La siesta global
Sue?a usted cuando duerme? O, mejor dicho, ?logra usted siquiera dormir? Algunos duermen sus ocho horitas, creyendo que las esquinas de sus camas est¨¢n protegidas por los angelitos. Pero otros ni eso. No olvide usted que, mientras la mitad del mundo duerme, la otra mitad est¨¢ despierta. Imag¨ªnese la cantidad de cosas que pueden ocurrir mientras nosotros estamos en brazos de Morfeo. Sucesos inimaginables que no nos despiertan.
Dormimos tranquilamente a pesar de las cat¨¢strofes econ¨®micas de otros pa¨ªses. Algunos lo hacemos incluso a pierna suelta a pesar de la injusticia que campa a sus anchas en otras regiones del planeta. No nos importan, por ejemplo, las ejecuciones legales en las c¨¢rceles estadounidenses, donde se calma a los dem¨¢s presos con pel¨ªculas pornogr¨¢ficas mientras uno de sus compa?eros est¨¢ siendo ejecutado. Sabiendo cosas as¨ª, ?podemos seguir durmiendo? ?Es la siesta global la soluci¨®n a los problemas del planeta? De todos es sabido que la siesta es buena para la salud, aunque a veces el despertar no sea agradable. Pero hay quien dice que dormir no es s¨®lo un estado fisiol¨®gico, sino tambi¨¦n la pol¨ªtica de nuestros d¨ªas. El despertador de la realidad poco puede hacer en los casos en los que uno quiere dormir profundamente, incluso sin so?ar. Los buenos sue?os en nuestros d¨ªas son aut¨¦nticas joyas por su escasez. Las pesadillas, en cambio, son la escoria de cada noche. Estamos tan cansados de que nos bombardeen con las fotograf¨ªas de los que carecen de hogar, de las v¨ªctimas de la guerra, de los pobres y los hambrientos, que a menudo acudimos a una de las innumerables v¨ªas de evasi¨®n que nos ofrece el consumo en forma de narc¨®ticos. No hay insomnio que no arregle un buen somn¨ªfero. Qu¨¦ har¨ªamos sin ellos.
Pero tambi¨¦n hay somn¨ªferos en forma de palabras, de mentiras y de eufemismos. El despertador ha sido apagado, el mundo gira, y nosotros nos convertimos en una nueva especie de zombis: los dormidos que creen estar despiertos. Espero que este art¨ªculo no le de a usted sue?o, que no sea una anestesia, que no le aletargue. Algunos ojos, a pesar de estar abiertos, se han insensibilizado al dolor. La sedaci¨®n de los somn¨ªferos ideales es general y cr¨®nica. Incluso los medios de comunicaci¨®n son narc¨®ticos. Aunque se detecten cada vez m¨¢s casos de vacas locas en reses ya sacrificadas para el consumo, eso no nos quita el sue?o. Faltar¨ªa m¨¢s. La nueva m¨¢xima es: 'De perdidos al r¨ªo'. Treinta mil inmigrantes se quedan sin derechos con la nueva ley de extranjer¨ªa, y la cantinela sonar¨¢ en nuestros o¨ªdos como una nana con la cual, tal vez, conciliemos el sue?o. El televisor seguir¨¢ encendido cuando nuestros ronquidos se eleven hacia las estrellas de un planeta recalentado, en donde el clima se ha vuelto loco. Los mismos terremotos, a cientos de kil¨®metros de distancia en la aldea global, mecer¨¢n nuestros catres con suavidad.
Mientras tanto, seguiremos inform¨¢ndonos acerca del ¨²ltimo estreno de Hollywood, los resultados del partido de f¨²tbol, las ¨²ltimas tendencias de la moda, las estupideces de la jet set. La sociedad de la informaci¨®n as¨ª lo exige. Se cierne sobre nosotros la sospecha de que nuestros mejores sue?os est¨¢n tambi¨¦n prefabricados por estos narc¨®ticos naturales. Miramos los televisores con el cerebro casi dormido: ?para que despabilarse, si no podemos hacer nada al respecto? Lo mejor es volverse pasota, porque el mundo est¨¢ podrido. Los m¨¢s adormecidos creen que el mundo no puede ser de otra forma. Pero hay incluso quien aventura que corremos el riesgo de caer en el coma. El coma, palabra de origen griego traducida como 'estado de sopor', es el nivel m¨¢s bajo de funcionamiento cerebral antes de la muerte.
No obstante, no nos inquietemos demasiado, que es malo para la salud. Sigamos con nuestra siesta. Adormezc¨¢monos mientras las cabezas parlantes del televisor desgranan miserias, cat¨¢strofes, injusticias, guerras y cr¨ªmenes. Puede que en ciertos momentos la voz del locutor se eleve ligeramente tratando de despertarnos. Pero tal vez a nosotros nos suene como una canci¨®n agradable, con una cadencia somn¨ªfera, que se aleja cada vez m¨¢s hacia la fase del sue?o m¨¢s placentera e indiferente.
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