Enamorados
Estar enamorado es una suerte, por no hablar de una afecci¨®n m¨¢s o menos abrupta que acaba por estabilizarse o desaparecer con el paso del tiempo. Los primeros s¨ªntomas del contagio son harto evidentes: sudoraci¨®n en las manos, alteraci¨®n del ritmo card¨ªaco y, sobre todo, necesidad constante de o¨ªr, mirar, tocar, sentir a la otra persona a cualquier hora con la consecuente implicaci¨®n emocional. La virulencia de esta primera fase viene reforzada por factores externos como los medios de comunicaci¨®n, la publicidad, la banda sonora de algunas pel¨ªculas y ciertos boleros inolvidables. Ya en un segundo estadio, cuando los ecos de esa m¨²sica celeste comienzan a disiparse en la lejan¨ªa, la verdad cotidiana es la prueba contrastada que dir¨¢ en cifras concretas si la enfermedad era lo suficientemente infecciosa como para invadir del todo el organismo o se trataba de una alarmante y pasajera reacci¨®n cut¨¢nea a un est¨ªmulo circunstancial. Si hablamos de algo estable y profundo, el problema consistir¨¢ entonces en saber convivir de la mejor manera con una bacteria de efectos y duraci¨®n impredecibles. El modo m¨¢s saludable es acomodar la existencia a la otra persona y pactar los l¨ªmites, los prop¨®sitos y las posibles renuncias. De otra manera, la enfermedad puede pasar a un estado patol¨®gico y derivar en formas tan variadas como la apat¨ªa, el descuido f¨ªsico y personal (tambi¨¦n llamado falta de autoestima), la incomunicaci¨®n m¨¢s absoluta, el incremento o la p¨¦rdida de peso y, c¨®mo no, la terrible indiferencia. Mientras todo esto ocurre y la comprobaci¨®n se realiza, los grandes almacenes se ci?en a una tradici¨®n inventada cincuenta a?os atr¨¢s, la de San Valent¨ªn, ese obispo italiano del siglo III rescatado del olvido, y se lanzan a la busca y captura de corazones infectados para incrementar sus ventas en un 25%. Y lo cierto es que cuando se padece esta enfermedad y el cuerpo se empe?a en liberar sustancias tan variopintas como endorfinas, feniletaminas, dopamina y norifrinafina porque el ser al que quieres te ha lanzado un beso desde su m¨®vil, es dif¨ªcil evitar la tentaci¨®n de acercarte hasta la planta de joyer¨ªa, lencer¨ªa o complementos para saciar la infecci¨®n o aplazar un a?o m¨¢s la indiferencia.
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