Una luz sobre los a?os de plomo
El profesor Arc¨¢ngel Bedmar investiga el periodo republicano y la represi¨®n franquista en Lucena
La historia de la II Rep¨²blica y la guerra civil ha sido sometida durante d¨¦cadas a falseamientos de todo tipo. Los propagandistas y servidores del franquismo convirtieron el golpe de Estado en una especie de necesidad ineludible ante la situaci¨®n de caos a la que se hab¨ªa visto abocada la II Rep¨²blica por anarquistas y comunistas. El pacto de silencio enhebrado por la derecha y la izquierda durante la transici¨®n contribuy¨® a¨²n m¨¢s a oscurecer lo ocurrido entre 1931 y 1939. Algunos historiadores han intentado traer luz a tanta tiniebla y, sobre todo, desmontar t¨®picos que, con el paso de los a?os, se han arraigado con fuerza.
Arc¨¢ngel Bedmar Gonz¨¢lez ha puesto su grano de arena en esta tarea con la reciente publicaci¨®n de Rep¨²blica, guerra y represi¨®n. Lucena 1931-1939 (Delegaci¨®n de Publicaciones del Ayuntamiento de Lucena), un exhaustivo estudio sobre lo que ocurri¨® en esta localidad cordobesa durante este periodo. Bedmar trata de demostrar en su estudio que los supuestos des¨®rdenes provocados por los sectores sociales m¨¢s empobrecidos no fueron tales. Apenas hubo estrategias de la tensi¨®n ni movimientos de desestabilizaci¨®n entre aquellas personas que viv¨ªan con m¨¢s penuria en Lucena. El argumento esgrimido por los franquistas para justificar su traici¨®n a la legalidad es, a juicio de Bedmar, falso. Fueron, m¨¢s bien, los terratenientes los que incumplieron sistem¨¢ticamente las leyes emanadas de la II Rep¨²blica y contribuyeron con su actitud a enconar la situaci¨®n.
Natural de Torrequebradilla (Ja¨¦n) y licenciado en Historia Contempor¨¢nea por la Universidad de Granada, Bedmar es profesor de ense?anza secundaria en el instituto Juan de Ar¨¦jula de Lucena. Bedmar reclama la b¨²squeda exacta de datos y el recuento de los hechos como una prioridad fundamental a la hora de abordar el estudio de la II Rep¨²blica y la guerra civil. En el caso de Espa?a un prop¨®sito como ¨¦ste no es de recibo. No en vano la necesidad de reconciliaci¨®n y el miedo a una nueva contienda hicieron que la sociedad pasara de puntillas sobre hechos sangrientos y llenos de sordidez.
Bedmar se lamenta de la escasez de estudios sobre este periodo. 'Existen muy pocos trabajos de este tipo. Hay todav¨ªa personas de esta ¨¦poca que viven y pueden aportar testimonios. Adem¨¢s, los estudios que se han hecho no suelen provenir de la Universidad sino m¨¢s bien de profesores de instituto. Quiz¨¢s sea porque la guerra civil se ve como un tema escabroso e intocable. En algunos pueblos el tema de la guerra civil a¨²n levanta ampollas. La dictadura dio una imagen sesgada de la II Rep¨²blica y de la guerra que contin¨²a viva en algunos lugares', explica Bedmar.
Miedo y pacto
'El franquismo castr¨® hist¨®rica y culturalmente al pueblo. Tras la dictadura hab¨ªa miedo a que la guerra se repitiera y la transici¨®n fue pactada. No hubo una ruptura, sino un pacto para no repetir los enfrentamientos', dice Bedmar.
'En Lucena ocurri¨® como en el resto de Espa?a. La represi¨®n franquista se dirigi¨® sistem¨¢ticamente hacia personas de especial significaci¨®n en partidos republicanos y de izquierdas y en sindicatos. Los masones fueron pr¨¢cticamente exterminados: de cinco mataron a cuatro. Hab¨ªa tambi¨¦n un componente de lucha de clases: se asesin¨® a braceros del campo. Los patrones se vengaron en varias ocasiones de braceros que hab¨ªan presentado demandas de trabajo. Todos los concejales socialistas de Lucena fueron fusilados. Hubo un total de 123 fusilados en un pueblo de algo m¨¢s de 30.000 personas', comenta Bedmar.
El profesor de instituto recalca la responsabilidad de la Iglesia en la represi¨®n franquista. 'A la Iglesia se la recordar¨¢ siempre como v¨ªctima y verdugo de la guerra. La Iglesia no s¨®lo mantuvo el silencio ante la represi¨®n, sino que se identific¨® con los valores del fascismo y azuz¨® su pol¨ªtica de exterminio. Las procesiones eran expresiones de militarismo fascista. Las homil¨ªas de los curas ten¨ªan mensajes fascistas', indica.
Bedmar pone de relieve la conspiraci¨®n antirrepublicana de sables y sotanas. 'La Iglesia, los militares y los terratenientes ve¨ªan c¨®mo sus privilegios se iban al traste. Hay una serie de personas que desde el primer d¨ªa intentaron que la Rep¨²blica no saliera adelante porque no les gustaban algunas medidas, como la reforma agraria, que socavaban sus privilegios', relata el profesor.
'La Rep¨²blica se vio entre dos fuegos por la derecha y por la izquierda. Pero no debemos olvidar que era un sistema democr¨¢tico. Hab¨ªa un fascismo agrario representado por los propietarios, que espetaban a los jornaleros sin trabajo: '?Que coman rep¨²blica', afirma el profesor de instituto.
Bedmar desmonta en su libro la justificaci¨®n franquista del caos como espoleta del levantamiento. 'La dictadura franquista dec¨ªa que el golpe se produjo por el desorden que se viv¨ªa en Espa?a. Pero Lucena fue una balsa de aceite. Hubo algunas huelgas y manifestaciones para protestar porque los propietarios no cumpl¨ªan las leyes laborales. Los propietarios se negaron a acatar las leyes laborales de la Rep¨²blica, como la ley de ocho horas y los decretos que prohib¨ªan el trabajo a destajo. En Lucena no hubo ataques a propietarios ni destrucci¨®n de fincas durante la Rep¨²blica. No hubo cr¨ªmenes ni destrozos. S¨®lo hubo algunos asaltos de mujeres y ni?os a panader¨ªas porque ten¨ªan hambre. Eran revueltas de subsistencia', dice.
Bedmar cree que quedan a¨²n algunos rescoldos de la represi¨®n franquista en Lucena. 'Tras la guerra hubo silencio, miedo y nacionalcatolicismo. Todav¨ªa quedan vestigios en nuestros d¨ªas de ese nacionalcatolicismo, que ha influido en la idiosincrasia de Lucena. Los poderes p¨²blicos son tradicionalmente bastante condescendientes con peticiones que rozan el orden constitucional. Los poderes p¨²blicos act¨²an, en muchas ocasiones, m¨¢s como cat¨®licos que como gobernantes', concluye Bedmar.
'Espa?a, una vez m¨¢s, es diferente'
Arc¨¢ngel Bedmar Gonz¨¢lez, el autor de Rep¨²blica, guerra y represi¨®n. Lucena 1931-1939, lamenta que el pacto sobre el que se ciment¨® la transici¨®n ech¨® tierra sobre las responsabilidades de muchos criminales. 'En Espa?a no se ha acometido un proceso de revisi¨®n del pasado. Ser¨ªa impensable que en Italia hubiera calles con nombres de dirigentes fascistas o que en Alemania ocurriera lo mismo con nombres de jerarcas nazis. Sin embargo, en Espa?a ocurre esto con algunos de los militares que dieron el golpe de Estado de 1936. Es una barbaridad que haya calles con sus nombres. Hay militares golpistas que siguen siendo hijos predilectos de algunos pueblos', se?ala Bedmar. 'Hay un recelo a tocar esto. Parece ser que al tocar esta ¨¦poca se reavivan viejos rencores; pero hay que hacerlo para borrar la imagen tergiversada de la dictadura', agrega Bedmar. El catedr¨¢tico de instituto y doctor en Filosof¨ªa y Letras Francisco Moreno G¨®mez compara, en el pr¨®logo del libro, el oscurantismo que ha existido en Espa?a respecto a este periodo con lo efectuado en otros pa¨ªses. 'A pesar de los estudios monograficos, parciales e insuficientes, en Espa?a no se ha acometido nunca un Informe S¨¢bato, levemente aproximado al que se confeccion¨® sobre la dictadura argentina', escribe Moreno G¨®mez. 'En este punto, soy pesimista radical: jam¨¢s se har¨¢ tal informe, exhaustivo, sobre los m¨¢rtires de la democracia en Espa?a. Nada que se parezca, mucho menos a¨²n, a los trabajos de las Comisiones de la Verdad en Guatemala, Sur¨¢frica, Chile... Espa?a, una vez m¨¢s, es diferente', se?ala. 'En Sur¨¢frica, para rehabilitarse ante la opini¨®n p¨²blica, los represores han de hacer una confesi¨®n p¨²blica de sus cr¨ªmenes y una petici¨®n de perd¨®n. S¨®lo ¨¦stos son amnistiados. Los dem¨¢s genocidas son sometidos a proceso', recuerda Moreno G¨®mez.
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