Llegada internacional, verg¨¹enza nacional
Enero del nuevo siglo y del nuevo milenio. Regreso, junto a mi mujer y mi hija, de unas breves vacaciones en el vuelo 6622 de Iberia, procedente de La Habana. Cargados con el equipaje, nos disponemos a coger un taxi en la puerta de llegadas internacionales.
A primera vista parece cosa f¨¢cil, porque hay una larga doble fila de taxis libres y no muchos clientes. Avanzamos hasta el comienzo de dicha fila, donde observamos que est¨¢n cargando a algunos pasajeros con sus correspondientes equipajes. Despu¨¦s de un buen recorrido llegamos all¨ª y, ya siendo los primeros, cu¨¢l es nuestra sorpresa al comprobar que los taxistas no s¨®lo no nos abren las puertas, sino que, adem¨¢s, alguno de ellos nos manda todav¨ªa m¨¢s hacia delante, sin duda para deshacerse de nosotros, dej¨¢ndonos tirados, y a la vez recoger a otros pasajeros (parece ser que son turistas extranjeros) que vienen detr¨¢s de nosotros.
Tras un rato de no entender nada, y viendo c¨®mo s¨®lo recogen a los clientes que ellos mismos seleccionan, mi indignaci¨®n llega a tal punto que, sin pensarlo un instante, agarro el carro con el equipaje y, tras bajarlo de la acera, me planto en mitad de la calzada expresando en tono bien audible la verg¨¹enza de lo que est¨¢ aconteciendo, con la firme intenci¨®n de que no avance ni un solo taxi libre que no vaya a ser para m¨ª y mi familia. Y as¨ª sucede: inmediatamente tenemos taxi disponible. El propio taxista nos transmitir¨¢ despu¨¦s su propia verg¨¹enza ante tal situaci¨®n.
Las autoridades deben poner remedio a este problema, que no es nuevo (si mal no recuerdo, ya me ha ocurrido a?os atr¨¢s), para evitar la mala imagen que se puede dar al turista en nuestro pa¨ªs y con ello evitar asimismo los fraudes que algunos de estos conductores puedan ocasionar a nuestros visitantes. Tambi¨¦n ser¨ªa conveniente evitar la doble fila de taxis, ya que esto provoca un taponamiento para aquellos taxistas que han cargado con mayor rapidez que sus predecesores.
Una vez organizado el tema, ¨¦ste debe estar vigilado o controlado para su ordenaci¨®n por quien corresponda, a fin de evitar que unos cuantos taxistas desalmados, ampar¨¢ndose en el r¨ªo revuelto, impongan su ley y desorganicen a su antojo el servicio, perjudicando no s¨®lo los intereses de los clientes sino, adem¨¢s, los intereses, imagen y buen hacer de la mayor parte del colectivo de taxistas.-
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