Talante
Una de las caracter¨ªsticas que ha definido a la derecha preconstitucional es que la acci¨®n de gobierno la ha ejercido sin oposici¨®n. La toma de decisiones no pod¨ªa ser contestada. La contestaci¨®n, si se produc¨ªa, era corregida. Sanciones gubernativas y judiciales se encargaban de poner coto a quienes se manifestaban de forma opuesta. Eran tiempos de orden, autocomplacencia y enga?os.
Sin embargo, la entrada en juego de los valores democr¨¢ticos y el establecimiento del Estado social y de derecho, incorporaron modos de gobierno diferentes. Pluralidad, oposici¨®n y discrepancias conforman la salud de la nueva forma de entender la acci¨®n de gobierno. Unas maneras que asumi¨® la derecha, aunque con reticencias, mientras permaneci¨® en la oposici¨®n, y que mantuvo en su primer gobierno. Ah¨ª quedan sus pactos con los partidos nacionalistas, PNV y Converg¨¨ncia i Uni¨®. No obstante, ha bastado alcanzar la mayor¨ªa absoluta para que se inicie una forma de gobernar que recuerda la etapa preconstitucional. Ejemplos no faltan. El alejamiento de CiU y la satanizaci¨®n del PNV fueron sus primeros pasos. El rechazo de los derechos humanos de los inmigrantes, el siguiente. Pero, no es suficiente. Necesita m¨¢s. Ahora niega las competencias del TS, en la interpretaci¨®n de las normas (caso del juez prevaricador), y de la Audiencia Nacional (incremento del salario los funcionarios). Necesita, como en los peores tiempos, acaparar los distintos poderes y gobernar sin oposici¨®n. A solas.
Esta forma de ejercer la acci¨®n de gobierno adem¨¢s de negar el pluralismo, perjudica los intereses de Andaluc¨ªa. No quiere que se oiga su voz en el tema de la inmigraci¨®n, en la ampliaci¨®n militar de la base de Rota, o en su intento de lograr que el submarino nuclear se repare lejos de la costa.
Tal vez, si el PP andaluz, adem¨¢s de preocuparse de los autobuses, intentara recuperar el antiguo talante, el Gobierno central podr¨ªa conseguir que los inmigrantes pasearan por Andaluc¨ªa con la misma libertad que los marines americanos por la base de Rota. En cualquier caso, deber¨ªa convencer al ministro Piqu¨¦ de que no monte la farsa de solicitar la soberan¨ªa del Pe?¨®n cuando no es capaz de conseguir que Tony Blair le deje ver el submarino de cerca.
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