'Llibertat, amnistia, estatut d'autonomia'
Un libro conmemora los 25 a?os de las manifestaciones del 1 y 8 de febrero de 1976
Hoy hace 25 a?os, entre 25.000 y 70.000 ciudadanos, seg¨²n las fuentes, salieron a las calles de Barcelona para reclamar la amnist¨ªa para los m¨¢s de 600 presos pol¨ªticos que, dos meses despu¨¦s de la muerte de Franco, permanec¨ªan en las c¨¢rceles espa?olas al no haber sido indultados por la tibia medida de gracia con que Juan Carlos I inici¨® su reinado. En la calle no estaban todos -s¨®lo unos meses despu¨¦s 100.000 personas se congregaban en Sant Boi para celebrar el Onze de Setembre y el a?o siguiente se produjo la famosa manifestaci¨®n del mill¨®n de segadors-, pero la del 1 de febrero de 1976 y la que se celebr¨® al cabo de una semana para pedir el Estatuto de Autonom¨ªa, ambas prohibidas por el Gobierno Civil, constituyeron en Catalu?a la mayor acci¨®n de protesta contra la dictadura desde la huelga de tranv¨ªas de 1951.
El n¨²mero de manifestantes cogi¨® por sorpresa a los convocantes y a la misma polic¨ªa
Es tiempo de aniversarios y, aunque la mayor¨ªa de ellos son una pura convenci¨®n, las efem¨¦rides relacionadas con la transici¨®n a la democracia se acompa?an de la publicaci¨®n de buena cantidad de estudios hist¨®ricos, biograf¨ªas, memorias y ensayos. Es el caso de David Ballester, profesor de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona, y Manel Risques, de la Universidad de Barcelona, que publicar¨¢n en las pr¨®ximas semanas Temps d'amnistia. Les manifestacions de l'1 i el 8 de febrer de 1976 a Barcelona (Edicions 62).
Se trata de un libro de divulgaci¨®n en el que pretenden ofrecer un recorrido por lo que dieron de s¨ª unas largas e intensas horas que, por una parte, marcaron 'un punto de inflexi¨®n pol¨ªtica en la transici¨®n', seg¨²n los autores y, por otra, pusieron en evidencia la pr¨¢ctica represiva del Gobierno de Arias y de su ministerio del Interior, ocupado entonces por Manuel Fraga Iribarne. 'No hay que olvidar', recuerda Ballester, 'que al mes siguiente la polic¨ªa mat¨® a cuatro personas en la calle en Vitoria'.
Testimonios de 12 de la treintena de detenidos durante las manifestaciones (dos en la primera y el resto en la segunda), la reproducci¨®n de dos denuncias por malos tratos (que no prosperaron), la reconstrucci¨®n de los movimientos de los manifestantes y el repaso a la prensa nacional, legal y clandestina, e internacional son las grandes aportaciones del libro. El texto emerge tambi¨¦n como un homenaje a los que participaron en ellas y a los autores de la articulaci¨®n previa de la oposici¨®n desde los partidos y las asociaciones sindicales, vecinales, profesionales, religiosas y culturales, entre un largo etc¨¦tera, que se encontraban tras los organismos unitarios Coordinadora de Forces Pol¨ªtiques y m¨¢s adelante Assemblea de Catalunya.
Asimismo incluyen un an¨¢lisis del significado del primer indulto y de las dos amnist¨ªas posteriores al ascenso al poder de Adolfo Su¨¢rez, una vez destituido Arias, la parcial, de 30 de julio de 1976, y la definitiva, de 15 de octubre de 1977. ?sta implic¨®, recuerda Risques, 'que se encubrieran tambi¨¦n las actuaciones policiales e impidi¨® la depuraci¨®n de los cuerpos de seguridad, lo que supuso un gol al antifranquismo'.
Los autores han querido poner el acento, precisamente, en el papel del antifranquismo en el cambio pol¨ªtico que se gest¨® despu¨¦s de la muerte de Franco. Los dos historiadores defienden que sin la oposici¨®n 'la transici¨®n democr¨¢tica hubiese sido imposible'. Ballester explica: 'Quer¨ªamos recordar que la reforma no fue s¨®lo una operaci¨®n de dise?o de los m¨¢s aperturistas del r¨¦gimen, sino que las movilizaciones populares forzaron a los azules a ir mucho m¨¢s all¨¢ de lo que a ellos les hubiera gustado'.
En este contexto, la reivindicaci¨®n de la amnist¨ªa aparec¨ªa como un aut¨¦ntico aglutinador, que en el caso catal¨¢n se acompa?aba de la del Estatuto, de ah¨ª el famoso lema Llibertat, amnistia, estatut d'autonomia. A juicio de Risques, la amnist¨ªa es 'clave' porque 'apostar por ella era reclamar la democracia'. La reivindicaci¨®n constitu¨ªa, dice, 'un puntapi¨¦ en la cara a la esencia del franquismo, que era la divisi¨®n entre vencedores y vencidos'.
El n¨²mero de participantes en la manifestaci¨®n del 1 de febrero cogi¨® por sorpresa a los convocantes y a la misma polic¨ªa, recuerdan los autores del libro, que se sirven de los informes policiales reproducidos en las memorias del entonces gobernador, Salvador S¨¢nchez Ter¨¢n, para justificar la afirmaci¨®n. 'Fue todo un logro', recuerda Ballester, 'la gente se entusiasm¨® y envalenton¨®, no en el sentido violento, porque la violencia fue protagonizada por la polic¨ªa en el 99% de los casos, sino en la capacidad de gritar y de hacer acto de presencia'. Por el contrario, a?aden, 'la del d¨ªa 8 parec¨ªa m¨¢s una manifestaci¨®n de polic¨ªas', que con muchas m¨¢s cargas hicieron muy dif¨ªcil el recuento de participantes. Ante la magnitud de la del d¨ªa 1, las autoridades decidieron multiplicar por cuatro el n¨²mero de agentes -de 2.000 a 8.000, seg¨²n la prensa, ya que los autores no han podido consultar los archivos de la polic¨ªa- para hacer frente a lo que interpretaban como una 'conspiraci¨®n'.
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