Eso que llaman Euskal Herria
Llevamos alg¨²n tiempo dando vueltas al asunto de la historia. De nuestra historia. No se trata, por supuesto, de una sana vocaci¨®n acad¨¦mica, sino de una nueva cefalea pol¨ªtica. En un pa¨ªs tan agitado como el nuestro, las cuestiones metodol¨®gicas son m¨¢s importantes que las cuestiones de fondo, o quiz¨¢s peor: nos inquieta tanto la metodolog¨ªa que jam¨¢s llegamos a abordar los elementos sustanciales.
Dentro de la metodolog¨ªa pol¨ªtica del paisito, la historia ha pasado a un primer plano. Si el nacionalismo vasco tiende a resaltar los elementos diferenciadores, es l¨®gico que el 'no nacionalismo' (aceptemos la cr¨ªptica terminolog¨ªa) promueva una reflexi¨®n en sentido contrario. Todos est¨¢n en su derecho (todav¨ªa m¨¢s: todos tienen sus razones) siempre que mantengan con la historia ciertas relaciones de respeto y comedida interpretaci¨®n. Lo que no se puede es ignorarla y mucho menos eludir las realidades que ha dejado en el presente. La afici¨®n que tantos han tomado a la historia ¨²ltimamente lleva camino de generar nuevas mentiras, mentiras paralelas a las que pudo crear en su momento el m¨¢s exaltado nacionalismo vasco.
Leo y oigo constantemente eso de 'la invenci¨®n de Euskal Herria' o la despectiva alusi¨®n a 'eso que algunos llaman Euskal Herria'. Parece que Euskal Herria es un producto de laboratorio urdido en el b¨²nker de Sabin Etxea o en los delirios nocturnos de Arnaldo Otegi. Euskal Herria, entendida como disparate, forma parte de la ret¨®rica de los que hacen de la historia su coto (de caza) privado. Pero no parece impertinente un discreto ejercicio de docencia. Euskal Herria es el modo en que los vascos denominan en euskera a su pa¨ªs. Euskal Herria alude a una cierta unidad cultural, perceptible en cualquier momento de la historia. Euskal Herria, como concepto, no es una provocaci¨®n, sino la intuitiva percepci¨®n de un conjunto de territorios hist¨®ricamente emparentados por una lengua com¨²n. Euskal Herria, por ¨²ltimo, es un t¨¦rmino inmemorial, una mera aplicaci¨®n ling¨¹¨ªstica, realizada por el pueblo, al margen de todo tipo de consideraciones pol¨ªticas.
Otro ejemplo. En las jornadas de la cumbre europea de Biarritz, cuando la belicosa muchachada de Haika provoc¨® disturbios en Bayona, el presentador de informativos de una cadena estatal realiz¨® con incierta alegr¨ªa la siguiente declaraci¨®n: 'La mayor¨ªa de los manifestantes fueron espa?oles que hab¨ªan acudido desde este lado de la frontera hacia ese territorio que ellos consideran que es tambi¨¦n Pa¨ªs Vasco'.
Si estos son los l¨²cidos an¨¢lisis que pretenden reformar nuestras intoxicadas conciencias me temo que jam¨¢s alcanzaremos la luz. Ofende que, para apuntalar cierta ideolog¨ªa, haya que despojar al Pa¨ªs Vasco-franc¨¦s de su condici¨®n de Pa¨ªs Vasco, cosa que por cierto no discute nadie all¨ª. Antes al contrario, indignar¨ªa a sus habitantes, fueran cuales fueran sus ideas pol¨ªticas. Los vascos del norte son gentes con no menos t¨ªtulos para autodenominarse vascos que, por poner un ejemplo a vuelapluma, Jaime Mayor Oreja, y esa constataci¨®n no es una torva afirmaci¨®n nacionalista, manipuladora de la historia y negadora de los derechos y las libertades individuales: es una mera evidencia cultural.
Se puede extraer de esta evidencia determinadas consecuencias pol¨ªticas (toda organizaci¨®n, estatal o de otro orden, es al fin y al cabo una representaci¨®n mental) o se pueden restringir sus efectos a una risue?a y folcl¨®rica hermandad, pero lo que no se puede es negar lo obvio para forzar a corto plazo operaciones partidistas. Porque adem¨¢s es la propia historia la que demuestra la eficacia con que juegan esos profundos sustratos de identificaci¨®n cultural: la bandera que invent¨® Sabino Arana ha sido aceptada con absoluta naturalidad en el Pa¨ªs Vasco-franc¨¦s e incluso, para pasmo de descre¨ªdos, sin ninguna clase de exaltaci¨®n proetarra. Claro que cualquier d¨ªa el Gobierno espa?ol, dentro de su particular pol¨ªtica de distensi¨®n, se atreve a denunciar ante los tribunales europeos la inc¨®moda circunstancia de que, en el aeropuerto de Biarritz, ondee la bandera oficial de una comunidad aut¨®noma espa?ola. En serio, son capaces. A lo mejor por aquello de afirmar el ordenamiento jur¨ªdico.
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