Obst¨¢culos
Dos artistas atraviesan el escenario arrastrando de unas gruesas cuerdas sendos fardos de piedras. No es que precisamente faciliten la locomoci¨®n tales accesorios esc¨¦nicos. As¨ª empieza el d¨²o Lo que los perros dejar¨¢n, hasta ahora el mejor trabajo de Carmen Werner, pero que a¨²n tiene sus carencias de siempre.
Falta la lia?on, eso que los modernos a ultranza desprecian, pero que es y sigue siendo, hasta que se pruebe lo contrario, el factor b¨¢sico que da fluidez y continuidad al material de movimientos, sean de la ¨ªndole y t¨¦cnica que se quiera.
Werner ha encontrado finalmente un partenaire que le da r¨¦plica en sus obsesiones, donde no falta dureza, efectismo e influencias de la danza-teatro alemana, a veces peligrosamente a la letra. Con todo, los dos bailarines consiguen soltarse de la atadura y maltratarse con deleite. Es el ritual de pareja en la alegr¨ªa de la huerta, apoyados por una selecci¨®n discreta de m¨²sica sacra que, si se quiere, da a la lectura un tono de responso.
Despues de cascarse mutuamente y a placer, se cortan con un cuchillo real (Trontin acab¨® sangrando del antebrazo izquierdo), se cabalgan como en un cuadro de Bacon y posan como una Piet¨¢ de los primitivos. No se entiende si es una vida id¨ªlica de pareja o su esquema antagonista. Eso da igual. Es un acto sombr¨ªo, con una duraci¨®n justa que se agradece y una entrega de los bailarines que roza el plus de peligrosidad.
Material de taller
En la Pradillo, tres propuestas de distinto calibre y calado. La frialdad de los bailarines finlandeses Jyrki Karttnen y Katri Soini (pareja de contraste: ¨¦l suave, ella dura) se atemper¨® con algunos brotes de humor y unas secuencias precisas en su cortante geometr¨ªa, pero sin el hilv¨¢n que las convierta en arte coreogr¨¢fico. Se trata de material de taller, sin m¨¢s.
El canario F¨¦lix Santana, sin embargo, logr¨® todo lo contrario con un proceso de distanciamiento, donde el artista muestra a la vez que asume su estrecho mundo, fant¨¢stico y posible, tierno y doloroso, con lieder de Schubert y un personaje que vive en su infancia recurrente.
El bailar¨ªn establece un juego solitario donde tiene lugar el m¨¢s sincero de los discursos. En resumen, pieza de un nihilismo conmovedor y amargo.
La velada la cerr¨® la pieza Mat, de Jordi Cort¨¦s y Artur Villalba, muy teatral y con una fuerte carga dram¨¢tica donde Cort¨¦s, ahora en su madurez, aporta sus conocidas dotes corporales y experiencia.
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