Norte contra Sur
Se aglomeran en las inmediaciones de las sedes de las subdelegaciones del Gobierno en las costas mediterr¨¢neas. Hacinados, cubiertos con cartones, a la intemperie, noche y d¨ªa.
Marroqu¨ªes, argelinos, ecuatorianos, peruanos, senegaleses piden al Gobierno autorizaci¨®n para trabajar en Espa?a en ciudades que huelen a salitre, poblaciones visitadas hace milenios por fenicios, griegos, cartagineses, romanos, puertos que sirvieron de entrada en la Pen¨ªnsula de civilizaciones, de culturas abiertas al mar, Mare Nostrum, por donde entraron cultivos como el olivar, el arroz, por donde conocimos a Arist¨®teles, Plat¨®n y Homero, por donde irrumpieron m¨²sicas, lenguas, dioses y leyes.
En el caso de los africanos, han visto c¨®mo muchos de sus compa?eros de traves¨ªa mor¨ªan en el mismo mar que sirvi¨® de entrada a mezquitas y giraldas, a adarves, a huertos, a acequias a regad¨ªos, a perfumes de jazm¨ªn y azahar, a olores a albahaca.
Sus cuerpos, retorcidos, hinchados, descompuestos, llegan a decenas a las orillas y son enterrados en direcci¨®n a La Meca, la mayor¨ªa de ellos sin identificar, sin nombre, sin funeral, sin manifestaciones silenciosas, sin concentraciones a las puertas de ayuntamientos como ocurre con otras muertes, sin duda tambi¨¦n desgraciadas e injustas, pero no menos que las suyas.
Los ecuatorianos muertos en accidente de tr¨¢fico en Lorca -cerca de Kart Hadasht (Cartago Nova-Cartagena)-, tienen mayor fortuna: gracias a un gesto de 'generosidad' de nuestro Gobierno, sus cad¨¢veres son repatriados a Am¨¦rica a 'portes pagados'.
Ha entrado en vigor la nueva Ley de Extranjer¨ªa, una ley del Norte para defenderse del Sur, para evitar invasiones de morenos, cobrizos e indios, para impedir que la miseria que el Norte provoca salpique el para¨ªso.-
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