El acierto de Zaplana
El presidente Zaplana ha escrito su libro, 'hasta la ¨²ltima coma'. El maestro Tom Marty los escrib¨ªa, hasta la ¨²ltima gota de sangre. Pero ambos han utilizado la misma estrategia narrativa: eliminar a los malos y premiar a los buenos. El maestro Tom Marty, Tom¨¢s Mart¨ªnez, funcionario judicial, en la vida cotidiana, descubr¨ªa el intr¨ªngulis de su arte sin ning¨²n empacho: hago dos listas; una, con el h¨¦roe y sus camaradas; y la otra, con el jefe de la banda y sus secuaces, tantos como cap¨ªtulos. Y conforme los voy liquidando, los tacho con un l¨¢piz rojo. As¨ª, cuando ya no me queda ninguno por tachar, le pongo fin a la historia. El maestro Tom Marty siempre que conclu¨ªa una de sus fabulaciones, se iba a la cafeter¨ªa de la esquina y se soplaba una botella de orujo, mientras le contaba al barman y a alg¨²n cliente aburrido las ¨²ltimas haza?as del chico. Acud¨ªa a celebrarlo, sin escolta de ministros ni de comentaristas pol¨ªticos. Aquel autor de novelas del oeste era un tipo excepcional. Viv¨ªa en un apartamento de Benidorm y nunca present¨® ni un libro. Pero iba de Kansas City a Dallas paseando la mirada por un mapa de Estados Unidos, que hab¨ªa colgado sobre su escritorio y que estaba repleto de cagaditas de moscas y chinchetas de diversos colores: son los escenarios de mis aventuras, dec¨ªa al visitante.
El presidente Zaplana ha movilizado la corte, el Gobierno y los medios de comunicaci¨®n, para exhibir su opera prima. Como tenores: Miquel Roca, Jos¨¦ Bono y Rodrigo Rato, es decir, el nacionalista, el socialista y el malo. Y de madrina Ana Botella. Zaplana tiene talento, encanto y ¨²ltimamente, quiz¨¢ movido por el acontecimiento, luc¨ªa un moreno de gondolero algo pasado de horno. Pero ha arriesgado, en lo que puede ser su ¨²ltima jugada, para ocupar plaza en Madrid. De momento ya ha insinuado como posibles herederos de todo el poder valenciano a Francisco Camps, Juan Costa, Estaban Gonz¨¢lez y Gerardo Camps, sin descartar a otros a¨²n encriptados. Aznar no baj¨® al Hotel Palace. Y para qu¨¦, si ¨¦l inspir¨® el modelo de financiaci¨®n auton¨®mica, que luego bautiz¨® con el nombre de Zaplana, con ¨¢nimo de encandilar a los catalanes y poner a flote a uno de sus m¨¢s fieles barones perif¨¦ricos. Ignoro si El acierto de Espa?a ser¨¢ un best seller o uno m¨¢s de los miles de t¨ªtulos publicados y almacenados en los sotanos de las empresas editoriales. Habr¨¢ que leerlo, sin embargo. Aunque ya no importa tanto la cr¨ªtica ni la glosa literaria: el efecto Alejandro Magno ya se ha producido. En sus p¨¢ginas, se encontrar¨¢ mucha doctrina cuestionable y, para los m¨¢s meticulosos, la probable mano de alg¨²n negro. Irrelevante, en cualquier caso, porque, ?si a una presentadora de televisi¨®n se le tolera y hasta se le promociona, porque no va a disfrutar de ese mismo privilegio un presidente auton¨®mico y h¨¢bil escalador? Y ni tampoco cuenta el fusilamiento de fragmentos de un libro sobre financiaci¨®n, que edit¨® Bancaja, bajo la direcci¨®n de Vicente Mart¨ªnez-Pujante, como advierte el diario Informaci¨®n de Alicante. Hoy en dia, esas deleznables irregularidades se solventan adjudic¨¢ndoselas a ciertas confusas, pero inocentes, operaciones del ordenador.
Aunque no obstante, me permito aconsejar al nuevo y flamante autor del libro, que no tenga por superfluas las acertadas observaciones y la sustancial experiencia del maestro de novelas de vaqueros, Tom Marty. Cuando en cierta ocasi¨®n le preguntaron qu¨¦ pasaba si eliminaba a alg¨²n pistolero, se olvidaba de tacharlo de la lista y lo volv¨ªa a sacar en un posterior cap¨ªtulo, muy displicente y flem¨¢tico respondi¨®: ?No pretender¨¢ usted que redacte de nuevo la historia? Es muy simple, me limito a poner la siguiente nota, a pie de p¨¢gina: Como habr¨¢ adivinado el sagaz lector, fulano de tal no muri¨® en el tiroteo, y aunque herido de gravedad, logr¨® recuperarse. Y luego, s¨ª, luego lo pulverizo de inmediato. Con El acierto de Espa?a, ese puede ser el acierto de Zaplana.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.