El arte de contar cuentos
Antiguamente era el viejo del pueblo quien reun¨ªa a la comunidad en torno a la palabra. Vino luego el juglar, el trovador, el cham¨¢n, la abuela... Historias, mitos y leyendas que han pasado de generaci¨®n en generaci¨®n sin tener en cuenta razas, idiomas ni fronteras. Pr¨ªncipes, hadas, brujos, marineros, sirenas, mujeres listas, campesinos p¨ªcaros... son h¨¦roes que han echado ra¨ªces y se han vuelto universales. Contar ahora significa revivir la tradici¨®n oral y promover la literatura. Parece muy sencillo contar un cuento, pero quien lo haya experimentado, aunque s¨®lo sea delante de un ni?o, se habr¨¢ dado cuenta de que siempre falla alguna cosa: imaginaci¨®n, memoria, recursos narrativos. El ni?o es exigente y aunque le hayan contado mil veces Caperucita Roja no tolera equivocaciones y mucho menos que el narrador pierda el inter¨¦s o, peor a¨²n, la paciencia.
Los cuentos se aprend¨ªan antes a partir de la tradici¨®n oral. Hoy hace falta ir a clase. Numancia Rojas las imparte
Si pasamos a un p¨²blico adulto, la cosa se complica mucho m¨¢s porque entra en juego la timidez, el control de la voz, el miedo al rid¨ªculo. Pero ?qui¨¦n nos ense?a a contar un cuento?
Yo cre¨ªa que uno ten¨ªa que despabilarse solo, pero el otro d¨ªa, en la librer¨ªa El Guru Mentider, de la calle del Hospital, descubr¨ª a alguien que se dedica no s¨®lo a contar historias, sino tambi¨¦n a ense?ar c¨®mo se cuentan. Numancia Rojas es una chilena afincada en Barcelona que vive del cuento (en el m¨¢s puro y honrado sentido de la palabra). Su vida gira en torno a este mundo de los sue?os y lucha para que la narraci¨®n oral tenga el prestigio que se merece. Numancia empez¨® su carrera a los seis a?os, cuando sus sobrinos escuchaban sus historias inventadas con la boca abierta. M¨¢s tarde las contar¨ªa a sus compa?eras de internado y luego a los ni?os enfermos de los hospitales. Pero fue en Caracas, en 1983, donde descubri¨® que tambi¨¦n pod¨ªa contar cuentos a la gente mayor y encima cobrando. Daniel Mato, su profesor, promovi¨® un gran movimiento de narradores orales. Sus alumnos se repart¨ªan en los parques y plazas de la ciudad y explicaban historias a la gente que pasaba. Fue tal el impacto que hasta sal¨ªan anunciados en la cartelera de espect¨¢culos.
Hace 12 a?os Numancia salt¨® el charco para instalarse en Alicante y repetir la idea. No fue f¨¢cil: la gente no entend¨ªa que alguien se plantara a contar un cuento en medio de una plaza sin estar organizado por el Ayuntamiento y encima sin cobrar. Pero todo requiere su tiempo y Numancia, en estos 12 a?os, ha ense?ado a contar a m¨¢s de mil quinientas personas en los 10 talleres que ha impartido en la Universidad de Alicante y dos en la Universidad de Valencia, adem¨¢s de organizar cinco maratones y de ofrecer m¨²ltiples recitales de cuentos en diversas ciudades del pa¨ªs. Desde hace tres a?os vive en Barcelona y en este momento sus energ¨ªas est¨¢n volcadas en terminar la futura Casa del Cuento, donde ya imparte sus talleres. Cuando di con ella iba con un fajo de papeles bajo el brazo para conseguir el pr¨¦stamo que la Generalitat otorga a las dones emprenedores. Yo dir¨ªa que se lo est¨¢ ganando a pulso porque Numancia re¨²ne todas las caracter¨ªsticas que se atribuyen al calificativo emprendedor.
Cuando me dirijo a la Casa del Cuento no puedo evitar pensar que quiz¨¢ me abrir¨¢ la puerta Pinocho o Barba Azul, pero mis sue?os se desvanecen pronto: no es la casita de chocolate, ni el vientre de la ballena, ni un bosque encantado, sino un piso de la calle del Consell de Cent. Hace cinco a?os que Numancia est¨¢ trabajando con sus manos para que este local, que antes aparec¨ªa lleno de mugre, cobre vida y se convierta en su 'casa de ensue?o'. Mientras, no deja de dar sus talleres a logopedas, bibliotecarias, maestros, abogados y psic¨®logos.
'Se trata de conseguir que cada uno aprenda a explicar en p¨²blico lo que sea', dice Numancia. 'Unos vienen por curiosidad, otros para perder la timidez o el miedo al p¨²blico. Algunos quieren vivir de contar cuentos y lo est¨¢n consiguiendo'. Cuando entro en la sala los alumnos, en corro, est¨¢n practicando las posibilidades de sus lenguas. Se trata de un ejercicio para preparar la voz. Antes ha habido sesi¨®n de preparaci¨®n corporal y m¨¢s tarde vendr¨¢ el recital de cuentos. Una bibliotecaria nos cuenta uno de Pere Calders. Empieza muy bien, pero hay un momento en que se encalla, aunque pienso que yo har¨ªa peor papel. Y es que una cosa es contar Hansel y Gretel ante tus sobrinos medio so?olientos y la otra dirigirte a un p¨²blico desconocido.
En la futura Casa del Cuento, Numancia piensa dirigir talleres de ilustraci¨®n del cuento, escritura creativa, iniciaci¨®n a la m¨²sica a trav¨¦s del cuento, dramatizaci¨®n de cuentos especiales para escuelas, narraci¨®n oral y, por supuesto, sesiones de cuentos. Tambi¨¦n est¨¢ orgullosa de haber creado en 1992 la primera Asociaci¨®n de Narradores Orales. Se sabe entre 300 y 400 cuentos que van desde los mitol¨®gicos a los que se escriben ahora. Cort¨¢zar, Isabel Allende, Garc¨ªa M¨¢rquez, Calders, Gianni Rodari, Mario Benedetti. Confiesa sentir un amor especial por Juan Jos¨¦ Mill¨¢s. Numancia est¨¢ convencida de que difundir el cuento es fomentar la amistad, la solidaridad, la tolerancia, el amor y la paz. Con este cartel seguro que consigue su Casa del Cuento.
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