Fallece el compositor franc¨¦s Iannis Xenakis, un impulsor de la m¨²sica de vanguardia

Dentro del m¨¢s inquieto -e inquietante en su momento- espacio de la imaginaci¨®n sonora que se desarroll¨® a lo largo del siglo XX, la figura de Iannis Xenakis ser¨¢ un fen¨®meno fascinante siempre que se estudie con detenimiento y preparaci¨®n.

Xenakis, nacido dentro de una familia griega, trabaj¨® en sus comienzos con Arist¨®teles Kundorov, un disc¨ªpulo de Ipolitov Ivanov, al tiempo que investigaba de manera creciente el qu¨¦ y los porqu¨¦s de la m¨²sica tradicional de Grecia y de la Iglesia bizantina.

Tras un periodo dram¨¢tico en defensa de sus ideas antitotalitarias (luch¨® en el movimiento de la Resistencia de Grecia en la II Guerra Mundial, que le dejar¨ªa una huella en su rostro) y tras escapar de una condena a muerte, Xenakis se instala en Par¨ªs en el a?o 1947. La capital francesa ser¨¢ su centro de trabajo tanto en su desarrollo musical como en sus facetas de matem¨¢tico y arquitecto, hasta el punto de colaborar con Le Corbusier en la construcci¨®n del convento de La Tourette y en el Pabell¨®n Philips de la Exposici¨®n Internacional de Bruselas. En Francia encontr¨® Xenakis un ambiente propicio e incitante: desde sus estudios con Messiaen hasta sus experiencias electroac¨²sticas en las que tambi¨¦n le estimul¨® fuertemente Hermann Scherchen desde su estudio de Gravesano.

En 1955, en pleno auge de la influencia serial y en los comienzos del concretismo y electroac¨²stica, Xenakis se plantea un reto de forma muy concreta y decidida: no bastaban los 'sistemas' musicales que modificaban, al parecer sustancialmente, la ordenaci¨®n y el tratamiento de la materia tradicional. Hab¨ªa que ir a la invenci¨®n de nueva materia y m¨¢s que a servirse de un 'sistema' a ampliar en muchos grados y direcciones los campos de investigaci¨®n. 'El arte y especialmente la m¨²sica -escribi¨®- tiene una funci¨®n fundamental que consiste en catalizar la sublimaci¨®n que puede aportar con todos los medios de expresi¨®n. Debe dirigirse hacia la exaltaci¨®n total en la cual se confunde el individuo, perdiendo su conciencia, con una verdad inmediata, rara, enorme y perfecta'.

Consciente de la dificultad de sus propuestas, no por ello flaque¨® su voluntad, ni cedi¨® a otro g¨¦nero de planteamientos. Que alguna de las partituras de Xenakis hayan podido convertirse en ballet, nos dice tan s¨®lo la fuerte expresividad de los resultados ¨²ltimos que, a fin de cuentas, constituyen el punto terminal de la invenci¨®n musical, aquel que se convierte en frontera de comunicaci¨®n con los dem¨¢s.

Monumentalidad

En sus obras orquestales de la primera de la primera etapa es imposible no evocar, lejanamente, ciertos trabajos de Var¨¦se, pero el griego-franc¨¦s fue m¨¢s all¨¢ en todos los aspectos. En 1936 Var¨¦se alude a un futuro en el que el trabajo del compositor, una vez realizado gr¨¢ficamente, pasar¨ªa a una m¨¢quina que lo transmita el oyente. Tras el aparato t¨¦cnico estar¨¢, como estuvo en Xenakis, el hombre y la expectativa de una consecuci¨®n art¨ªstica.

El cr¨ªtico y music¨®logo franc¨¦s de origen rumano Antoine Gol¨¦a precis¨® la cuesti¨®n con estas palabras: 'La m¨²sica de Xenakis es la de un tr¨¢gico en el sentido exacto del t¨¦rmino, esto es, de un Esquilo. Se basa en la monumentalidad, la implacabilidad de las formas, la petrificaci¨®n del material sonoro y el primitivismo. Es como un bloque gigantesco cruzado en medio y a trav¨¦s de la m¨²sica de su tiempo'.

Cabr¨ªa aclarar que no es un bloque-barrera que dificulte el paso, sino al contrario, un monolito luminoso que ha dado y dar¨¢ en el futuro muchas luces a cuantos se acerquen con la mente, el esp¨ªritu y los o¨ªdos, bien abiertos. En lo que pude tratarlo, estaba cargado de sentimiento afectivo y luc¨ªa una conversaci¨®n culta con frecuentes e inteligentes toques de iron¨ªa.

Deja como legado, dentro de una vasta y vanguardista obra, t¨ªtulos como Met¨¢stasis (1954), Nomos (1966), Cenizas (1974) y Shaar (1982).