Palermo muestra sus credenciales

El partido que se presentaba con Collymore y Mart¨ªn Palermo en cabeza de cartel fue un mon¨®logo del argentino y, por extensi¨®n, de su equipo, el Villarreal, que le dio un ba?o al Oviedo en el estreno goleador de Palermo. El submarino amarillo vivi¨® una tarde esplendorosa en el escenario m¨¢s improbable. Se sobrepuso a un gol de penalti discutible, seguido de expulsi¨®n, revent¨® al Oviedo, dej¨® a Collymore in¨¦dito y consagr¨® a Palermo en Espa?a como un ariete de muchos recursos. El otro hombre del partido fue V¨ªctor, al que la parroquia ovetense le despidi¨® con aplausos.

Al Villarreal le cambi¨® el semblante en un minuto, el ¨²ltimo antes del descanso, cuando se jugaba la propina de un primer tiempo que los levantinos dominaron con un f¨²tbol sugerente y cierta vitola de equipo grande en su falta de complejos para mirar hacia el marco rival. Justo antes del descanso, cuando Palermo acababa de amenazar con un gran cabezazo, el ¨¢rbitro vio mano en un control de Javi Gracia en su ¨¢rea peque?a. No hab¨ªa apenas peligro en la jugada, s¨®lo la proximidad del bal¨®n a la l¨ªnea de meta. Gracia mat¨® la pelota para una c¨®moda intervenci¨®n de su portero y se encontr¨® con el ¨¢rbitro se?alando penalti.

El castigo lo transform¨® Tomic, luego de que las protestas de Gracia le llevaran a ver la segunda amonestaci¨®n. Fue cosa de romper Tomic la mala racha ovetense desde el punto de penalti y llegar el descanso, con un agrio balance para el Villarreal. Hab¨ªa superado al Oviedo en todo y se desped¨ªa del primer tiempo con una monta?a por escalar.

El Oviedo pretendi¨® vivir la segunda parte emboscado, en espera de dictar sentencia con alg¨²n zarpazo a la contra. Pero lo que vio fue c¨®mo el Villarreal le pasaba por encima con un repertorio incontestable. Antic quiso encender la pasi¨®n del estadio con la comparecencia de Collymore, pero el ingl¨¦s, como ya le ocurriera en su estreno de hace siete d¨ªas en Las Palmas, no hizo m¨¢s que ejercer de gafe. En sus barbas se jug¨® la suerte de un c¨®rner, que Quique ?lvarez desvi¨® hacia Palermo, para que el argentino acreditara de nuevo su astucia de escopetero cazando al vuelo un zurdazo inapelable. El resto fue un paseo triunfal para los castellonenses: marcaron otros dos goles y obligaron a Esteban a maquillar el desastre.