DOBLEMENTE CONDENADOS
Son ellos dos una paradoja ambulante; una m¨¢s de las que proliferan en Euskadi por mor de la violencia terrorista. Como otros m¨¢s de setecientos cargos pol¨ªticos, profesores, empresarios o periodistas del Pa¨ªs Vasco, viven en libertad vigilada, acompa?ados por custodios reconocibles que les preservan del cumplimiento de una sentencia de muerte, azarosa pero real, dictada por ETA. Pero su caso es singular. La condena de Eduardo Uriarte Moreno y Mario Onaindia Nachiondo es doble. Se acumula, en un salto absurdo de treinta a?os, a las que recibieron en 1970. M¨¢s paradojas. Su delito en aquel tiempo fue el de pertenecer a un grupo llamado ETA, que hab¨ªa comenzado a utilizar la violencia contra el r¨¦gimen franquista. Y una coincidencia: la organizaci¨®n que ahora amenaza sus vidas y el tribunal que entonces les conden¨® comparten el adjetivo, el de 'militar'. Eduardo Uriarte (Sevilla, 1945) responde con seguridad cuando se le plantea por qu¨¦ tienen que enfrentarse a una situaci¨®n similar a la que ya pasaron hace tres d¨¦cadas: 'Porque antes combat¨ªamos al fascismo y ahora tambi¨¦n combatimos al fascismo'. Mario Onaindia (Bilbao, 1948), ex secretario general de Euskadiko Ezkerra y hoy presidente en ?lava del Partido Socialista de Euskadi, lleva muchos a?os reflexionando sobre la contradicci¨®n, s¨®lo aparente, de que sea ETA lo que haya quedado como resto del franquismo. En el ¨²ltimo a?o, esta reliquia criminal le ha arrancado a compa?eros como Fernando Buesa, L¨®pez de Lacalle, Juan Mar¨ªa J¨¢uregui o Ernest Lluch y ha intentado asesinar a Jos¨¦ Ram¨®n Recalde, todos ellos comprometidos luchadores en aquellos a?os de plomo y dictadura. '?Que por qu¨¦ estamos amenazados? Por defender consecuentemente la libertad y la democracia. En este pa¨ªs todos sabemos qu¨¦ es lo que tenemos que hacer para librarnos de la amenaza de ETA, cu¨¢l es el peaje que tienes que pagar para que te dejen en paz', responde. Por no querer abonarlo tienen que vivir en permanente alerta, con una presencia a sus espaldas que les protege, pero que perturba a la familia, incomoda a los conocidos y les recuerda a cada instante el riesgo que corren. Sin embargo, ellos tienen una considerable ventaja sobre la mayor¨ªa de los que comparten su suerte. Guardan la memoria de la clandestinidad y la c¨¢rcel, y esa experiencia les ayuda a sobrellevar su situaci¨®n y a no ocultarla como si fuera una tacha vergonzante. Caminando siempre diez pasos por delante de su escolta, cruz¨¢ndose habitualmente con otras parejas de hecho que la inseguridad ha fabricado en las calles de Euskadi, Onaindia ha revivido en este a?o la sensaci¨®n extra?a de invisibilidad social que experiment¨® aquel 9 de abril de 1969 en que sali¨® esposado y maltrecho de un piso del Casco Viejo de Bilbao. Hab¨ªa un Seat 1500 cerrando la calle y seis o siete polic¨ªas que les rodeaban con metralletas en ristre, 'pero la gente, las se?oras, no ve¨ªan nada, o no quer¨ªan verlo. Parec¨ªa que ¨¦ramos transparentes'. Ahora, dice, se repite la situaci¨®n. 'Hay un mont¨®n de gente en Euskadi que aparta la vista, que no quiere darse cuenta de la situaci¨®n que est¨¢n viviendo muchos vecinos'. Onaindia y Teo Uriarte, que compartieron militancia clandestina, condena y c¨¢rceles, y, posteriormente, trayectoria pol¨ªtica, soportan con esp¨ªritu guerrero y envidiable humor las incomodidades del nuevo estatus. Onaindia lleva compa?¨ªa permanente desde el asesinato de Fernando Buesa, del que va a cumplirse un a?o; Uriarte, desde la detenci¨®n, el pasado noviembre, del comando Vizcaya. Estaba bastante delante en la lista de posibles objetivos. 'Me he dado cuenta de que he recuperado tics de la clandestinidad, recorridos seguros y pautas de autoprotecci¨®n que segu¨ªa entonces. De hecho, vivo en la misma casa en que estuve escondido despu¨¦s de lo de Melit¨®n Manzanas', bromea Uriarte (fue en ese ocultamiento forzoso donde conoci¨® a su mujer). La diferencia es que en 1969 era un etarra que hu¨ªa de la polic¨ªa de la dictadura y ahora la polic¨ªa de la democracia le preserva de las asechanzas de la organizaci¨®n que lleva las mismas siglas de aquella a la que perteneci¨®. Mario Onaindia relata la extorsi¨®n que representa la escolta para la familia y las relaciones sociales del protegido, y reconoce que lo pas¨® muy mal en los primeros momentos. Estuvo seis meses trabajando en casa, saliendo apenas una hora para estirar las piernas bajo vigilancia. 'Me sent¨ª como cuando estuve en la c¨¢rcel'. Sin embargo, el riesgo ha insuflado nuevas energ¨ªas a su debilitado coraz¨®n, que en septiembre de 1998 le dio un gran susto y la invalidez permanente. Acaba de terminar el primer volumen de sus memorias (El precio de la libertad. Espasa Calpe), que saldr¨¢ a la venta el mes pr¨®ximo, y est¨¢ volcado en actividades conspirativas, que es, junto a la teorizaci¨®n, la faceta de la pol¨ªtica que m¨¢s le estimula. A su juicio, la ETA de hoy no tiene nada que ver con la organizaci¨®n que combati¨® al franquismo, ni incluso con la de los a?os ochenta. Sin entrar en el debate est¨¦ril de si hubo en alg¨²n momento una ETA buena, Onaindia considera que el gran cambio se produce a partir de 1992, tras la ca¨ªda de su direcci¨®n en Bidart. 'Hasta entonces su adversario declarado era el Estado espa?ol, y su objetivo, conseguir la autodeterminaci¨®n. Pero se dio cuenta de que si el pueblo vasco ejerciera la autodeterminaci¨®n el resultado pol¨ªtico ser¨ªa el que hay hoy, por lo que el enemigo principal de ETA han pasado a ser los vascos que defienden la democracia', subraya. Aunque admite que puede ser una proyecci¨®n de sus pensamientos, Teo Uriarte cree que la presi¨®n terrorista de ETA ha hecho regresar la pesada atm¨®sfera de los estados de excepci¨®n. 'El miedo es clandestino en Euskadi. Hay gente que pasa tanto miedo que ni siquiera puede vencer el pudor de reconocerlo', sentencia. Y le cabrea la indiferencia y la falta de apoyo real al pr¨®ximo de tanta gente que, sin embargo, se ve concernido por el drama de El Salvador o la India. 'Hay mucho solidario de caja de ahorros', ironiza. Mario Onaindia proyecta su indignaci¨®n, por encima de ETA, hacia una nacionalismo incapaz de de ir m¨¢s all¨¢ de 'condenas ¨¦ticas'. 'Al menos, ETA es coherente: pretende lisamente que nos vayamos; el PNV no lo es', afirma tajante. 'Arzalluz quiere que los vascos que no somos nacionalistas renunciemos a nuestros derechos pol¨ªticos a cambio de la paz y crear para nosotros una especie de r¨¦gimen de apartheid'. Piensa Onaindia que si muchos ciudadanos vascos reivindican abiertamente la Constituci¨®n no es por conversi¨®n al espa?olismo. 'Se han dado cuenta de que es la ¨²ltima barrera defensiva de los dem¨®cratas, porque obliga al Estado a defendernos del fascismo', concluye.
Un recorrido vital compartido
El pasado mes de diciembre se cumplieron 30 a?os del Proceso de Burgos. Mario Onaindia y Eduardo Uriarte fueron dos de los seis militantes de ETA condenados a muerte en un consejo de guerra sumar¨ªsimo por la causa abierta por el asesinato del inspector Melit¨®n Manzanas. Uriarte, hijo de un republicano represaliado, se hab¨ªa incorporado a ETA en 1965 y Onaindia, que proced¨ªa culturalmente del PNV, lo hizo en 1967. Ambos fueron detenidos, con tres d¨ªas de diferencia, en abril de 1969. Durante sus ocho a?os de prisi¨®n participaron activamente en los agitados debates ideol¨®gicos de la organizaci¨®n y apostaron, frente al sector de izquierda abertzale aglutinada por ETA Militar, por participar en el proceso hacia la democracia que se abri¨® a partir de 1976. Junto al resto de los condenados de Burgos, el 20 de mayo de 1977 aceptaron su extra?amiento fuera de Espa?a, en vez de la amnist¨ªa, que llegar¨ªa un a?o despu¨¦s, para hacer posible las primeras elecciones democr¨¢ticas de junio de 1977. Posteriormente, ambos volcaron su actividad pol¨ªtica en Euskadiko Ezkerra. Como secretario general, Onaindia jug¨® un papel decisivo en la aceptaci¨®n del Estatuto y, junto con Bandr¨¦s, en la disoluci¨®n de ETA Pol¨ªtico-militar en 1982. Diez a?os m¨¢s tarde impuls¨® la fusi¨®n de esta formaci¨®n con el Partido Socialista de Euskadi (PSE-EE), al que su amigo Uriarte se hab¨ªa afiliado un a?o antes. Tras desempe?ar diversos cargos p¨²blicos, ahora ¨¦ste es militante de base y Onaindia presidente de ?lava.
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