El general que acus¨® a Pinochet
'Pens¨¦ que Pinochet dir¨ªa la verdad al final. Me he equivocado', relata Joaqu¨ªn Lagos a EL PA?S
Jam¨¢s un militar del Ej¨¦rcito chileno hab¨ªa relatado tan crudamente los cr¨ªmenes ocurridos en el norte de Chile en 1973 y por los que hoy se est¨¢ enjuiciando a Augusto Pinochet. El pasado jueves, el detallado testimonio de estos hechos que el general en retiro Joaqu¨ªn Lagos Osorio dio ante las pantallas de la Televisi¨®n Nacional de Chile conmocion¨® a los chilenos. En octubre de 1973, este alto ex oficial estaba a cargo de la Primera Divisi¨®n del Ej¨¦rcito, con asiento en la ciudad de Antofagasta. En dicha zona se ejecut¨® a 56 detenidos pol¨ªticos por orden de un alto general que viaj¨® especialmente 'delegado' al norte de Chile por Pinochet. Ante las c¨¢maras de televisi¨®n, el general Lagos expres¨® su dolor por las matanzas realizadas a sus espaldas en Copiap¨®, Calama y Antofagasta e insisti¨® en que Pinochet es el gran responsable penal de estos sucesos.
'Cuando Pinochet me orden¨® que borrara a Arellano como responsable de las ejecuciones me di cuenta de que exist¨ªa connivencia entre ellos'
En nuevas declaraciones exclusivas para EL PA?S, Lagos asegura que despu¨¦s de enterarse de los cr¨ªmenes perpetrados sin su conocimiento en una zona de su jurisdicci¨®n confront¨® personalmente a Pinochet el 19 de octubre de 1973 en el norte?o aeropuerto Cerro Moreno, de Antofagasta. 'En repetidas oportunidades le pregunt¨¦ si ¨¦l hab¨ªa ordenado estas matanzas y ¨¦l me respondi¨® que no, pero no lo not¨¦ impactado por la atrocidad de los sucesos que yo le estaba informando. Me contestaba serio y con la cabeza gacha'. Y agrega Lagos: 'Tampoco Pinochet dijo que el general Sergio Arellano Stark hubiese sobrepasado sus atribuciones de oficial delegado por ¨¦l mismo al ordenar estos cr¨ªmenes del norte. Al final de ese encuentro qued¨¦ con la impresi¨®n de que Pinochet qued¨® m¨¢s preocupado por mi actitud de rechazo a estos asesinatos que por la atrocidad de las cosas que yo le contaba'.
El general Joaqu¨ªn Lagos Osorio tiene 80 a?os. Es cinco a?os m¨¢s joven que Pinochet. Dos fornidos hombres de la polic¨ªa lo custodian de d¨ªa y de noche en las afueras de su residencia en el barrio de Providencia. Su testimonio ha sido clave para iniciar el enjuiciamiento del general Pinochet, por lo que el Gobierno chileno teme que pueda ser objeto de represalias por parte de grupos de la ultraderecha.
Lagos dej¨® el Ej¨¦rcito en 1974, a pocos meses de las matanzas del norte de Chile. Fiel a los principios de un militar de la vieja guardia, el uniformado pas¨® a retiro espantado por los atropellos a los derechos humanos que le toc¨® presenciar. As¨ª, a partir de octubre de 1973 se convirti¨® en uno de los militares disidentes que m¨¢s pruebas posee de que Pinochet tendr¨ªa responsabilidad penal sobre la muerte de 56 personas en el norte de Chile -el caso de la caravana de la muerte-, que tiene al ex dictador chileno a las puertas de ser sometido a proceso.
El testimonio del general Joaqu¨ªn Lagos Osorio ha sido fundamental para lograr el desafuero de Pinochet, a quien su condici¨®n de senador vitalicio lo protegi¨® hasta agosto del a?o pasado de un enjuiciamiento en los tribunales chilenos. Tambi¨¦n las declaraciones de Lagos le han brindado una pieza clave al juez Juan Guzm¨¢n, quien investiga las responsabilidades de Pinochet en el caso caravana de la muerte. Se trata de un oficio fechado en 1973 y de car¨¢cter secreto -que el juez Guzm¨¢n le mostr¨® a Pinochet mientras lo interrogaba esta semana-, en el cual Lagos le comunicaba al comandante en jefe del Ej¨¦rcito un listado de las ejecuciones perpetradas en el norte del pa¨ªs en octubre de 1973. En el oficio, que el general Lagos atesor¨® secretamente durante 27 a?os, se informaba de las 56 ejecuciones que hab¨ªan sido ordenadas por el general Sergio Arellano Stark, quien arrib¨® a la zona norte como oficial 'delegado' y plenipotenciario del comandante en jefe del Ej¨¦rcito, Augusto Pinochet. Este documento es tan importante en el juicio contra el ex dictador porque el propio Pinochet, en momentos en que Lagos le mostr¨® el listado, tach¨® con su letra la secci¨®n en que se le asignaban ejecuciones al general Arellano, su enviado a la zona norte. Esta semana Lagos explic¨® a TVN: 'Guard¨¦ este oficio por 27 a?os porque en la ¨²ltima entrevista que sostuve con el comandante en jefe del Ej¨¦rcito, Pinochet hizo algo que yo no esperaba. Me orden¨® dejarlo sin efecto y que yo no lo mencionase ni a ¨¦l ni a Arellano. Me dijo que hiciera una sola lista de ejecutados y que yo la firmara, nada m¨¢s. Con eso yo pasaba a ser el responsable de todos los cr¨ªmenes que se cometieron en mi jurisdicci¨®n'.
Hoy, en la conversaci¨®n exclusiva con EL PA?S, Lagos admite: 'Cuando el general Pinochet me dio la orden de que borrara a Arellano como responsable de ordenar las ejecuciones de 56 personas me di cuenta de que exist¨ªa una verdadera connivencia entre Arellano y Pinochet'. Lagos jam¨¢s hab¨ªa aceptado hablar con la prensa. Sus declaraciones, a partir de 1986, hab¨ªan sido s¨®lo a los tribunales de justicia chilenos. De hecho, ya en 1986, cuando Pinochet a¨²n era amo y se?or en Chile, jefe absoluto del Ej¨¦rcito y presidente, el retirado general Joaqu¨ªn Lagos Osorio realiz¨® una explosiva declaraci¨®n ante un tribunal de la norte?a localidad de Antofagasta. En su testimonio detall¨® c¨®mo en octubre de 1973 se hab¨ªan producido las ejecuciones de detenidos pol¨ªticos en la zona norte del pa¨ªs que estaba bajo su jurisdicci¨®n. En aquellos d¨ªas de dictadura Lagos se atrevi¨® a atestiguar, bajo juramento, que un alto oficial especialmente enviado a la zona por Augusto Pinochet hab¨ªa sido el responsable de ordenar la inexplicable matanza de 14 detenidos pol¨ªticos.
La vida del general Lagos cambi¨® radicalmente despu¨¦s de aquel d¨ªa 18 de octubre de 1973. En la madrugada del 19 de octubre los familiares de los ejecutados en Antofagasta llegaron a reclamar a su casa los cuerpos de sus deudos. Esa ma?ana, su esposa, Margarita Gude, le llam¨® a la oficina inmediatamente para preguntarle indignada qu¨¦ tragedia hab¨ªa ocurrido ante el sollozo de viudas, hermanas y madres de los ejecutados. En ese mismo instante Lagos recib¨ªa de un oficial encargado de las relaciones p¨²blicas la noticia de los cr¨ªmenes cometidos en Antofagasta por militares enviados desde Santiago. Durante esa horrible jornada, el general se encarg¨® de ubicar los restos de los ejecutados y de entregarlos a sus deudos. A diferencia de otros cientos de casos, fue por obra de este militar que estos cuerpos fueron entregados a sus familiares y no engrosan hoy la lista de detenidos desaparecidos chilenos.
El jueves, en la entrevista con la Televisi¨®n Nacional chilena, Lagos relat¨® detalles del estado en que se encontraban los cad¨¢veres de los ejecutados al momento de entregarlos a sus familiares: 'Me daba verg¨¹enza verlos. Si estaban hechos pedazos. De manera que yo quer¨ªa armarlos, por lo menos dejarlos en una forma humana. S¨ª, les sacaban los ojos con cuchillos, les quebraban las mand¨ªbulas, les quebraban las piernas... Al final les daban el golpe de gracia. Se ensa?aron'. M¨¢s adelante Lagos especific¨®: 'Se los mataba de modo que murieran lentamente. O sea, a veces los fusilaban por partes. Primero, las piernas; despu¨¦s, los ¨®rganos sexuales; despu¨¦s, el coraz¨®n. En ese orden disparaban las ametralladoras'
El general Joaqu¨ªn Lagos se decidi¨® a hablar con la prensa s¨®lo porque Augusto Pinochet, en su declaraci¨®n ante el juez Guzm¨¢n de esta semana, se?al¨® que era a Lagos a quien le hubiese correspondido investigar las ejecuciones del norte y no a ¨¦l como comandante en jefe del Ej¨¦rcito. 'A costa m¨ªa, Pinochet intent¨® limpiar su imagen. No es de hombre en las Fuerzas Armadas eximirse de la responsabilidad e imput¨¢rsela a un subalterno', relata Lagos. 'La verdad es que jam¨¢s pens¨¦ que Pinochet iba a responder al juez Guzm¨¢n intentando culparme. Cre¨ª que a esta altura de su vida Pinochet hablar¨ªa con la verdad, pero no fue as¨ª'.
Tras dejar el Ej¨¦rcito en 1974, Joaqu¨ªn Lagos pas¨® a ser un dolor de cabeza para Pinochet y su n¨²cleo duro. Era un general que sab¨ªa demasiado. De hecho, jam¨¢s fue invitado a ceremonias institucionales a las que asisten todos los ex generales y conserv¨® pocos amigos entre los hombres de armas. Pero este militar hoy no tiene miedo y est¨¢ tranquilo con su conciencia, pese a que en Chile es sindicado como la pieza clave que podr¨ªa pemitir el procesamiento judicial de Pinochet. De hecho, uno de los abogados querellantes del caso de la caravana de la muerte, el penalista Hugo Guti¨¦rrez, asegura: 'Sin el testimonio de Lagos no hubiera comenzado jam¨¢s el proceso contra Pinochet'.
Lagos, desde la tranquilidad que le brinda haber contado toda su verdad, hoy recuerda que en la ¨²ltima reuni¨®n que tuvo con Pinochet a fines de octubre de 1973, ¨¦l le advirti¨® al ex dictador lo que tarde o temprano suceder¨ªa en Chile: 'Acu¨¦rdese que a nosotros, tarde o temprano, nos van a juzgar. Y especialmente a usted, que es el comandante en jefe del Ej¨¦rcito'.
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