'HOY SHAKESPEARE ESCRIBIR?A DE ECONOM?A'
La escritora francesa, autora de El horror econ¨®mico, del que ha vendido m¨¢s de un mill¨®n de ejemplares en todo el mundo, vuelve a la carga cuatro a?os despu¨¦s con Una extra?a dictadura, en el que arremete contra la mala gesti¨®n de la globalizaci¨®n y la califica de dictadura an¨®nima.
D¨ªa tras d¨ªa somos testigos del fiasco del ultraliberalismo. D¨ªa tras d¨ªa este sistema ideol¨®gico basado en el dogma (o en el fantasma) de la autorregulaci¨®n de la econom¨ªa llamada de mercado muestra su incapacidad para gestionarse a s¨ª mismo, controlar lo que promueve o dominar lo que desencadena. Hasta el punto de que sus iniciativas, tan crueles para el conjunto de las poblaciones, terminan por revolverse contra ¨¦l por efecto bumer¨¢n (...)'.
As¨ª empieza Una extra?a dictadura (Anagrama), el ¨²ltimo ensayo / provocaci¨®n de Viviane Forrester, la escritora francesa que a sus m¨¢s de 70 a?os es un mito para muchos j¨®venes inconformistas.
Pregunta. En cierta ocasi¨®n se defendi¨® de los que dicen que un novelista no entiende de econom¨ªa asegurando que Shakespeare hoy tambi¨¦n hubiera escrito sobre ella.
Respuesta. ?Es que Shakespeare habla de econom¨ªa en muchas de sus obras! Habla del poder y hoy hablar¨ªa mucho m¨¢s de ese enorme poder econ¨®mico. Balzac tambi¨¦n se dio cuenta de la importancia y el enigma de la econom¨ªa que marca todos los destinos humanos. Cada uno de nosotros llevamos el sistema econ¨®mico pegado al cuerpo.
P. Ser hija de banqueros, tener dinero y despu¨¦s no tenerlo, ?facilita el esp¨ªritu de rebeld¨ªa?
R. Lo que m¨¢s me afecta es ver v¨ªctimas, como son hoy los inmigrantes. Porque yo tambi¨¦n lo fui: te quitan completamente tu identidad y eres alguien superfluo, sujeto a la indiferencia generalizada. Esto sucede hoy tambi¨¦n en esta Francia euf¨®rica. Se dice que hay pocos parados y ?hay millones de personas que viven de forma precaria! Por esto escribo sobre econom¨ªa y con indignaci¨®n: se nos coloca ante falsos problemas y no ante los interrogantes que importan.
P. Por ejemplo.
R. ?Por qu¨¦ tan poca gente dice lo que piensa? Escrib¨ª otro libro de pol¨ªtica e historia hace 20 a?os, La violencia de la calma, y me preocup¨¦ mucho porque nadie dec¨ªa lo que yo me atrev¨ª a escribir. Debo delirar, pensaba, y acabar¨¢n por no hablarme. Cre¨ª que estaba aislada hasta que sucedi¨® lo de El horror econ¨®mico: much¨ªsima gente se daba cuenta de la impostura, de las mentiras y de la urgencia de ponerse a hablar de todo eso.
P. No agot¨® el tema en ese libro. En este segundo precisa m¨¢s.
R. Cuando se habla de globalizaci¨®n se pretende que la gente est¨¦ a favor o en contra. Es un error confundir globalizaci¨®n con ultraliberalismo. La globalizaci¨®n, respecto a las nuevas tecnolog¨ªas y la posibilidad de la simultaneidad, puede ser algo estupendo para todos y, adem¨¢s, es irreversible. El problema est¨¢ en c¨®mo gestionar eso. Y entonces se da como irreversible que la ¨²nica manera de gestionarlo es la ultraliberal.
P. Es decir, que est¨¢ a favor de la globalizaci¨®n...
R. Por supuesto, es un hecho hist¨®rico que seguro que se puede gestionar de muchas formas. Y hay confusi¨®n porque se cree que lo econ¨®mico destruye la pol¨ªtica y no es cierto. Sucede justamente lo contrario: cierto tipo de pol¨ªtica ultraliberal es la que destruye la econom¨ªa, la econom¨ªa real. La gesti¨®n de la globalizaci¨®n actualmente es totalmente ideol¨®gica y se pretende lo contrario. Por lo tanto, si estamos ante una gesti¨®n ideol¨®gica nada m¨¢s normal que ponerla en cuesti¨®n y discutirla.
P. Est¨¢ diciendo algo muy cl¨¢sico: que la econom¨ªa est¨¢ politizada y que la forma de esa politizaci¨®n es una dictadura.
R. S¨ª, claro. Una dictadura, de tipo estalinista, muy bien camuflada para que no parezca que es una ideolog¨ªa. Cuando se habla hoy del capitalismo se tiende a decir que est¨¢ m¨¢s all¨¢ de la ideolog¨ªa y no es as¨ª.
P. En su libro dice que es una dictadura sin dictador.
R. Es que es una dictadura an¨®nima mucho m¨¢s dif¨ªcil de combatir. ?C¨®mo combatir un sistema dictatorial que se basa en la afirmaci¨®n de que econ¨®micamente no se puede hacer otra cosa? El simple hecho de que se piense que no hay alternativas ya es un resultado de la dictadura. Claro que hay alternativas. Pero antes hay que tener claro cu¨¢l es el problema.
P. ?Alguien se ha sentido aludido con sus libros?
R. He tenido un mont¨®n de cr¨ªticas y de adhesiones. Las cr¨ªticas m¨¢s duras no criticaban mis argumentos, sino que yo estaba en contra de la globalizaci¨®n, lo cual no es cierto. Me gustar¨ªa tener cr¨ªticas m¨¢s serias ?hasta las podr¨ªa hacer yo misma! Mis propias cr¨ªticas est¨¢n en el libro siguiente, que siempre va m¨¢s lejos... En Una extra?a dictadura soy un poco m¨¢s malvada. Podemos re¨ªr mucho con lo que dicen estos se?ores del Fondo Monetario Internacional. Entre mis dos libros tambi¨¦n han pasado muchas cosas: en 1996 no hab¨ªa una opini¨®n p¨²blica mundial sensibilizada sobre la mala gesti¨®n de la globalizaci¨®n y hoy es una evidencia que much¨ªsima gente, reflexiona, toma nota, saca conclusiones, se expresa en Seattle y en otros sitios. El que mis libros tengan ¨¦xito es un hecho pol¨ªtico claro y tambi¨¦n lo es que determinados l¨ªderes pol¨ªticos y empresariales me consideran ?muy peligrosa!, ja, ja.
P. ?Los libros sirven para cambiar las cosas?
R. En este tiempo ha crecido una conciencia, se han creado asociaciones de ciudadanos, se han alzado voces numerosas. ?ste ha sido uno de mis principales objetivos: que los parados no se culpabilizaran s¨®lo a ellos mismos de su exclusi¨®n. Pero hay que estar atentos porque nos hemos dormido y, as¨ª, se ha podido instalar esta pol¨ªtica de hechos consumados.
P. Usted no ha estudiado nada de econom¨ªa.
R. Nada absolutamente. Leo todo lo que cae en mis manos.
P. Y aun as¨ª la escuchan en Davos.
R. Me han invitado, s¨ª, fue una experiencia interesante del poder actual.
P. Como hija de banquero, tambi¨¦n conoci¨® el poder de cerca.
R. Conoc¨ª los pasillos, la trastienda. Mi padre nunca me explic¨® nada, pero yo estaba internamente en profundo desacuerdo con todo aquello. Y lo vi en la guerra: vi las consecuencias del poder y del manique¨ªsmo que genera. Por esto me preocupan tambi¨¦n las consecuencias de lo que escribo y de lo que digo, por eso, quiz¨¢s, he tardado tantos a?os en decidirme a explicar lo que pienso y tratar de matizarlo al m¨¢ximo.
P. Prec¨ªseme una palabra: ?qu¨¦ es el progreso?
R. No creo en la noci¨®n de progreso. ?Es que Her¨¢clito pensaba peor que Bergson? ?O que Montaigne es inferior a un escritor actual? La idea de equilibrio que lleva a huir de las pendientes; las bajadas van siempre muy r¨¢pidas. Esto es lo que nos pasa ahora: vamos hacia abajo r¨¢pidamente, la especulaci¨®n nos pone en peligro. Y decir esto es ser optimista: creer que se pueden cambiar las cosas. S¨®lo los conformistas, los que creen que todo est¨¢ bien as¨ª, los que dicen que no se puede hacer otra cosa, los que creen que hay que adaptarse porque todo es estupendo, son pesimistas. Es el discurso de la dictadura, un discurso que incluso impide constatar d¨®nde estamos para que surjan contrapoderes no delegados. Yo no creo en el para¨ªso, pero s¨¦ que nunca hay nada perdido. Eso ser¨ªa como decir que hay que adaptarse al infierno.
La primera voz contra la trampa de la globalizaci¨®n
Fue la primera voz que se atrevi¨® a poner boca arriba, en palabras comprensibles, las cartas con trampa de la globalizaci¨®n econ¨®mica. Su libro El horror econ¨®mico (Fondo de Cultura Econ¨®mica) gan¨® en 1996 el prestigioso premio M¨¦dicis de ensayo, fue traducido a 25 lenguas y ha vendido m¨¢s de un mill¨®n de ejemplares. Desde entonces, Forrester ha recorrido medio mundo dando conferencias y explicando sus ideas a sindicatos y patronos, en foros intelectuales o empresariales, como el de Davos. Su mensaje es sencillo: hemos creado un sistema econ¨®mico que es una f¨¢brica de excluidos hasta el punto de que lo que se pretende es prescindir de los seres humanos y esto resulta insostenible. El tiempo parece dar la raz¨®n a esta cr¨ªtica literaria de Le Monde, novelista importante en Francia y jurado del Premio F¨¦mina. Hija de banqueros jud¨ªos pero colaboracionistas, con una formaci¨®n burguesa cl¨¢sica, su vida ha conocido el sufrimiento y la opresi¨®n durante la II Guerra Mundial. 'La literatura ha sido mi verdadera pasi¨®n', dice. 'Leer. Escribir. Todo eso permite tener varias vidas. Por eso no es raro que haga novelas y ensayos. Ambos son escritura y humanidad'.
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