨ªder pol¨ªtico, y evitar que el Gabinete se divida en reinos de taifas abiertos a los grupos de presi¨®n. Bush entra en la Casa Blanca cuando la econom¨ªa se est¨¢ enfriando y las familias se muestran m¨¢s prudentes ante el consumo y ante el endeudamiento, en contraste con la pret¨¦rita 'exuberancia irracional' contra la que previno en 1996 el presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan. Quiz¨¢ en tales tiempos peores, la reducci¨®n de impuestos no venga mal para suavizar ese aterrizaje.
Bush se presenta como un presidente menos inclinado a que EE UU intervenga en el extranjero, m¨¢s propicio a participar para preservar el equilibrio de poderes -es decir, la preponderancia de la hiperpotencia que preside- que directamente en conflictos, tal como subray¨® ayer mismo. La intenci¨®n declarada unos d¨ªas atr¨¢s por Bush de que EE UU deje de financiar a organizaciones internacionales que defienden o fomentan el aborto en el Tercer Mundo es preocupante. Bush apunta una pol¨ªtica exterior m¨¢s unilateralista, lo que deja a¨²n menos papel a las organizaciones de gobernaci¨®n global, como la ONU. Pero quiz¨¢ as¨ª Europa se ponga las pilas de una vez y reduzca su dependencia respecto al poder¨ªo de EE UU.
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