Originales
Seg¨²n cuenta S¨¢nchez Ron en El futuro es un pa¨ªs tranquilo, los art¨ªculos de las revistas cient¨ªficas no se firman ya por dos o tres colaboradores, sino por centenares. La investigaci¨®n se ha vuelto tan compleja que es preciso sumar, junto a los ordenadores, la reuni¨®n de incontables cerebros humanos. Ninguna verdad de las decisivas cabe ya en la cabeza de nadie y no hay pulso que pueda sostener la m¨²ltiple vibraci¨®n de un discurso renovador. No habr¨¢, pues, en adelante, un descubridor de algo, sino una n¨®mina de descubridores, y no habr¨¢ siquiera un equipo investigador, sino una trama. La verdad sucesiva dejar¨¢ de poseer la autor¨ªa de un sujeto concreto y no habr¨¢ una energ¨ªa, una p¨ªldora o un nuevo teorema asociado al nombre de un sujeto, porque el individuo se diluir¨¢ entre los dem¨¢s especialistas de la misma tarea.
?Sucede algo parecido con el arte? En la sede de Arteleku, en San Sebasti¨¢n, donde trabajan escultores, pintores, especialistas en v¨ªdeo, flautistas, fot¨®grafos o actores, no se aspira a realizar nada separadamente. El taller trabaja como una factor¨ªa de la que nacen productos u obras de arte que se distribuyen por la sociedad vac¨ªas del aura fulgente del artista ¨²nico. Cualquier resultado es equivalente a la fabricaci¨®n de un art¨ªculo cualquiera que contribuye a mejorar nuestra cotidianidad, sin pedir pleites¨ªas por ello. Aquella idea de la creaci¨®n como misi¨®n extraordinaria y desde donde se descolgaban frutos sagrados ha perdido su pertinencia. Todav¨ªa hay galeristas e invitados de las galer¨ªas que ponen los ojos en blanco ante una instalaci¨®n de varias piedras y frascos de tomate, pero hace ya muchas ferias de Arco, al estilo de la que nace la semana pr¨®xima, que han terminado las sorpresas. M¨¢s a¨²n: hace a?os que se revela rid¨ªcula la intenci¨®n de sorprender o de provocar. A la idea, muy siglo XX, de espantar al espectador burgu¨¦s con algo raro o procaz ha continuado la voluntad de hacer las cosas bien, sin ser exc¨¦ntricos. Pero adem¨¢s, igual que en la ciencia, lo genial, nuevo e individual ha dejado de recibirse como un indicio de valor. Nada parece hoy m¨¢s sospechoso que lo extravagante y nada resulta m¨¢s cursi que lo original.
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