Correa resuelve desde su rinc¨®n
Un derechazo del uruguayo pone en ventaja al Atl¨¦tico ante el Granada
Un gol de Correa, un derechazo terrible desde su trozo de campo preferido -veinte metros cuadrados, no m¨¢s-, al borde del sector izquierdo del ¨¢rea, despej¨® de sustos al Atl¨¦tico su camino copero. Gracias a ese gol, tambi¨¦n a la concentraci¨®n con la que se comportaron la mayor¨ªa de sus futbolistas, los madrile?os se acomodaron en Granada una buena porci¨®n de la eliminatoria.
Correa es uno de esos futbolistas enigm¨¢ticos a los que resulta del todo imposible adjudicar una posici¨®n determinada, incorporarle al cat¨¢logo de estereotipos que definen a la mayor¨ªa de los jugadores. ?Estamos ante un delantero centro? Tiene gol, pero le faltan rasgos imprescindibles: agilidad, rapidez de reflejos, olfato. ?Es eso que se llama ahora segundo delantero? Se ajusta m¨¢s al prototipo, porque sabe de paredes y pases interiores, pero no: le falta movilidad, juego de entrel¨ªneas. ?Media punta? Ni hablar. No asume compromisos t¨¢cticos ni defensivos. Y tampoco es cre¨ªble que se trate de un extremo izquierda, la posici¨®n -pura teor¨ªa- en la que le sit¨²a la alineaci¨®n del Atl¨¦tico. Carece de velocidad, de desborde... Adem¨¢s, le falta el ritmo que impone la modernidad, parece permanentemente cansado e insin¨²a desgana en todos sus movimientos. Correa es, en suma, un marciano. Un futbolista extra?o al que, eso s¨ª, cuesta dejarle fuera. Sobre todo en equipos que viven tiempos de escasez, como el Atl¨¦tico. Porque Correa, a cambio, ense?a una insultante habilidad para hacer filigranas con la pelota -a veces, para nada- y, claro, el dominio de esos veinte metros cuadrados del campo, en los alrededores del sector izquierdo del ¨¢rea, donde es ¨²nico.
Desde all¨ª, desde esa zona que asume como de su exclusiva propiedad, Correa recibi¨® un pase de Kiko, toc¨® para perfilarse, para ajustar la mira, y conect¨® un derechazo brutal a la red. No hab¨ªa hecho otra cosa hasta entonces el uruguayo, salvo caminar por Los C¨¢rmenes con las manos en los bolsillos, con la mirada ausente, perdiendo una pelota tras otra... Pero cuando la pelota le lleg¨® a su parcelita, a esa zona desde donde tiene bien memorizada la porter¨ªa, mand¨® con su derecha al garete cualquier posibilidad de sorpresa.
Con el 0-1, las posibilidades de que el partido se le envenenase al Atl¨¦tico se derrumbaron. No hab¨ªa sufrido demasiado antes, ya que el Granada se empe?¨® en regalarle el bal¨®n una y otra vez, pero tampoco hab¨ªa sabido imponer del todo su superioridad. Dominaban los madrile?os, manten¨ªan los ojos bien abiertos para evitar sustos, pero les costaba sembrar el p¨¢nico en el ¨¢rea rival. S¨®lo a bal¨®n parado, donde el Granada s¨ª se hac¨ªa realmente peque?o, el Atl¨¦tico abr¨ªa heridas.
Los anfitriones, por su parte, no aportaban m¨¢s munici¨®n que Hueg¨²n, un armario al que costaba quitarse de encima en los balones a¨¦reos, y poco m¨¢s.El gol de Correa le dio al Atl¨¦tico la tranquilidad necesaria para afrontar con garant¨ªas la segunda parte. Y eso que fue en el comienzo de esa fase cuando m¨¢s sud¨®. El Granada se vaci¨® para so?ar con el empate, lo acarici¨® incluso -Sergio le sac¨® una pelota milagrosa al mencionado Hueg¨²n-, pero dur¨® muy poco su arre¨®n. A los 20 minutos, el Atl¨¦tico empez¨® a manejar la pelota con m¨¢s soltura y a buscar la sentencia al contragolpe. El duelo vivi¨® hasta el final m¨¢s cerca del 0-2 que del empate, pero el marcador ya no se movi¨® m¨¢s. S¨®lo lo movi¨® una vez Correa, cuando recibi¨® la pelota en su parcelita, se sac¨® de una vez las manos de los bolsillos y conect¨® el zapatazo que tiene tan bien memorizado.
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