El letargo del 'informe Bricall'
Un a?o despu¨¦s del estudio, el Gobierno prepara la reforma de la Universidad sin contar con ¨¦l
El mes que viene se cumplir¨¢ un a?o de la presentaci¨®n del informe Universidad 2000, encargado por la Conferencia de Rectores de las Universidades Espa?olas a un grupo de expertos dirigido por Josep Maria Bricall, ex presidente de los rectores europeos. El mundo acad¨¦mico tom¨® nota y se propuso abrir un debate en profundidad entre sus miembros. Mientras la oposici¨®n ha pedido que el texto sirva de referencia para elaborar la modificaci¨®n de la Ley de Reforma Universitaria (LRU), el Gobierno ha mirado con recelo el documento desde el primer momento y ha evitado tomarlo como referencia. El secretario de Estado de Educaci¨®n, Julio Iglesias, ha anunciado que el texto de la reforma, en el que ya est¨¢ trabajando el Ministerio de Educaci¨®n, estar¨¢ listo en mayo.
Del debate supuestamente abierto en torno al informe, poco se sabe. Pas¨® el verano y este profundo estudio, de 481 p¨¢ginas, sobre la situaci¨®n y perspectivas de la educaci¨®n superior en Espa?a pareci¨® haber entrado en hibernaci¨®n. En este tiempo, sin embargo, el propio Bricall ha hecho una defensa del texto basada en ocho puntos fundamentales, que recientemente explic¨® en una conferencia ante miembros del mundo acad¨¦mico. ?ste es un resumen de su an¨¢lisis:
- La dualidad tradicional. Desde sus or¨ªgenes, la Universidad ha tenido que compaginar la preparaci¨®n profesional con el desarrollo de una disciplina cient¨ªfica, cuya convivencia no ha sido siempre f¨¢cil. A partir del Renacimiento incorpora la orientaci¨®n cl¨¢sica griega y latina, de modo que toda la actividad cient¨ªfica se considera integrante de una sola disciplina que tiene como funci¨®n la mejora del hombre. En el siglo XIX, Napole¨®n y Humboldt la transforman en una instituci¨®n para proporcionar al Estado las clases dirigentes, convirti¨¦ndola en un sistema de promoci¨®n social. Hoy d¨ªa se han desbordado los l¨ªmites de una ¨¦lite. Pr¨¢cticamente todo el mundo pasar¨¢ por alg¨²n tipo de educaci¨®n superior. La cantidad ha transformado la Universidad.
- Los planes de estudio. Se debe distinguir entre dos tipos de estudios. En primer lugar, aquellos cuya sistematizaci¨®n viene dada en t¨¦rminos de una cierta disciplina cient¨ªfica corriente; el progreso de la ciencia correspondiente es lo que da forma a la estructura de toda la carrera. Por otro lado, las materias cuya sistematizaci¨®n est¨¢ enfocada hacia un ejercicio profesional, de modo que la informaci¨®n que proporcionan las diferentes disciplinas no es tanto para ser conocida, sino para ser utilizada: tienen car¨¢cter instrumental. Esta distinci¨®n es interesante, porque lo que no se puede hacer es adaptar estos ¨²ltimos estudios a la categor¨ªa de disciplinas, porque entonces se crean disciplinas falsas o improvisadas.
La segunda idea sigue las pautas de la Declaraci¨®n de Bolonia de 1999, que fija un primer y un segundo grados. Un primer grado que corresponder¨ªa a las diplomaturas y licenciaturas y un segundo tramo que tendr¨ªa una relaci¨®n con el mundo de la formaci¨®n continuada. El tercer tramo ser¨ªa el doctorado. La primera etapa, no inferior a tres a?os, da origen a un grado. La segunda ser¨ªa el posgrado. La selecci¨®n de curr¨ªculo estar¨ªa en manos del estudiante, de modo que nunca se le cierre la salida ni se le encaje en una determinada l¨ªnea para que acabe una carrera, sino que siempre pueda ir rectificando su opci¨®n. Supone pasar de situar la ense?anza en el centro del sistema a colocar al estudiante y su aprendizaje en este lugar. Esto implica que el profesor oriente y asuma el papel de asesor del alumno.
- La investigaci¨®n. Tiene dos funciones y dos objetivos. El primero es el resto de la sociedad; su aplicaci¨®n a la actividad econ¨®mica y social. El segundo, la propia actividad cient¨ªfica. La ciencia se caracteriza por ser un conocimiento provisional que se ve contantemente superado por nuevos descubrimientos cient¨ªficos. Todo est¨¢ siempre en duda y la ciencia no es m¨¢s que la etapa intermedia del proceso. Por eso, una parte de la actividad cient¨ªfica revierte en s¨ª misma. La otra actividad cient¨ªfica intenta aplicar algunos de estos conocimientos a la soluci¨®n de problemas. Se ha insistido mucho en la idea de que este impacto debe ser en la econom¨ªa, pero nosotros creemos que debe ser tambi¨¦n en la vida social, en la vida cultural. En este sentido es muy importante el doctorado; reivindica la investigaci¨®n m¨¢s all¨¢ de lo que es la tecnolog¨ªa aplicada. En Espa?a, el problema a?adido es que el peso de la investigaci¨®n lo lleva el sector p¨²blico, al rev¨¦s de lo que sucede en todo el mundo desarrollado.
- Financiaci¨®n. En los pa¨ªses desarrollados, el alumno nunca paga m¨¢s de un 20% del coste de la ense?anza. El resto se costea b¨¢sicamente de tres maneras: donaciones de antiguos alumnos, fundaciones privadas y Estado. En la Europa continental es el Estado el que paga. En el futuro, con el crecimiento de la formaci¨®n continuada, puede cambiar el modelo, pero en este momento, cuando se produce la generalizaci¨®n de la formaci¨®n superior, est¨¢ claro que se plantear¨¢n problemas de financiaci¨®n. ?C¨®mo podemos generar recursos suficientes para la ense?anza superior sin que estos recursos est¨¦n sujetos a problemas coyunturales que cambien en funci¨®n de los presupuestos? Proponemos un sistema esencialmente fiscal. El estudiante, en el momento en el que se matricula, no paga sus estudios. Y si tiene beca, nunca los paga. Si no, dispone de un cr¨¦dito con unos intereses muy bajos, que debe devolver en el momento en que sus ingresos superen la media del pa¨ªs. Esencialmente supondr¨ªa que los que se benefician de sus estudios ejerciendo su profesi¨®n pagan el aprendizaje de la siguiente generaci¨®n. Se alimenta un fondo. ?sta es la idea del cr¨¦dito, en la cual no intervienen los bancos ni nada parecido. Se ha de contemplar la extensi¨®n del n¨²mero de estudiantes que entren sin tener que pagar nada. Por otro lado, las universidades deben recibir el dinero no ¨²nicamente por la v¨ªa de la subvenci¨®n global, como ahora, sino por la v¨ªa de contratos programa para cumplir determinados objetivos. As¨ª se conseguir¨ªa obligarlas a revisar siempre sus objetivos.
- Control de calidad. La Universidad debe responsabilizarse de mejorar su oferta, lo que en ingl¨¦s se llama accountability. Cada universidad deber¨ªa crear un consejo de calidad; cada comunidad aut¨®noma, un comit¨¦ de evaluaci¨®n, y, finalmente, el Estado deber¨ªa instituir un consejo o comit¨¦ de evaluaci¨®n que decidiera si una universidad puede impartir con garant¨ªas suficientes una titulaci¨®n. Esto no ser¨ªa para toda la vida, sino que se ir¨ªa renovando peri¨®dicamente. Este aspecto de la acreditaci¨®n se est¨¢ planteando tambi¨¦n en la UE para hacerlo transnacional.
- El profesorado. Hay que flexibilizar el r¨ªgido sistema actual. Por una parte, abrir el camino a la contrataci¨®n de cierto tipo de profesorado. El reclutamiento ordinario de docentes puede seguir haci¨¦ndose por el sistema de oposiciones funcionarial, pero hay que proponer que se a?ada un nivel: la universidad convoca la plaza y toma la decisi¨®n, pero deber¨ªa escuchar a t¨¦cnicos exteriores que no decidir¨ªan, sino que recomendar¨ªan en funci¨®n de los candidatos y las necesidades de la instituci¨®n.
- El sistema de gobierno. La Universidad ha de tomar decisiones. Los ¨®rganos de gobierno no son ¨®rganos intermediarios entre la Administraci¨®n y el profesorado o los estudiantes, sino que son ¨®rganos que toman decisiones. La Universidad es aut¨®noma; por tanto, debe elaborar unos planes estrat¨¦gicos situando sus propias referencias y estableciendo d¨®nde y c¨®mo quiere desarrollarse en funci¨®n de sus disponibilidades y su tradici¨®n. Hay que simplificar los ¨®rganos de gobierno actuales y crear un organismo ¨²nico formado por miembros pertenecientes a la Universidad y ajenos a ella. De alguna forma que se fusione la junta de gobierno y el consejo social. Si las universidades no quieren hacerlo, el Gobierno deber¨ªa redefinir el ¨¢mbito del consejo social.
Por otra parte, los departamentos suelen ser un instrumento adecuado para gobernar las disciplinas, pero no los estudios de los curr¨ªculos. Esta observaci¨®n ha pasado inadvertida pese a su importancia. Los estudios de curr¨ªculo los dirigen personas nombradas por el poder central de la universidad; es decir, el rector. Si se quiere organizar unos estudios en una determinada direcci¨®n se ha de poder buscar profesores fiables de diferentes lugares, y no depender de los que env¨ªa cada departamento.
- Las nuevas tecnolog¨ªas. La Universidad actual es un servicio. Existen unas herramientas que facilitan el acceso a las masas, que son las t¨¦cnicas de informaci¨®n y comunicaci¨®n, y este asunto no es f¨¢cil de introducir en el mundo acad¨¦mico, aunque se hable mucho sobre ello. Por otra parte, las universidades se diversifican, por lo que no s¨®lo deben competir entre s¨ª, sino tambi¨¦n colaborar.
?Universidad o ense?anza superior?
Josep Maria Bricall, que ha sido desde consejero del Gobierno de la Generalitat que presidi¨® Josep Tarradellas hasta rector de la Universidad de Barcelona, lamenta la herencia que la dictadura franquista dej¨® en las ¨¦lites sociales: su inacci¨®n, su incapacidad para influir en la sociedad. Su discurso, por tanto, tiende a devolver este protagonismo, y m¨¢s a¨²n a la universidad. 'El Estado', indica cuando se refiere a la reforma, 'debe tomar una actitud menos ordenancista y m¨¢s de controlar a posteriori'. Bricall fue tambi¨¦n presidente de la Conferencia de Rectores Europeos, lo que le ha permitido dotarse de una visi¨®n global sobre las distintas realidades del mundo acad¨¦mico. Universidad ha pasado a ser sin¨®nimo de ense?anza superior, pero Bricall establece la diferencia. 'En Europa, por universidad se considera aquella instituci¨®n de ense?anza superior que adem¨¢s hace investigaci¨®n. Y esto se especifica en el hecho concreto de que disponga de la oferta de doctorado. Es decir, que la universidad que hace investigaci¨®n es aquella que da t¨ªtulos de doctorado. Por otro lado, hay muchos centros de formaci¨®n profesional superior -de educaci¨®n superior- que no hacen investigaci¨®n'. Sobre la gobernabilidad de la Universidad, una de las herencias m¨¢s pesadas que ha configurado la aplicaci¨®n de la LRU, Bricall intenta no ser radical. 'El claustro habr¨ªa que simplificarlo, no eliminarlo, ya que en una primera fase ser¨ªa imposible. Pero al menos reducirlo de tama?o. En Europa continental es muy dif¨ªcil encontrar un modelo de elecci¨®n de rector que no sea votado de una u otra forma. Por ejemplo, en Francia, la Universidad tiene tres consejos, y los tres, reunidos, eligen al presidente. En Alemania, de forma general, cada consejo nombra un comit¨¦ que busca un rector. El hecho de buscar un rector me parece muy positivo'.
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