'Estamos al borde de la cat¨¢strofe'
Sin ruido ni pretensiones, entre silencios largos y frases cortas, desde su aspecto un poco triste y su introvertida amabilidad, apoyada en una prosa tan f¨¢cil de leer como llena de sensaciones y de matices psicol¨®gicos, Adelaida Garc¨ªa Morales (Badajoz, 1946) vuelve a la primera l¨ªnea editorial con dos novelas.
Son Una historia perversa (Planeta) y El testamento de Regina (Debate), sendas muestras de un g¨¦nero que parece volver a ocupar a los escritores de hoy (la intriga, el suspense), y que ilustran (de paso) algunos vicios y tormentos del tiempo que nos toca vivir: la desmesura del todo vale, los malos tratos a las mujeres, la inmoralidad general, el abandono de los ancianos...
'En arte y literatura s¨®lo importa vender, lo dem¨¢s da igual. Es terrible. Por suerte, todav¨ªa nos queda el proceso de escritura'
Pregunta. Sorprende un poco que no haya en Una historia perversa ninguna pretensi¨®n de estilo ni de lenguaje...
Respuesta. Es que s¨®lo quer¨ªa contar bien una historia, contar un cuento, como si fuera una escritora anglosajona de finales del XIX. Me limito a contar una historia, y para m¨ª el lenguaje es s¨®lo un instrumento que sirve para llevar lo antes posible al lector a un territorio imaginario. Pero he corregido mucho las novelas, he intentado ser muy precisa, he podado mucho para ser lo m¨¢s directa posible, como si fueran cuentos cortos. Hay novelas, como Paradiso, que requieren un lenguaje muy barroco. Yo no necesito eso, s¨®lo intento meter a la gente en ese mundo...
P. Bastante opresivo, por cierto.
R. S¨ª, hay intrigas cruzadas, los personajes viven en un clima asfixiante, hay opresi¨®n, chantaje y sorpresas.
P. Todo muy cinematogr¨¢fico.
R. Cuando s¨®lo era un manuscrito, Andr¨¦s Vicente G¨®mez compr¨® los derechos de Una historia perversa, pero parece que todav¨ªa no ha encontrado director.
P. El tono de esa novela parece situarla fuera del tiempo, y en cambio los escenarios donde se mueven Octavio, el escultor, y Andrea, la galerista, son de ahora mismo, ?no?
R. Ellos tienen que ver con este tiempo, claro. Esa desmesura en la concepci¨®n del arte, de la vida, del amor, ese ir a por el objetivo sin que la moral sea un obst¨¢culo, todo eso es de estos tiempos. De hecho, la novela surgi¨® de una noticia que o¨ª en un telediario hace seis a?os. Hablaba de un escultor londinen-se que hac¨ªa sus obras con cad¨¢veres.
P. Tambi¨¦n hay un personaje, la sirvienta Sila, que recuerda un poco a Rebeca.
R. S¨ª puede recordar un poco, pero ella interviene menos, y es por encima de todo una protectora de Octavio.
P. La anciana de El testamento de Regina es muy distinta.
R. Con ella intento expresar que tambi¨¦n la vejez puede ser interesante. Es una mujer bella, elegante, una anciana que no est¨¢ perdida ni marginada. Quiz¨¢ lo hice como reacci¨®n a tanta alabanza a la juventud, esa cosa tan americana que est¨¢ marginando a la vejez, sobre todo a las mujeres.
P. ?Cu¨¢l de las dos novelas le gusta m¨¢s?
R. Estoy contenta con las dos, pero quiz¨¢ prefiero Una historia perversa, porque me met¨ª muy intensamente en la historia, la viv¨ª con mucha fuerza...
P. ?Tard¨® mucho en acabarla?
R. Un a?o. No quer¨ªa que sobrara nada, que hubiera nada de m¨¢s.
P. Cosa poco habitual.
R. La novela puede ser una forma de conocimiento de las personas y la vida, pero, como dec¨ªa Cernuda, tambi¨¦n debe entretener, no puede ser aburrida. Yo veo muchas digresiones filos¨®ficas sin gran inter¨¦s, reflexiones que no vienen a cuento, e intento evitar eso a toda costa.
P. Como los di¨¢logos...
R. No s¨¦ por qu¨¦, pero no me gustan nada.
P. El protagonista de Una historia... es un Jekyll y Hyde.
R. La vida se mueve entre la atrocidad y el amor. Octavio es as¨ª. Ama much¨ªsimo a Andrea, pero tambi¨¦n la encierra, la chantajea, la persigue, la encarcela...
P. ?La vida misma?
R. As¨ª est¨¢n los tiempos. Estamos al borde de la cat¨¢strofe. Armas venenosas, masacres, genocidios, la explotaci¨®n de unos pa¨ªses por otros, el hambre, la miseria, enfermedades...
P. ?Cree que hay alg¨²n tipo de salvaci¨®n?
R. Hay una individual, si te encierras... Pero yo conf¨ªo todav¨ªa en la mujer, en su altruismo, en su generosidad. Los valores femeninos: cuidar, luchar, la falta de ambici¨®n, el haber conocido la represi¨®n y desear hacer cosas por los dem¨¢s... ?sa es la reserva que le queda a este mundo. Pero la igualdad est¨¢ lejos todav¨ªa.
P. Y las ministras que tenemos no parecen muy femeninas, en ese sentido.
R. No hablo de mujeres que imitan a los hombres como la Thatcher.
P. Quiz¨¢ nos venga bien un poco m¨¢s de introspecci¨®n.
R. S¨ª, porque hay demasiadas llamadas del exterior, y los t¨®picos del consumo y del gran mercado son reales y despiadados, ponen a la gente a mendigar, condenan a muerte a la gente. Si hubiera m¨¢s interiorizaci¨®n y se conocieran mejor los valores importantes... En arte y literatura s¨®lo importa vender, lo dem¨¢s da igual. Es terrible. Pero por suerte todav¨ªa nos queda el proceso de escritura.
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