La gran inc¨®gnita
Las ca¨ªdas de los toros son la gran inc¨®gnita que presenta la ganader¨ªa de bravo. Por qu¨¦ se caen y por qu¨¦ las autoridades sanitarias y gubernativas no han tomado en consideraci¨®n este grave problema, latente desde hace m¨¢s de 10 a?os.
En las reuniones sectoriales nadie ha hecho menci¨®n de la invalidez generalizada de los toros, da igual cu¨¢les sean su encaste y procedencia. El triunfalismo con que los taurinos y sus portavoces disimulan las conductas fr¨ªvolas, irresponsables y hasta corruptas que han sumido en una crisis de valores la fiesta, no puede ocultar el escandaloso estado en que se encuentra la ganader¨ªa de bravo, a salvo muy escasas y honrosas excepciones.
Cierto que, hasta ahora, la invalidez de los toros parec¨ªa afectar s¨®lo a la integridad del espect¨¢culo, a los derechos del p¨²blico, a la impunidad de las corruptelas y la posible implicaci¨®n en ellas de las autoridades. Mas con la aparici¨®n de la encefalopat¨ªa espongiforme bovina (EEB), no hay pruebas de que no haya entrado en la ganader¨ªa de bravo. El problema ya es de salud p¨²blica, muy serio por tanto, y la seguridad de la sociedad civil exige que se examinen las reses con todas sus consecuencias. Los taurinos proclaman que ning¨²n ganadero ser¨ªa capaz de darles a sus toros piensos que contuvieran materias org¨¢nicas. Pero en estos momentos no basta la palabra de honor.
El persistente mal de las inexplicables ca¨ªdas de los toros debi¨® abordarse hace muchos a?os y pudo ser buena ocasi¨®n el reglamento taurino que se aprob¨® en 1992. El entonces ministro del Interior me dio a conocer el texto, que llevar¨ªa al Consejo de Ministros pocos d¨ªas despu¨¦s, y le suger¨ª que incluyera una norma para que se enviaran a an¨¢lisis las v¨ªsceras de los toros inv¨¢lidos. Y me contest¨® que no pod¨ªa hacer eso pues era como poner bajo sospecha a los ganaderos. La f¨®rmula que le propuse, un pre¨¢mbulo donde se apuntara la conveniencia de estudiar si las ca¨ªdas obedec¨ªan a motivos patol¨®gicos, no sirvi¨® para nada. Antes al contrario, dando por hecho que los toros hab¨ªan perdido fortaleza, rebaj¨® de tres a dos las varas reglamentarias.
Y los toros se siguieron cayendo. Cada vez m¨¢s pese a que recib¨ªan menor castigo. Y la imagen del toro que pierde las manos, que se desploma fulminado, que ni se inmuta cuando le tiran del rabo para levantarlo, que deambula desnortado o que embiste como borrego, se ha hecho habitual. Si es porque padece la EEB, u otra enfermedad, o porque lo drogan, s¨®lo puede saberse mediante an¨¢lisis. Y ser¨¢ imposible si los incineran, como han propuesto taurinos. Claro que a lo mejor es de lo que se trata.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.