Ilusi¨®n
Hay partidos que se explican bien con razonamientos t¨¦cnicos y encuentran sus fundamentos num¨¦ricos en una fr¨ªa hoja estad¨ªstica. Y hay otros en los que todos estos conceptos no sirven para nada. Llegaba el Barcelona deprimido tras su eliminaci¨®n a manos de la Benetton. El p¨²blico, como siempre, eligi¨® cabeza de turco y una vez m¨¢s le toc¨® a A¨ªto hacer o¨ªdos sordos a una buena pitada. Y encima enfrente esperaba el Tau, siempre un incordio.
La noche no se presentaba f¨¢cil para el Bar?a, pero lo que se vi¨® en el Palau dist¨® mucho del gui¨®n previsto. En un d¨ªa donde parec¨ªa m¨¢s fuera de lugar que nunca, triunf¨® la ilusi¨®n. La que puso Nacho Rodr¨ªguez, m¨¢s feliz que unas casta?uelas al poder pisar una cancha despues de mucho tiempo. La de Gasol, al que sus ansias juveniles habr¨¢n convertido un mes de baja en una aut¨¦ntica eternidad. La de Navarro, listo como pocos, siempre dispuesto a sorprender, un jugador que convierte la pista en el patio de una guarder¨ªa donde todo lo que se hace s¨®lo parece tener un objetivo, disfrutar con el juego. Est¨¢ en la edad de hacerlo, pero por ah¨ª transitan mucho mecano adolescente como para no cansarse de destacar la actitud y el talante con que Navarro afronta los encuentros. Seguramente el Bar?a tuvo suerte, pues no es normal que salga Nacho Rodr¨ªguez habiendo realizado un ¨²nico entrenamiento con el grupo y las meta de todos los colores, o que Gasol clave tres de tres en triples cuando lleva 5 semanas inactivo y encima no es su fuerte. Pero es probable que sin tanto acierto las cosas no hubiesen sido muy diferentes. Porque lo importante, lo fundamental para los achaques an¨ªmicos de su equipo es que aportaron ganas, vitalidad, alegr¨ªa.
Y estas cualidades no emanaban de maravillosos recursos t¨¦cnicos o una condici¨®n f¨ªsica destacable. Para nada. Surg¨ªan del simple placer de poder jugar a baloncesto. As¨ª de simple y as¨ª de dif¨ªcil de ver en estos tiempos. Un placer indisimulado por cualquiera de los tres que acab¨® contagiando a sus compa?eros e iluminando un Palau m¨¢s dispuesto en principio en arreglar cuentas que vienen de mucho tiempo atr¨¢s que en disfrutar de la velada. Y eso tiene una tonelada de m¨¦rito.
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