Mirar a otro lado
Se ha cumplido un a?o desde los sucesos acaecidos en El Ejido (Almer¨ªa); de nuevo hemos sido portada en prensa, radio y televisi¨®n, pero no precisamente porque se hayan resuelto los problemas que, tras la muerte de una joven, desencadenaron un estallido social descontrolado que de forma desproporcionada atac¨® sin control los negocios propiedad de ciudadanos magreb¨ªes (marroqu¨ªes en su totalidad) en los n¨²cleos de Las Norias, Santa Mar¨ªa del ?guila y El Ejido, sitos en el municipio en ¨²ltimo lugar citado. Las aristas se pronunciaron y tras una etapa de limadura de asperezas se ha llegado a una situaci¨®n de impasse que, favorecida pol¨ªticamente por una opci¨®n neoconservadora y seudoxen¨®foba, hace del inmigrante magreb¨ª el chivo expiatorio de todos los males.
Creo que El Ejido es puente y punto de partida de la ola migratoria que vive la humanidad, ese desequilibrio Norte-Sur, que ha de encararse de forma decidida; medidas coyunturales no resuelven nada. La actual Ley de Extranjer¨ªa (inaplicable) no ha puesto los mecanismos que puedan dar respuesta a los inmigrantes, ni siquiera con acuerdos bilaterales (Ecuador-Espa?a). Los pol¨ªticos han dado, una vez m¨¢s, muestra de su incapacidad para resolver los problemas; la sociedad va por delante; por tanto, la sinton¨ªa del Gobierno no est¨¢ con la de la sociedad. Aqu¨ª miramos a otro lado, pero, si no te apartas en la acera, un inmigrante (legal o no) puede pisarte sin querer, o viceversa.
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