Justicia para todos
De pronto les ha entrado prisa por reformar la Justicia. Cuando las elecciones de 1996, se presentaron ante el electorado prometiendo, entre otras cosas, la reforma de la Justicia. La Justicia es una de las cosas que peor funcionan en este pa¨ªs. As¨ª lo viene manifestando la ciudadan¨ªa, los contribuyentes, la gente del com¨²n, cada vez que las empresas demosc¨®picas tienen a bien salir a la calle a pulsar estad¨ªsticamente lo que opina el personal. Sin embargo, pas¨® toda la legislatura pasada sin que el se?or Aznar y su gobierno se decidiesen a poner remedio a tan desastrosa situaci¨®n. En 1988, la cantidad de 'causas que asediaban a los juzgados' -en palabras del presidente de la Asociaci¨®n de Jueces Francisco de Vitoria- era de seis millones. Son muchos los espa?oles que sienten 'hambre de justicia'. De una justicia que no llega, que se retrasa proque faltan jueces y falta presupuesto para poner al d¨ªa las oficinas judiciales. Los sumarios se archivan en ocasiones amontonados en espacios inveros¨ªmiles, con poco orden y menos concierto. Y esta lamentable situaci¨®n tiene muy poco que ver con que la econom¨ªa de Estados Unidos vaya bien o mal, que las bolsas bajen o suban o que aumente o disminuya el n¨²mero de vacas locas por kil¨®metro cuadrado, etc., etc. Es una cuesti¨®n de voluntad pol¨ªtica. Voluntad pol¨ªtica que, por lo visto, no ha tenido el presidente Aznar a pesar de las reiteradas quejas con que se ha pronunciado el vecindario.
Pero h¨¦te aqu¨ª que, de pronto, el primer ministro espa?ol y algunos de sus amigos se han visto ante unas resoluciones de la justicia que les afecta directamente y en forma negativa. Primero fue con motivo del indulto al juez G¨®mez de Lia?o condenado por prevaricaci¨®n reiterada. El Tribunal Supremo tuvo a bien poner reparos a ese indulto en la forma que el Gobierno quer¨ªa llevarlo a cabo. Coincid¨ªa, en este caso, que algunos de los amigos medi¨¢ticos del se?or Aznar -y amigos del se?or juez indultado- tampoco estaban de acuerdo con la decisi¨®n del Tribunal Supremo. Y se organiz¨® el tiberio. ?Esto es intolerable!, gritaba el coro virginal -?es un decir!- de los amigos monclovitas. ?La Justicia est¨¢ por lo suelos! ?El Tribunal Supremo est¨¢ lleno de magistrados felipistas, polanquistas! ?Hay que reformar la Justicia porque esto es una verg¨¹enza! Seguramente, con unos tribunales superiores con mayor¨ªa de jueces pongamos... pedrojotistas, jim¨¦nezlosantistas, herreristas y alg¨²n que otro aznarista, la Justicia en Espa?a ser¨ªa asombro del mundo y espejo en que mirarse. En este estado de excitaci¨®n se encontraban Aznar y sus amigos, pidiendo ?justicia! para ellos, los pobres, justicia que atienda a sus intereses y d¨¦ satisfacci¨®n a sus bajos instintos de venganzas, envidias y rifirrafes personales o empresariales, cuando la Audiencia Nacional dicta una sentencia en favor de los funcionarios a quienes el se?or Aznar congel¨® sus sueldos. ?Hasta ah¨ª pod¨ªamos llegar! El presidente del Gobierno llama al ministro Acebes y le ordena que ponga orden y proceda a la reforma de la Justicia tan ansiada por todos. Ha dicho el se?or Acebes que esta reforma alcanzar¨¢ a todos los ciudadanos que tanto la est¨¢n esperando. Deseemos que as¨ª sea. Que sea una reforma que llegue a los ciudadanos que viven m¨¢s all¨¢ de la M-40 que es la autov¨ªa que cierra el espacio municipal madrile?o y no se quede, simplemente, en dar satisfacci¨®n a los amigos del r¨¦gimen que viven en Madrid.
fburguera@inves.es
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