Zaplana, la CAM y su fusi¨®n
Cuando en La importancia de llamarse Ernesto Miss Prim, la institutriz, se?ala a Cecilia sus deberes de Econom¨ªa Pol¨ªtica le recomienda que se salte el cap¨ªtulo sobre la devaluaci¨®n de la rupia: 'Es demasiado escandaloso. Hasta estos problemas financieros tienen su lado melodram¨¢tico'. ?Estamos ante una simple boutade wildeana? Nada de eso. La historia monetaria y financiera del siglo XIX y gran parte del XX es una continua sucesi¨®n de crisis, p¨¢nicos y sobresaltos. Nuestros bisabuelos, al menor signo de alarma, fundado o no, se abalanzaban ante las ventanillas bancarias a exigir que se cumpliese lo que dec¨ªa en los billetes que exhib¨ªan, o sea que el banco X pagar¨ªa al portador la cantidad de tantas pesetas en met¨¢lico. Lo cual que no siempre ocurr¨ªa porque la cantidad de billetes en circulaci¨®n era muy superior al encaje bancario, a la cantidad de oro -en el caso espa?ol tambi¨¦n plata- que los bancos guardaban en sus cajas.
Hoy, afortunadamente, no vivimos estas dram¨¢ticas situaciones, con sus corolarios de incertidumbres, quiebras y ruinas. Sin embargo, la cantidad de billetes de curso legal que hay en un pa¨ªs es muy inferior al importe total de los dep¨®sitos bancarios existentes. O sea que si un d¨ªa, pose¨ªdos de fren¨¦tica paranoia, acudi¨¦semos todos de consuno a nuestras respectivas entidades financieras para retirar nuestros fondos nos encontrar¨ªamos con la desagradable sorpresa de que no hay, ni nunca habr¨¢, suficiente dinero legal -los billetes de curso forzoso que todos estamos obligados a aceptar como pago de nuestras deudas- para saldar esta petici¨®n generalizada. En otras palabras, el dinero m¨¢s l¨ªquido que mayormente poseemos, nuestras cuentas bancarias, es dinero en tanto en cuanto creamos todos que es dinero. Es pues la confianza la base primera y m¨¢s s¨®lida no ya del sistema monetario sino del sistema financiero en su conjunto. Una confianza que no ha surgido espont¨¢neamente, sino que ha costado d¨¦cadas de intervenci¨®n, regulaci¨®n e inspecci¨®n estatal y la creaci¨®n de fondos de garant¨ªa para los dep¨®sitos, establecer entre el p¨²blico. Por lo cual, as¨ª como Alfonso X El Sabio ya se?alaba en Las Partidas a la emisi¨®n de moneda como uno de los atributos de la soberan¨ªa, cualquier Gobierno tiene, o deber¨ªa tener, el m¨¢s exquisito cuidado en velar por el mantenimiento general de este estado de ¨¢nimo confiado, tranquilo y, sobre todo, seguro.
?Respeta Zaplana este principio multisecular? Parece que, si contemplamos sus continuas injerencias en nuestros agentes financieros aut¨®ctonos, las cajas de ahorro, oblig¨¢ndolas a tomar parte en proyectos de oscuro futuro, como Terra M¨ªtica, y nulo valor estrat¨¦gico para nuestra econom¨ªa o, ¨²ltimamente, la forzada dimisi¨®n de Juan Antonio Gisbert como director general de la CAM, la respuesta debe ser no. Si a esto unimos que ya llueve sobre mojado y que cualquier equipo de direcci¨®n que no sea totalmente d¨²ctil a sus deseos o caprichos, como fue el caso del anterior presidente de Bancaja, Jose Mar¨ªa Sim¨® y su director general, Emilio Tortosa, debe de desaparecer, la respuesta sigue siendo un rotundo no. Zaplana, como los dirigentes populares en general, practica una doble moral pol¨ªtica. Bajo la pr¨¦dica mon¨®tona y reiterada de liberalismo se esconde la forma de gobernar m¨¢s intervencionista que ha existido en Espa?a desde el ominoso dictador.
Hay indicios m¨¢s que suficientes para creer fundadamente que se avecina, de grado o no, una fusi¨®n entre Bancaja y la CAM por mucho que el nuevo director general se haya apresurado a balbucear algunas excusas al respecto que nadie le ha pedido ni ten¨ªa por qu¨¦ dar. ?Existe alguna raz¨®n b¨¢sica, inexcusable, forzosa, inevitable desde la racionalidad econ¨®mica para que tal cosa ocurra? Mi respuesta personal, posiblemente equivocada, sujeta a que cualquiera, espero que con razones m¨¢s fundadas que un simple cosmopolitismo frivol¨®n, me corrija es que no.
Por no reiterar argumentos que ya tengo escritos, dir¨¦ simplemente que el tama?o en s¨ª mismo y m¨¢s en el asunto de que hablamos, no tiene nada que ver con la globalizaci¨®n ni pamplina semejante alguna. El tama?o por s¨ª, la aspiraci¨®n al gigantismo (que puede simplemente derivar en acromegalia) -y estamos hablando de entidades con excelentes cuentas propias de resultados, con s¨®lida implantaci¨®n y arraigo territorial, acreditadas en su ¨¢mbito, con clientela fiel y con favorables perspectivas- no es un fin ¨²ltimo ni inevitable. El tama?o es un instrumento para conseguir determinados fines. Y si alguien, mismamente Zaplana, aspira a ello deber¨ªa explicar con toda claridad que es lo que pretende, como lo han hecho abiertamente -estemos o no de acuerdo con sus argumentos- los gobiernos andaluz y gallego. Y si es capaz de justificar para qu¨¦ se necesita esa, al parecer imperiosa, fusi¨®n, yo ser¨¦ el primero en sumarme al proyecto.
Hacen falta claridad y explicaciones para aportar la necesaria serenidad, ponderaci¨®n y mesura que tanto se est¨¢ echando en falta en asunto tan importante. La confianza es la clave del sistema financiero. La discreci¨®n su mejor compa?¨ªa. No es ¨¦ste un debate de plaza p¨²blica ni, mucho menos, propicio al tumulto vociferante. Celebraremos en breve el vig¨¦simo aniversario de nuestro Estatuto de Autonom¨ªa, de nuestro reencuentro como un pueblo y un territorio, pero el camino recorrido, hasta ahora con buena fortuna, no debe hacernos olvidar algunas de nuestras fragilidades, que habr¨¢ que ir soldando a¨²n m¨¢s en el tiempo. Si es preciso con car¨¢cter general recuperar la pol¨ªtica pedag¨®gica, persuasiva, convincente, en este caso se hace de todo punto imprescindible puesto que el estilo imperativo, autoritario, que se est¨¢ ejerciendo -aqu¨ª y all¨¢- como fruto de la mayor¨ªa absoluta del PP s¨®lo puede dejar en este tema el campo abonado a la exacerbaci¨®n del victimismo permanente y del agravio comparativo, infundado o no. Zaplana ha movido ficha: que explique personalmente la jugada.
Segundo Bru es Catedr¨¢tico de Econom¨ªa Pol¨ªtica y senador socialista por Valencia
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