Una aberraci¨®n hist¨®rica y pol¨ªtica
I. La concesi¨®n por el Gobierno de una medalla, a t¨ªtulo p¨®stumo, a Melit¨®n Manzanas es un acto de suma gravedad por su significado hist¨®rico al tiempo que un error pol¨ªtico de evidente trascendencia. El jefe de la siniestra brigada pol¨ªtico-social de Guip¨²zcoa era un torturador, un colaborador de los nazis, s¨ªmbolo de lo peor de la dictadura. ?C¨®mo es posible, entonces, que la democracia espa?ola le condecore?, ?qu¨¦ ha ocurrido para que dem¨®cratas -?dem¨®cratas?- legitimen de esta manera a un verdugo e, indirectamente, a actos nefastos cometidos por ese r¨¦gimen? En mi opini¨®n, no hay raz¨®n alguna para esta decisi¨®n del Gobierno que es un aut¨¦ntico disparate, una provocaci¨®n hacia todos los que luchamos por la libertad de Espa?a y una reparaci¨®n moral a los autores de violaciones sistem¨¢ticas de los derechos humanos. Es verdad que cuando se restableci¨® la democracia convinimos en reconciliarnos y se otorg¨® una amnist¨ªa que exoneraba de las responsabilidades penales en las que se hubiese podido incurrir en el pasado. Pero de ah¨ª a conceder una gran cruz a responsables de delitos de extrema gravedad hay un salto radical que supone un golpe a la l¨ªnea de flotaci¨®n de aquel consenso. La justificaci¨®n de este dislate se busca en que el premiado fue una v¨ªctima de ETA en 1968 y, en consecuencia, tiene el mismo derecho que las dem¨¢s v¨ªctimas a las recompensas que la democracia ha establecido. Este argumento supone una tergiversaci¨®n profunda del significado de cosas muy serias. Supone, ni m¨¢s ni menos, equiparar la democracia y la dictadura, como si la primera fuese una mera continuidad de la segunda. No se pueden igualar los significados de los hechos en un r¨¦gimen de libertad con los de uno de tiran¨ªa, ni dentro de esta ¨²ltima todas las v¨ªctimas eran iguales.
II. La dictadura era un r¨¦gimen de violencia permanente en el que se violaban todos los d¨ªas todos los derechos humanos durante 40 a?os; en el que se deten¨ªa, se torturaba y, cuando ven¨ªa el caso, se fusilaba a los que se opon¨ªan a la misma. En una situaci¨®n as¨ª est¨¢ legitimada la respuesta violenta, lo que no quiere decir que haya que responder, en todas las circunstancias, con violencia ni que est¨¦ justificada en todos los casos. Por el contrario, hubo periodos en que los partidos de izquierda lucharon con las armas en la mano contra la dictadura, como se hizo, por otra parte, en todos los pa¨ªses de la Europa ocupada por los nazis o sometida a dictaduras; lucha de guerrillas que dur¨® hasta finales de los cuarenta, momento a partir del cual se abandon¨® ese m¨¦todo y no se volvi¨® a utilizar, pues se entendi¨® que no era id¨®neo para conquistar la libertad y se critic¨® a los que utilizaron el terrorismo como arma pol¨ªtica. Pero eso es una cosa, y otra considerar que la violencia tiene el mismo significado en una democracia que en una dictadura. Hasta los te¨®logos espa?oles del siglo XVI distingu¨ªan perfectamente, a estos efectos, las situaciones de libertad y de tiran¨ªa, justificando el tiranicidio en este ¨²ltimo supuesto, como as¨ª lo dej¨® escrito Francisco Su¨¢rez en su obra De legibus ac Deo legislatore. Otra cuesti¨®n muy diferente es si ETA tuvo raz¨®n o no al eliminar al comisario Manzanas. En mi opini¨®n, ¨¦se no era el m¨¦todo adecuado de combatir a la dictadura en aquel momento, pero ser¨ªamos unos hip¨®critas si dij¨¦semos ahora que los que est¨¢bamos en la resistencia en esa ¨¦poca sentimos o condenamos que aquel torturador fuese liquidado. Por lo tanto, aprovechar el rechazo absoluto que hoy provoca ETA con sus cr¨ªmenes para equiparar a las v¨ªctimas de ¨¦sta en la democracia con todas las que se produjeron durante la dictadura -incluyendo torturadores y tiranos- es una operaci¨®n siniestra que no tiene justificaci¨®n. ?Es igual de v¨ªctima L¨®pez de Lacalle, Miguel ?ngel Blanco o Buesa que Manzanas? Lo tremendo es que ETA hoy est¨¢ asesinando a personas que ayer fueron torturadas por los mismos que son condecorados por la democracia. As¨ª de aberrantes son los efectos del terrorismo en ¨¦pocas de libertad; no cometamos nosotros otro tipo de aberraciones. ?Qu¨¦ dir¨ªamos si en Argentina o Chile se condecorase a torturadores de sus dictaduras porque resultase que fueron eliminados por los que ahora, sin justificaci¨®n alguna, ejerciesen actos de terrorismo? En la lucha contra ETA no todo vale. La raz¨®n y la fuerza de la democracia radican precisamente ah¨ª. No vali¨® entonces la guerra sucia y no vale ahora recompensar la memoria de los torturadores y tiranos porque fueron 'v¨ªctimas' de ETA, cuando en realidad lo que fueron es victimarios. La democracia se ensucia y deslegitima tanto en un caso como en otro.
III. Adem¨¢s de lo anterior, estamos ante un grave error pol¨ªtico. ?Se ha calibrado el efecto que va a producir en los ciudadanos vascos -y no s¨®lo vascos- la condecoraci¨®n a Melit¨®n Manzanas? ?Conocen los actuales gobernantes lo que signific¨® esa persona y otras como ¨¦l en la Euskadi de la dictadura y de los permanentes estados de excepci¨®n? Prefiero pensar que no, que es fruto de la ignorancia y de la nefasta desmemoria, pues de lo contrario supondr¨ªa una tremenda irresponsabilidad pol¨ªtica. La lucha contra el terrorismo hay que ganarla sobre todo en el Pa¨ªs Vasco y esta decisi¨®n no va a contribuir, sino todo lo contrario, a ganar voluntades, a unir a los dem¨®cratas, a aislar a los violentos. Esto supone, en una palabra, hacer el juego al terrorismo y a la intolerancia, contribuir al desprestigio de los gobiernos democr¨¢ticos. Se ha meditado que cuando en Europa se denuncia y se condena a los que cometieron atrocidades en el pasado, aqu¨ª premiamos a los violadores de derechos humanos. Y no vale argumentar que en un Estado de derecho la norma que regula este tipo de reconocimientos es igual para todos y que el Gobierno se ha limitado a llevarla a la pr¨¢ctica. Las leyes se interpretan en consonancia con el esp¨ªritu y la intenci¨®n de las mismas antes de aplicarlas ciegamente y me resisto a creer que la intenci¨®n -la ratio legis- de todos los legisladores fuese premiar a los verdugos de la dictadura. Si ello fuese as¨ª, todos los partidos que votaron esa ley tendr¨ªan que hacerse una severa autocr¨ªtica. Pero el argumento del Gobierno de que todos los partidos votaron la ley y, en consecuencia, es responsabilidad de todos no se sostiene. La Exposici¨®n de Motivos de la Ley 32/99, de Solidaridad con las V¨ªctimas del Terrorismo, dice: 'Las v¨ªctimas del terrorismo han sido, en su contribuci¨®n personal, el exponente de una sociedad decidida a no consentir que nada ni nadie subvierta los valores de la convivencia, de la tolerancia y de la libertad', y m¨¢s adelante se?ala: 'La referencia a las v¨ªctimas supondr¨¢ siempre el incontrovertible lugar de encuentro en el que hacer converger a todos los dem¨®cratas...'. Y por su parte el Real Decreto 1974/99, que aprueba el Reglamento de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las V¨ªctimas del Terrorismo, dice que esa condecoraci¨®n se otorga 'por el sacrificio doloroso y fecundo prestado en aras de la libertad y la convivencia en paz de todos los espa?oles'. ?Piensa el Gobierno que un torturador de la dictadura prest¨® un servicio fecundo a la libertad y a la paz y debe suponer un lugar de encuentro de los dem¨®cratas? Ser¨ªa tanto como establecer una continuidad natural entre la dictadura y la democracia, negar el corte que signific¨® la Constituci¨®n de 1978. Convendr¨ªa aclararse sobre estos extremos tan importantes con el fin de saber a qu¨¦ atenerse, pues es cuesti¨®n totalmente diferente apoyar a las v¨ªctimas del terrorismo en la democracia que premiar la memoria de los torturadores. Con lo primero, los dem¨®cratas debemos estar siempre; con lo segundo, nunca; pero me temo que estas cosas suceden cuando se pierde la memoria hist¨®rica y hay gobernantes que todav¨ªa tienen dificultades en distinguir, claramente y hasta el fondo, una democracia de una dictadura.
partidos que votaron esa ley tendr¨ªan que hacerse una severa autocr¨ªtica. Pero el argumento del Gobierno de que todos los partidos votaron la ley y, en consecuencia, es responsabilidad de todos no se sostiene. La Exposici¨®n de Motivos de la Ley 32/99, de Solidaridad con las V¨ªctimas del Terrorismo, dice: 'Las v¨ªctimas del terrorismo han sido, en su contribuci¨®n personal, el exponente de una sociedad decidida a no consentir que nada ni nadie subvierta los valores de la convivencia, de la tolerancia y de la libertad', y m¨¢s adelante se?ala: 'La referencia a las v¨ªctimas supondr¨¢ siempre el incontrovertible lugar de encuentro en el que hacer converger a todos los dem¨®cratas...'. Y por su parte el Real Decreto 1974/99, que aprueba el Reglamento de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las V¨ªctimas del Terrorismo, dice que esa condecoraci¨®n se otorga 'por el sacrificio doloroso y fecundo prestado en aras de la libertad y la convivencia en paz de todos los espa?oles'. ?Piensa el Gobierno que un torturador de la dictadura prest¨® un servicio fecundo a la libertad y a la paz y debe suponer un lugar de encuentro de los dem¨®cratas? Ser¨ªa tanto como establecer una continuidad natural entre la dictadura y la democracia, negar el corte que signific¨® la Constituci¨®n de 1978. Convendr¨ªa aclararse sobre estos extremos tan importantes con el fin de saber a qu¨¦ atenerse, pues es cuesti¨®n totalmente diferente apoyar a las v¨ªctimas del terrorismo en la democracia que premiar la memoria de los torturadores. Con lo primero, los dem¨®cratas debemos estar siempre; con lo segundo, nunca; pero me temo que estas cosas suceden cuando se pierde la memoria hist¨®rica y hay gobernantes que todav¨ªa tienen dificultades en distinguir, claramente y hasta el fondo, una democracia de una dictadura.
partidos que votaron esa ley tendr¨ªan que hacerse una severa autocr¨ªtica. Pero el argumento del Gobierno de que todos los partidos votaron la ley y, en consecuencia, es responsabilidad de todos no se sostiene. La Exposici¨®n de Motivos de la Ley 32/99, de Solidaridad con las V¨ªctimas del Terrorismo, dice: 'Las v¨ªctimas del terrorismo han sido, en su contribuci¨®n personal, el exponente de una sociedad decidida a no consentir que nada ni nadie subvierta los valores de la convivencia, de la tolerancia y de la libertad', y m¨¢s adelante se?ala: 'La referencia a las v¨ªctimas supondr¨¢ siempre el incontrovertible lugar de encuentro en el que hacer converger a todos los dem¨®cratas...'. Y por su parte el Real Decreto 1974/99, que aprueba el Reglamento de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las V¨ªctimas del Terrorismo, dice que esa condecoraci¨®n se otorga 'por el sacrificio doloroso y fecundo prestado en aras de la libertad y la convivencia en paz de todos los espa?oles'. ?Piensa el Gobierno que un torturador de la dictadura prest¨® un servicio fecundo a la libertad y a la paz y debe suponer un lugar de encuentro de los dem¨®cratas? Ser¨ªa tanto como establecer una continuidad natural entre la dictadura y la democracia, negar el corte que signific¨® la Constituci¨®n de 1978. Convendr¨ªa aclararse sobre estos extremos tan importantes con el fin de saber a qu¨¦ atenerse, pues es cuesti¨®n totalmente diferente apoyar a las v¨ªctimas del terrorismo en la democracia que premiar la memoria de los torturadores. Con lo primero, los dem¨®cratas debemos estar siempre; con lo segundo, nunca; pero me temo que estas cosas suceden cuando se pierde la memoria hist¨®rica y hay gobernantes que todav¨ªa tienen dificultades en distinguir, claramente y hasta el fondo, una democracia de una dictadura.
Nicol¨¢s Sartorius es vicepresidente ejecutivo de la Fundaci¨®n Alternativas.
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