En recuerdo de Francisco Tom¨¢s y Valiente
A la persona y a la obra de Francisco Tom¨¢s y Valiente les debemos una lecci¨®n suprema sobre el valor de las leyes. Entre nosotros, el comportamiento y las palabras no siempre se corresponden entre s¨ª, y hay presuntos maestros cuyo descr¨¦dito ser¨ªa inmediato si a lo que dicen se confrontara lo que hacen. Francisco Tom¨¢s y Valiente, en su vida p¨²blica, se dej¨® guiar por los mismos principios de defensa de la legalidad democr¨¢tica que explic¨® tan luminosamente por escrito, y a su tarea de jurista uni¨® con claridad admirable la de pedagogo, en el sentido m¨¢s noble de la palabra. Del mismo modo que las tiran¨ªas se basan en la ignorancia de los muchos, la democracia no puede sostenerse sin la educaci¨®n en los valores que nos convierten en ciudadanos. Tom¨¢s y Valiente sab¨ªa que en un sistema de libertades la calidad de las leyes no es completa si ¨¦stas no son percibidas como cosa propia por quienes han de defenderlas y cumplirlas: por eso el edificio de la legalidad se sostiene sobre la educaci¨®n, que es la base del acuerdo voluntario, del contrato social que los ciudadanos establecen entre s¨ª.
Un maestro como Tom¨¢s y Valiente es imprescindible en un pa¨ªs donde ni las leyes ni el Estado tienen mucho prestigio, y donde la piller¨ªa con frecuencia recibe m¨¢s aprecio que la rectitud. Reci¨¦n salidos de una dictadura, consider¨¢bamos con raz¨®n que las leyes no eran leg¨ªtimas, y que el Estado era un gran aparato de oscurantismo y opresi¨®n. A lo largo de los a?os, y con la ayuda de hombres eminentes e ¨ªntegros como Tom¨¢s y Valiente, el Estado se fue convirtiendo en la expresi¨®n de la legalidad democr¨¢tica, y las leyes, empezando por la primera de todas, la Constituci¨®n, emanaron limpiamente de la soberan¨ªa popular, pero las actitudes hacia ellas no se fueron modificando en igual medida: un leninismo contumaz y f¨®sil segu¨ªa viendo al Estado como la encarnaci¨®n del enemigo de clase, mientras que para los radicales o los conversos al liberalismo econ¨®mico m¨¢s extremo el Estado era una antig¨¹alla que entorpec¨ªa el dinamismo del Mercado. En cuanto a las leyes, en Espa?a no hay conciencia de que deban ser respetadas ni cumplidas, a veces ni por parte de quienes tienen m¨¢s directamente encomendada esa tarea. Las leyes, para el extremista, son l¨ªmites opresivos a la libertad. Para el sinverg¨¹enza o el c¨ªnico, son espantap¨¢jaros que s¨®lo impresionan a los tontos. Para quien gobierna, demasiadas veces, las leyes son obst¨¢culos a su santa voluntad.
Tom¨¢s y Valiente, frente a los denostadores del Estado, lo defendi¨® como el ancho espacio de lo p¨²blico, como el instrumento para la salvaguarda de los derechos de la ciudadan¨ªa y para ese impulso de justicia e igualdad sin el cual no se sostiene una democracia. Tambi¨¦n ense?¨®, con su trabajo, con su comportamiento, con sus art¨ªculos de prensa, que las leyes son las formas que adopta el acuerdo mayoritario de los ciudadanos, no los l¨ªmites opresores de la libertad sino la garant¨ªa de su ejercicio. El l¨ªmite, nos recuerda Claudio Magris, es un atributo de la forma, la l¨ªnea f¨¦rtil que define la identidad de las personas y las cosas en el desorden del mundo.
En Espa?a, en ciertos medios que deber¨ªan ser algo m¨¢s ilustrados, la demagogia del descr¨¦dito de las leyes, o incluso de su negaci¨®n nihilista, sigue gozando de mayor prestigio que la defensa razonada de la legalidad, de la templanza p¨²blica, del respeto de unas ciertas normas sin las cuales lo que hay no es m¨¢s libertad, sino barbarie. El Estado democr¨¢tico no es el gran mecanismo de la opresi¨®n, sino la garant¨ªa de un cierto equilibrio entre los m¨¢s fuertes y los m¨¢s d¨¦biles, igualados ante la ley por la condici¨®n mutua de la ciudadan¨ªa. Por supuesto que el Estado comete abusos: precisamente para castigarlos est¨¢n las leyes. Si dejan de cumplirse las leyes, quien sale perdiendo siempre es el d¨¦bil, y la impunidad de quien abusa o act¨²a como verdugo es una afrenta m¨¢s para la v¨ªctima. Tom¨¢s y Valiente tambi¨¦n nos ense?¨® y nos dio el ejemplo de que en la democracia el cumplimiento de los deberes es tan necesario y tan sagrado como el ejercicio de los derechos. Que cada palo aguante su vela. El paso del tiempo agranda su ejemplo y hace m¨¢s desolada y dolorosa su ausencia, m¨¢s necesario su magisterio ilustrado de trabajo bien hecho y de ciudadan¨ªa.
Texto redactado para el homenaje a Francisco Tom¨¢s y Valiente, organizado por el Instituto de Cultura del Sur y celebrado ayer en el Ayuntamiento de Fuenlabrada.
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