La triunfante aventura espa?ola de Marc Rich
El magnate jud¨ªo perseguido por la justicia de EE UU e indultado ahora por Clinton empez¨® a construir su imperio en Espa?a a comienzos de los setenta
En septiembre de 1986, Marc Rich era uno de los hombres m¨¢s ricos del planeta y lo atravesaba de punta a punta para controlar sus negocios, pero declin¨® asistir al funeral de su padre en Nueva York. Muchos a?os despu¨¦s, en un hospital de esa ciudad, muri¨® de c¨¢ncer una de sus tres hijas y el empresario tampoco la acompa?¨® antes del ¨®bito. Las autoridades norteamericanas le negaron el permiso para visitarla.
El rey de las materias primas, con una facturaci¨®n anual de m¨¢s de tres billones de pesetas, no pod¨ªa poner un pie en Estados Unidos sin riesgo de dormir entre rejas. En 1983, el fiscal Ruddy Giuliani, hoy alcalde republicano de la ciudad de los rascacielos, le acus¨® de una cascada de 51 delitos, entre los que figuraban una gigantesca evasi¨®n de impuestos y el comercio de crudo con 'el enemigo' Ir¨¢n cuando 53 norteamericanos fueron secuestrados en su embajada por militares iran¨ªes.
Rich pag¨® una multa de 150 millones de d¨®lares, la mayor sanci¨®n en la historia de ese pa¨ªs, para que sus empresas continuaran operando en EE UU y se refugi¨® en Europa, con un pie en Suiza y otro en Espa?a, desde donde, una d¨¦cada antes, hab¨ªa levantado su imperio financiero. Jam¨¢s volvi¨® a pisar la tierra del pa¨ªs que acogi¨® a su familia cuando hu¨ªan de los nazis en plena Segunda Guerra Mundial.
Han pasado 17 a?os hasta que Bill Clinton le ha concedido el indulto que ha levantado una tormenta de acusaciones de los republicanos al conocerse que Denise Rich, su ex esposa, entreg¨® un mill¨®n de d¨®lares a las arcas electorales de los dem¨®cratas, promovi¨® una fiesta de desagravio al ex presidente durante el esc¨¢ndalo Lewinsky y le regal¨® un saxof¨®n y muebles valorados en 7.000 d¨®lares.
Fue precisamente hace 17 a?os cuando dos abogados madrile?os pidieron a Jos¨¦ Barrionuevo, entonces ministro del Interior, que les informara sobre si Espa?a era tambi¨¦n un terreno de arenas movedizas para Rich, que dos a?os antes hab¨ªa obtenido la nacionalidad espa?ola durante el Gobierno de Leopoldo Calvo Sotelo. Toda una coraza que le blindaba de la extradici¨®n.
Barrionuevo, que conoc¨ªa a los emisarios de Rich porque hab¨ªan sido compa?eros suyos en el Ministerio de Trabajo, pregunt¨® a los servicios jur¨ªdicos del ministerio. Se interes¨® por los delitos de los que se le acusaba en Estados Unidos y demand¨® informaci¨®n policial de primera mano sobre su caso.
El resultado no pudo ser m¨¢s satisfactorio para el rey de las materias primas. 'Luz verde. Decidle a Rich que aqu¨ª no tendr¨¢ problemas. Que los delitos por los que se le persigue en Estados Unidos no lo son en Espa?a', respondi¨® el ministro a los intermediarios. Poco despu¨¦s, el alto y espigado financiero jud¨ªo pidi¨® audiencia con Barrionuevo para agradecerle su gesti¨®n. En el despacho del ministro, en un encuentro formal, el hombre al que persegu¨ªan los agentes federales escuch¨® el mensaje tranquilizador.
Barrionuevo valor¨® que Rich hab¨ªa saldado su deuda fiscal con el Gobierno norteamericano, que comerciar con Ir¨¢n no era delito en Espa?a y que no se hab¨ªa cursado ninguna petici¨®n de extradici¨®n, seg¨²n se?alan fuentes cercanas al ex ministro socialista. El convenio de extradici¨®n entre Espa?a y EE UU no contemplaba la entrega de los nacionales, y Rich era un espa?ol m¨¢s desde 1981.
Seg¨²n el procedimiento administrativo, su expediente de nacionalizaci¨®n debi¨® llegar al Consejo de Ministros de la mano del titular de Justicia, P¨ªo Cabanillas (padre del actual Portavoz), despu¨¦s de pasar por la Direcci¨®n General de Registros, la secretar¨ªa general t¨¦cnica y la comisi¨®n de subsecretarios. Jes¨²s Santaella, que adquirir¨ªa notoriedad a?os m¨¢s tarde como abogado de Mario Conde, era el secretario general t¨¦cnico de Justicia, pero asegura no recordar el caso.
Rich cumpl¨ªa con creces las condiciones exigibles para tramitar la concesi¨®n de la nacionalidad espa?ola. Viv¨ªa y hac¨ªa negocios en Madrid desde mediados de los 60. De padre alem¨¢n y madre francesa, naci¨® en 1934 en Amberes (B¨¦lgica) y lleg¨® en barco a Estados Unidos cuando ten¨ªa ocho a?os huyendo del nazismo. De noche estudiaba comercio y finanzas en la universidad y de d¨ªa trabajaba en la Philips Brothers (Phibro), la compa?¨ªa m¨¢s poderosa del mundo en el comercio de minerales y metales.
Uno de sus ex compa?eros de trabajo que parece fascinado por sus habilidades, heredadas de su padre, un comerciante de coches y tabaco, define as¨ª su etapa en Nueva York: 'Pronto llam¨® la atenci¨®n de sus jefes y del presidente Jesselson. Era una aut¨¦ntica lumbrera y comenzaron a darle responsabilidades'. Entr¨® en shipping (tr¨¢fico de barcos) y lo destinaron a Bolivia, M¨¦xico y Cuba, donde aprendi¨® el espa?ol.
En 1963, a los 29 a?os, Rich ya era director general de Phibro en Espa?a e instal¨® su cuartel general en la torre de Madrid, en el centro de la capital. Trabajaba 16 horas diarias, dorm¨ªa poco, fumaba s¨®lo puros y en un plazo r¨¦cord estableci¨® lazos con todas las compa?¨ªas espa?olas de metales y con los bancos. Se cas¨® con Denis Eisenverk, una neoyorquina con la que tuvo tres hijas, que nacieron y estudiaron en Madrid. 'Se convirti¨® en un fan¨¢tico enamorado de Espa?a', dice uno de sus subordinados.
Contra el criterio de su presidente, Rich crey¨® que el crudo podr¨ªa comerciarse como el resto de las materias primas. Hasta entonces, s¨®lo lo hac¨ªan los Estados, pero el joven financiero y Pincus Green, otro delegado de Phibro en Suiza igual de visionario que ¨¦l, estaban obsesionados con la idea. Entonces, la oficina de Madrid ya se hab¨ªa convertido en una de las m¨¢s poderosas de la compa?¨ªa.
En plena guerra del Yom Kipur (octubre de 1973), Rich firm¨® contratos con la National Iran Oil Company y los productores de crudo cerraron el grifo. La demanda y los precios se dispararon. Para todos, menos para Phibro, que ten¨ªa su contrato con los iran¨ªes. Ese a?o, la compa?¨ªa bati¨® sus r¨¦cords de beneficios.
As¨ª naci¨® el mercado spot, el mercado ajeno a las siete hermanas, las siete compa?¨ªas propietarias de todas las refiner¨ªas que controlaban la venta del crudo. Rich se atrevi¨® a comprarlo a precio fijo para venderlo en el mercado libre, algo que hasta entonces parec¨ªa imposible. Nadie hab¨ªa osado antes competir con los gigantes.
El negocio fue tan redondo que en Nueva York le ofrecieron la presidencia de la compa?¨ªa. Acept¨® con la condici¨®n de llevarse a la central a sus colaboradores en Madrid y con unos sueldos determinados que all¨ª parecieron exagerados. No hubo acuerdo y Rich, que entonces ten¨ªa 40 a?os, se fue de Phibro ante la sorpresa y estupefacci¨®n de todos los directivos.
El 1 de marzo de 1974, Marc Rich cre¨® en Madrid la compa?¨ªa Marc Rich & Company y estableci¨® su sede social en Zug (Suiza), un pintoresco pueblo de 22.000 habitantes a pocos kil¨®metros de Z¨²rich. Sus socios fueron Pinky Green, su compa?ero de Phibro en Suiza, un norteamericano que tambi¨¦n hab¨ªa abandonado la empresa; Alex Hackel, suizo, y Jacques Hachuel, jud¨ªo con pasaporte argentino que resid¨ªa en Madrid y que vender¨ªa su parte cuando Giuliani present¨® sus cargos contra Rich.
El triunvirato qued¨® repartido as¨ª: Rich controlar¨ªa la divisi¨®n de petr¨®leo; Hackel, los minerales y metales, y Green, al que apodan El Almirante, los barcos, finanzas y alimentaci¨®n. La elecci¨®n de Zug como sede social no fue casual. All¨ª trabajaban sus socios y el sello suizo ofrec¨ªa muchas ventajas.
A partir de entonces, Rich vivi¨® entre Madrid y Nueva York, donde compr¨® una casa de 10 habitaciones en Park Avenue, en el coraz¨®n de Manhattan, y abri¨® oficinas de su empresa. El t¨ªmido financiero, seg¨²n le definen sus amigos, se hab¨ªa llevado los mejores clientes del gigante Phibro y en cinco a?os convirti¨® su empresa en un coloso de las materias primas. Adem¨¢s del crudo y de los productos refinados entr¨® con paso de elefante en el mercado del cobre, zinc, plomo, n¨ªquel, carb¨®n y ferroaleaciones.
Adem¨¢s de Madrid, Nueva York y Zug, donde se construy¨® su casa y cuelga sus picassos y mir¨®s, abri¨® un rosario de oficinas por todo el mundo. En 1981 ten¨ªa 1.000 empleados y 100 en la oficina de Madrid, una de las que generaban mayor volumen, y adquir¨ªa al SENPA m¨¢s de 250.000 toneladas de cebada al a?o. La compa?¨ªa ten¨ªa 100 accionistas, todos ejecutivos del grupo. Si alguien se iba estaba obligado a vender.
Rich se rode¨® de gente joven, con su mismo perfil de adicci¨®n al trabajo, a la que otorgaba confianza y apoyo personal, profesional y econ¨®mico. Pese a su timidez y pocas palabras, escrib¨ªa cartas a los empleados cuando mor¨ªan sus padres o nac¨ªa un hijo. El botones de sus oficinas pod¨ªa acceder al presidente cuando ¨¦ste recalaba en sus casas de Puerta de Hierro (Madrid), junto a la de Miguel Boyer, Marbella o en su propio despacho.
Uno de sus ejecutivos de entonces lo define as¨ª: 'Es un hombre duro, pero generoso. Daba gratificaciones en funci¨®n del resultado y los ejecutivos participaban en beneficios. Viajaba por todas las oficinas y ten¨ªa un control directo con todos los clientes y empleados. Segu¨ªa la evoluci¨®n de los mercados con pasi¨®n y la contagiaba' . En su opini¨®n, la clave de su ¨¦xito residi¨® en la implantaci¨®n de la compa?¨ªa en pa¨ªses productores de petr¨®leo, zonas dif¨ªciles y con riesgo.
Todo iba bien hasta que, en 1983, el fiscal Giuliani esgrimi¨® la violaci¨®n de los controles de precios del petr¨®leo en EE UU, que amenazaron con arrastrarle hasta la c¨¢rcel. Entonces, Rich llevaba ya 20 a?os ligado a Espa?a, donde manten¨ªa estrechas relaciones con la comunidad jud¨ªa, de la que es su principal contribuyente. Tras la salida de Hachuel, Max Mazin se convirti¨® en su socio en su empresa Ron Investment, que presidi¨® Petra Mateos, colaboradora de Boyer.
El imperio de Rich sigui¨® su marcha con la tranquilidad que predijo Barrionuevo hasta que, en 1993, el imprevisible financiero, que acababa de cumplir 59 a?os, vendi¨® la empresa a sus ejecutivos, que la rebautizaron como Glencore. Willy Strothotte, uno de los directivos de Zug, fue el negociador. Isaac Querup, su consejero delegado en Espa?a, continu¨® al frente de la oficina espa?ola. Y Rich, que se embols¨® una fortuna incalculable, cre¨® otra nueva en Zug, desde la que compite con sus antiguos ejecutivos. Ahora, la tormenta del indulto ha llegado hasta las aguas del apacible lago que el magnate observa desde el sal¨®n de su casa.
Nadie pidi¨® su captura
Pese al aviso tranquilizador del ministro Jos¨¦ Barrionuevo, al que Rich mostr¨® su agradecimiento y vio en dos ocasiones, elrey de las materias primas cultiv¨® otras amistades influyentes, como la de Jos¨¦ Luis Corcuera, su sustituto en Interior. 'Lo conoc¨ª en una cena en 1987 y nos hemos visto otras seis veces. Es un hombre correcto, muy serio y algo introvertido. Siempre he tenido buen concepto de ¨¦l. Le animaba a invertir en Espa?a. Nunca lleg¨® una orden de detenci¨®n contra ¨¦l', dice el ex ministro socialista. Rich, poco amigo de fiestas y recepciones sociales, invit¨® en 1989 a Corcuera y a M¨²gica, entonces ministros de Interior y Justicia, a una cena en uno de sus hoteles en Sevilla durante la Feria de Abril. 'Fue un encuentro de amigos en el que hab¨ªa muchas otras personas', recuerda Corcuera, quien duda de que Rich tenga relaciones con los servicios secretos israel¨ªes, como asegura la prensa americana. 'Jam¨¢s hablamos de temas de esa naturaleza', reitera. M¨²gica, hoy Defensor del Pueblo, tambi¨¦n se muestra esc¨¦ptico y se?ala: 'Que todos los jud¨ªos hayan apoyado a Israel en las medida de sus fuerzas es una obligaci¨®n moral'. Entre los que han pedido a Clinton el indulto para Rich se encuentran, seg¨²n los datos de los que dispone el Congreso de Estados Unidos, Shabtai Shavit, ex jefe del servicio secreto israel¨ª; el rey Juan Carlos, Camilo Jos¨¦ Cela, que hasta hace poco presid¨ªa la Fundaci¨®n Rich en Espa?a, o el empresario Fern¨¢ndez-Tapias.
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