Sexo
Con motivo de la puesta en marcha esta semana de un taller de Expresi¨®n de Afectos promovido por la Concejal¨ªa de Juventud y Pol¨ªticas para la Igualdad del Ayuntamiento de Almer¨ªa, las juventudes del PP de Almer¨ªa han acusado a la responsable del ¨¢rea, Ana Celia Soler, de estar obsesionada por el sexo. 'Primero fue', dicen, 'el museo de la p¨ªldora, luego la puesta en marcha del servicio de informaci¨®n afectivo-sexual y ahora este taller y la colocaci¨®n de una m¨¢quina de preservativos en la Casa de la Juventud'. Para Nuevas Generaciones, 'la oferta de actividades del equipo de gobierno municipal para los j¨®venes es clara, pero demasiado mon¨®tona: sexo o sexo'. Cualquiera dir¨ªa, tras leer esta queja del PP, que los Campos de N¨ªjar se han convertido en el centro del turismo sexual.
No obstante, por si fuera verdad, la otra ma?ana me encamin¨¦ a la Casa de la Juventud, donde la Concejal¨ªa tiene un departamento de informaci¨®n, y le¨ª pacientemente todos los folletos explicativos que sobre sus actividades para la juventud ha editado esta ¨¢rea municipal. Como suele suceder en estos casos, la realidad era mucho m¨¢s prosaica que la prometedora nota del PP. El primer folleto que me vino a las manos no ofrec¨ªa, como cabr¨ªa esperar, ning¨²n servicio sexual, sino asesoramiento gratuito para fomentar la inserci¨®n laboral. Dir¨¦ m¨¢s: lo ¨²nico que no encontr¨¦ entre los numerosos d¨ªpticos de informaci¨®n fue precisamente sexo, a no ser que los j¨®venes del PP, presas de la mala intenci¨®n o de la misma obsesi¨®n que denuncian en la concejala Soler, est¨¦n confundiendo el culo con las t¨¦mporas, el sexo con la psicolog¨ªa y la lujuria con las enfermedades ven¨¦reas; porque lo que s¨ª hab¨ªa era un Centro de Informaci¨®n Sexual que se me antoja extremadamente ¨²til en un pa¨ªs con un alto ¨ªndice de embarazos juveniles y contagios por sida. Por cierto: ni rastro del museo de la p¨ªldora. Ni rastro de la m¨¢quina de preservativos. No digo que no exista, digo que yo no la vi, y que hay que ir con los ojos muy abiertos, o ser extremadamente sensible a estos delicados asuntos, para detectar lo que por otra parte se ha repartido con naturalidad en las escuelas, encontramos en cualquier farmacia y cuelga de la pared en todos los ba?os p¨²blicos de se?oras y caballeros. Entre mis lecturas de aquella ma?ana estaba tambi¨¦n el horroroso folleto, plagado de corazoncitos rojos, donde se explicaba la finalidad del pol¨¦mico taller de Expresi¨®n de Afectos, que no era otra cosa que un ingenuo cursillo de divulgaci¨®n psicol¨®gica y expresi¨®n corporal. Lo le¨ª punto por punto y tampoco encontr¨¦ ni una sola vez la palabra sexo en la redacci¨®n de sus objetivos, de modo que no me explico de d¨®nde ha venido la indignaci¨®n.
No pretendo defender la pol¨ªtica de la concejala y menos a¨²n justificar la organizaci¨®n de un taller al que yo jam¨¢s asistir¨ªa, sino constatar que de las actividades programadas por Soler no puede deducirse, al contrario de lo que dice el PP, una predilecci¨®n patol¨®gica por el sexo. Con este asunto sucede m¨¢s bien al contrario: los inquisidores de la sexualidad suelen ser v¨ªctimas de las obsesiones que se?alan en sus enemigos. Lo terrible es cuando castigan en sus adversarios la debilidad de su propia carne.
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